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El adiós a Erminda Strappa

A los 98 años se despidió después de una larga y fructífera vida. Integrante de una familia emblemática de la ciudad, Erminda tenía una intensa vocación artística y una fortaleza vital que la llevó hasta la cima del Machu Picchu hace unos pocos años, con sus nietos.

REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES

El pasado viernes 18 de octubre falleció en ciudad, Erminda Palmira Strappa, una de las integrantes de la familia que desde hace 77 años administra la Mercería Strappa Hermanos, toda una institución uruguayense. Erminda tenía 98 años, había nacido el 15 de mayo de 1926 en Pérez Millán, partido de Ramallo (provincia de Buenos Aires).

Era la quinta de los siete hermanos Strappa (Andrés, nacido en 1920, Alberto en 1921, Ida en 1922, Lidia en 1924, Erminda en 1926, Eduardo en 1929 y Nélida en 1933). Sus papás, ambos inmigrantes llegados de Italia, eran Juan Bautista Strappa y María Genevola Montelapare. Cuando eran muy pequeños sus padres vinieron a Entre Ríos, afincándose primero cerca de Concordia, después en San Salvador, y en 1947 se instalan en Concepción del Uruguay. En La Histórica comienzan con su emprendimiento de economía familiar, primero una pensión y luego comienza a funcionar la mercería que es hoy un nítido símbolo de identidad uruguayense.

“Los bisabuelos administraban una pensión, venían viajantes de todos lados”, cuenta Juan Martín Carpenco, nieto de Erminda. “Tenía un rol importantísimo el lugar, como conexión con Buenos Aires, en aquella época en que se pasaba en la balsa, paraban ahí viajantes de diferentes distribuidoras y seguían hasta Corrientes. Muchos militares también, que estaban de paso. Y no sé, un día algún viajante, creo que fue, ofreció una carga de camisetas, botones, no sé bien qué era, y el tío Alberto la dispuso ahí en el zaguán, y la vendió, y la repuso, y la vendió, y la repuso... Y así arrancó la mercería, casi ocho décadas atrás…”.

La tierra en las manos, el espíritu en lo  más alto

Erminda se casó con Ramón Félix, hijo de inmigrantes turcos. Con él tuvo dos hijas, Marta Graciela (a su vez mamá de Axel y Daniela Carbone) y Mirta Griselda, más conocida como “La Charo”, y mamá a su vez de Juan Martín, Joaquín y Justina Carpenco. Erminda conoció además dos bisnietos, hijos de sus nietos Daniela y Juan Martín.

“Hasta la semana pasada andaba haciendo huerta”, contó a esta redacción Daniel Carbone, papá de Axel y Daniela. “Así es, la Iaia tenía tierra en las uñas porque seguía haciendo quinta”, confirma Justina Carpenco, una de las nietas de Erminda y que continúa la tradición de la mercería, junto a su mamá Charo.

Justina recordó además que a los 93 años y recién recuperada de una fractura, Erminda viajó con sus nietos a Perú y visitaron el legendario Machu Picchu: “Con 93 años, recién recuperándose de su cadera quebrada un año atrás, logró con gran esfuerzo llegar hasta lo mas alto de Machu Pichu (2.500 metros sobre el nivel del mar). Sin quejarse ni una sola vez, con buena onda y muchísima paciencia sobre sí misma, entendiendo que ‘un pasito más’, y ‘otro pasito más’ (y unos cuantos caramelos de coca y abundante agua), iban a llevarla hasta lo más alto, para desde ahí poder apreciar la inmensidad”.

Reconocimientos

En 2021, a propuesta de la Dirección de Adultos Mayores del Municipio de Concepción del Uruguay, Erminda y su hermana Nélida fueron reconocidas en el “Día Internacional del Voluntario”, fecha que fue declarada por las Naciones Unidas, y que desde 2005 en nuestra ciudad, reconoce a las personas que desarrollan actividades ad honorem en las instituciones, organismos y agrupaciones que cumplen una función social dentro de nuestra comunidad. Esas personas son elegidas por sus pares, quienes en la labor diaria que desarrollan las perciben como las más dignas merecedoras de la distinción.

Unos años antes la escritora Laura Erpen, en un emocionante relato escrito para un nuevo aniversario de la Mercería, había señalado el lugar destacado que Erminda y sus hermanos ocupan en la memoria de gran parte de la comunidad uruguayense. Aquel bello texto culminaba diciendo:

