La destacada filósofa argentina —pionera en feminismo filosófico y estudiada en todo el continente— tuvo a su cargo la charla de cierre de las Terceras Jornadas de Filosofía del Río Uruguay. Aquí cuatro miradas rescatan sus principales aportes.
REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES
Diana Maffía es una de las voces más respetadas de la filosofía en la Argentina, y a la vez, en el movimiento feminista continental. Desde hace varios años, la pensadora “amadrina” las Jornadas de Filosofía que se realizan en Concepción del Uruguay, a partir de una relación de cariño y de fuerte respaldo a las actividades que realiza el grupo organizador de esos encuentros, docentes y estudiantes del profesorado de filosofia que se dicta en la Escuela Normal.
El sábado 6 de julio, pese al frío glacial, se dieron cita una gran cantidad de personas para el cierre de las charlas de las Jornadas: se trataba de la disertación de Diana Maffía, sobre “Ética feminista y autonomía relacional”. A partir del concepto de autonomía de Kant, la filósofa desarrolló un abordaje sin desperdicio sobre cómo la mirada desde el feminismo obliga a la filosofía (y también a la ciencia) a revisar y revisarse.
Para compartir de una manera diferente la relevancia del encuentro con Diana Maffía, la redacción de EL MIÉRCOLES pidió cuatro opiniones sobre la charla brindada en el cierre de las Jornadas. A continuación los principales conceptos recogidos.
Tres enunciados para el feminismo
Clara Chauvin, periodista, escritora y profesora de filosofía, explica que “Diana comenzó su exposición repasando su definición de feminismo, en el mismo sentido que la ha desarrollado en su ensayo Contra las dicotomías: feminismo y epistemología crítica, un texto de lectura obligatoria”, dice Clara. En efecto, ese material (entre otros) se convirtió en una referencia para las militantes feministas que quieren profundizar en el pensamiento de ese amplio movimiento. O quizás, correspondería decir, “los pensamientos”, porque se trata de un movimiento heterogéneo, como todos los que a lo largo de la historia han luchado por expandir las libertades de grupos humanos sometidos a opresión o desigualdad.
Sigue Clara: “Diana sostiene que el feminismo se basa en la aceptación de tres principios. Primero, un enunciado descriptivo que se centra en datos concretos. ‘Los indicadores sociales muestran que en todas las sociedades las mujeres están peores que los varones, por más que haya quienes lo nieguen’, afirmó la filósofa. En segundo lugar, un enunciado prescriptivo, es decir una valoración ética, que afirma que ‘no es justo que las mujeres no accedan a los bienes sociales por más que haya quienes quieran justificarlo con que somos seres inferiores o carentes de razón’”.
“Una vez que se aceptan estos enunciados, llega en tercer lugar un enunciado práctico que invita a accionar frente a esas desigualdades y que afirma ‘estoy dispuesta o dispuesto a hacer lo que sea que esté a mi alcance para evitar que esas desigualdades se sigan reproduciendo’. En este sentido, Maffía no habla ni de genitalidad ni corporalidades ya que cualquier persona que acepte estos tres enunciados, está siendo feminista. ‘Por supuesto que le va a costar mucho más a aquellas personas con mayores privilegios’, detalló Diana”.
Condiciones para la autonomía
Lucía Schvartzman, antropóloga y escritora, combina emociones y razones sobre la exposición de Diana: “Primero, es maravillosa, es un placer y digna de admiración la capacidad de Diana para exponer en poco más de una hora sosteniendo la claridad de las ideas, recuperando aportes de diversas disciplinas, para irse en una digresión por alguna rama y volver ordenadamente, que se entienda el motivo por el cual se fue y sin perder al auditorio en el camino. ¡Y apenas mirando sus apuntes!”
Lucía vuelve a la definición del feminismo “en tres premisas, una que asevera la existencia de la desigualdad, otra valorativa que juzga esa desigualdad como poco deseable, y una tercera que es un llamado a la acción, a no quedarse pasivo si se comparten las dos anteriores”.
Luego sintetiza la forma en que Diana Maffía piensa la autonomía “desde una visión feminista, que logra articular, y desarticular también, ideas y conceptos que vienen de la filosofía (desde Aristóteles, a Kant), del psicoanálisis (Freud), de la psicología cognitiva (Kohlberg) y la ética del cuidado (Carol Gilligan), pasando por una crítica a la conceptualización del individuo cartesiano y también del liberal o neoliberal, para proponer que la autonomía como posibilidad de proyectar y realizar un proyecto propio no puede pensarse en el vacío”.
En efecto, destaca Lucía que para Diana “la autonomía debe pensarse desde una mirada situada y en contexto, discutiendo las perspectivas meritocráticas que dejan de lado las desigualdades de base, es decir las condiciones con las que cuentan los sujetos, específicamente las mujeres, para poder realizarse autónomas”.
Más lento, pero menos violento
Soledad Calderón es profesora de filosofía y asegura que Diana “siempre me convoca a pensar la complejidad epistemológica y en cómo las diferentes voces llegan a anularse de manera muy sutil”.
Añade que “nos dejó una tarea ardua: pensar el concepto de autonomía, que desde Kant viene siendo un punto central para pensar al individuo y su mayoría de edad. No deja de traer inconvenientes filosóficos y más si lo vemos desde el lugar de las disidencias, de las mujeres. ¿De qué autonomia hablamos cuando pensamos en las voces de las mujeres y de las diversas identidades? ¿En las acciones de las mismas? ¿En el lugar que tienen en las decisiones políticas? Pero entonces nos tenemos que meter con la libertad. ¿De qué libertad hablamos si en realidad no existe una autonomía de elección?”, se pregunta Soledad.
Agrega luego: “Diana nos marcó algo sumamente ilustrativo: cuando una persona trans tiene que que elegir de qué vivir, la mayoría elige la prostitución, lo que lleva a un debate más amplio, pero aquellas que no deciden eso piensan en trabajos domésticos. ¿Hay libertad aquí, hay autonomía en esa decisión? ¿Qué opciones tuvo esa mujer para decidir? Es necesario sostener esta reflexión en un país en el que las políticas y los discursos publicos destruyen fuertemente esta realidad”.
Finalmente, Soledad reflexiona que “el ser feminista que nos propone es una acción diaria que apunte a las mínimas acciones cotidianas, encontrar en ella el modo de romper con la reproducción de injusticias que se instalan estructuralmente y que aún siguen vigentes. Observar nuestro lenguaje, nuestras prácticas y evidenciar en ellas los momentos de injusticia para transformar desde una posición crítica. Si algo Diana me deja es la paciencia que requiere un trabajo profundo, de pensamiento lúcido que, como bien dijo, puede ser más lento, pero menos violento”.
La ética del cuidado
Milagros Basgall es profesora de filosofía, una de las organizadoras de las Jornadas, y coordina la Fundación Micaela García. Comienza diciendo que lo que más le gustó fue “lo clara y minuciosa que fue con la explicación de los enunciados que sostienen al feminismo y la idea de autonomía”.
Luego cuenta que tomó varias páginas de apuntes, y comparte algunos de los principales.
“Diana nos deja muchas preguntas que, creo, el feminismo intenta responder en su práctica diaria. ¿Cuántas alarmas debemos tener para no reproducir privilegios? En las oportunidades que hemos escuchado a Diana nos remarca (y lo hace) la importancia de recuperar, nombrar y reivindicar a todas aquellas hacedoras de la historia y del pensamiento de las mujeres. En esta parte nombró a María Lugones, que fue quien le abrió las puertas para vincular la filosofía y el feminismo, menciona ‘nuestros títulos son colectivos’ haciéndonos pensar en que no sólo es un logro para todas las metas a las cuales accedemos, sino, en la suma de mujeres que nos han antecedido para que podamos llegar a los distintos espacios de la vida pública”.
En otro apunte, Milagros señala que “en el debate entre lo privado y lo público, lo que es nuestro y lo que nos fue dado, nos recuerda el término de autonomía (mi propia ley), concepto deseado por el feminismo. Las mujeres no teníamos autonomía, alguien debía imponernos lo bueno/lo malo, el premio/el castigo y nos trae una anécdota hogareña donde una mamá le dice a su hija ‘no hagas eso porque queda feo’, ante lo que se escuchó la risa entendida de todas las presentes. Ese reto, nos muestra Diana, no hablaba de justicia ni de ética. Podría decirse que hablaba más de una cuestión estética en la construcción de la moral”.
Para Milagros también fue relevante que Diana “nombrara y rescatara a Carol Gilligan, quien estudió la forma en la que las mujeres resolvían cuestiones morales y notó que era totalmente distinta la forma en la que tratan estos temas. Allí nace la idea de ética del cuidado, donde se analizan las narrativas de forma particular y en vínculo con la comunidad. Presenta una voz diferente sobre el discurso moral de Occidente”.
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Quién es Diana Maffía
Doctora en Filosofía, directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura Ciudad de Buenos Aires, docente en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Rosario, e investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA. En la década del 80, Diana formó con otras filósofas la Asociación Argentina de Mujeres en Filosofía, y en noviembre de 1989 organizaron el Encuentro Internacional de Feminismo Filosófico, en Buenos Aires. Además fue defensora adjunta del Pueblo en la Ciudad de Buenos Aires (1998-2003) y también legisladora de la ciudad (2007-2011). Es autora de numerosas publicaciones y ha sido distinguida con el Premio Dignidad de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (2001) y la Medalla del Bicentenario del Gobierno de la Ciudad (2010). En 2019 fue nombrada doctora "honoris causa" de la Universidad Nacional de Córdoba y en 2022, de la Universitat Jaume I de Castelló (España). Es autora, entre otros trabajos, de "Contra las dicotomías: Feminismo y epistemología crítica". UBA 2008
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