“¡Los Strappa..! ¡Vaya si estuvieron presentes, siempre! Hoy los recordé, mientras zurcía los cancanes de mi niña. (…) ¿Sabrán, los Strappa, cuánto nos ayudaron para que la vida fuera más bella? ¿Tendrán idea de cuánta importancia tuvieron en nuestras paqueterías, en las cortinas de nuestras ventanas, en los ornatos de nuestros discretos vestidos, en nuestros tejidos de la dulce espera, en nuestras horas? ¿Sabrán que los recordamos con ternura? ¿Sabrán que tienen un lugar en nuestra memoria y un rinconcito en nuestro corazón? Por si no lo supieran, quiero contarles y decirles gracias. Esta chica que ya no es chica los recuerda con una sonrisa y los tiene cobijados en la memoria. Feliz aniversario, familia trabajadora, ejemplo que muchos debieran imitar en estos tiempos líquidos. Que al festejar, sepan que festejamos con ustedes porque una vida laboriosa como la que lograron construir es un tesoro de nuestro patrimonio, en el que tienen bien ganado su lugar”. (Laura Erpen en revista Orillas, septiembre de 2015)

La Iaia del pueblo

Erminda era la abuela amada incomensurablemente por sus nietos, que le dedicaron un Instagram (“La Iaia del pueblo”) donde la vitalidad, la alegría de vivir y la vocación de servir a los demás se entremezclan en el homenaje permanente.

Allí la definen así: “La Iaia del Pueblo. 98 años de edad biológica. Entrerriana. Costurera. Mamá, abuela, bisabuela. Fan de las plantas, la poesía y el fernet”. Allí se ve a Erminda haciendo yoga, recibiendo la distinción de la Municipalidad “por su compromiso social en el alivio y la contención de los más desprotegidos”, preparando los ñoquis del 29 o tomando su fernecito o un licor. Siempre con una sonrisa maravillosa y plena de energía.

Erminda cumple número 98.

Erminda, como muchas personas de espíritu abierto y generoso, disfrutó de su “nietada” (y ellos de su abuela amada) compartiendo los cambios de época con una apertura mental y una disposición de ánimo envidiables. Se reía y divertía con ellos y a su vez ellos con sus travesuras y ocurrencias, ya que encontraban en su “Iaia” una dulce complicidad y un ejemplo de vida en muchos sentidos.

Un nombre para la alegría

Las anécdotas de Erminda son interminables (algunas se pueden sospechar en las imágenes que compartimos) y permiten asomarse a la celebración de su larga y fructífera vida. Y gracias a ello, entender de dónde salía “esa energía única que emociona hasta las lágrimas”, como dice Justina, quien aprendió de su abuela “que todo es cuestión de actitud y que lo que nos hace libres realmente, es no tener miedo. Gracias también, por sobre todas las cosas, enseñarme a seguir adelante (a pesar de tanto)”.

Justina recuerda (y tiene grabado un vídeo) a su abuela subiendo la montaña con un bastón: “Recuerdo cuando lo grabé, que en un momento la vi como una gladiadora: enterraba el palo en la montaña y hacía un pasito más y me decía ‘un poquito más, un poquito más’. ¡Y así llegó hasta arriba! Yo estaba mareada, mi hermano también, con ganas de vomitar ¡y ella estaba impecable! ¡Era tremenda!”.

Erminda en Machu Picchu con su nieta Justina.

En el Instagram realizado en su homenaje (https://www.instagram.com/la_iaiadelpueblo) se aprecia la energía que conservó hasta el final, así como muchas de sus travesuras, pero sobre todo su fuerza vital, su humor, su alegría, su desparpajo y su talento, su amor por la naturaleza y por los animales.

Allí también se la ve cantando un poema que escribió en homenaje a Diego Maradona, escrito sobre la música del tango “El sueño del pibe” (que el propio Diego cantaba). Porque Erminda, además, tenía talento creador y pasión por el arte. Su hermana Nelly conserva un cuaderno con sus creaciones. Aquí compartimos la letra que escribió (y cantó) en homenaje a Diego, en formato tanguero.

A DIEGO MARADONA

Por Erminda Strappa

(sobre la música de “El sueño del pibe”, de Juan Puey y Reinaldo Yiso)

Se murió el morocho Diego Maradona,

y allá en la barriada maldiciendo están.

Hay una tragedia en cada mirada,

hay una amargura difícil llevar,

hay un nudo grande en cada garganta,

unas incontenibles ganas de llorar

¡Se murió Dieguito! la tragedia es tanta

que encierra y espanta, cobarde y brutal

Dieguito querido, amiguito santo

¿por qué te nos fuiste sin decir adiós?

La gente más buena te quería tanto,

las pibas más guapas soñaban con vos.

Vos fuiste el hijo de todas las madres,

fuiste el amigo más noble y más fiel,

que triste se queda sin vos la Argentina,

¡que Dios te bendiga! Dieguito es el Diez.

El viernes 18, a medida que muchas personas se fueron enterando, la tristeza por la noticia se entreveró con la emoción de haberla conocido y valorado en su larga y emblemática vida.

En varias ocasiones hemos recordado la hermosa frase de Julius Fučík, el luchador checo ejecutado por los nazis, que dejó como legado para siempre: “Que la tristeza no sea unida nunca a nuestros nombres".

Esa frase expresa quizás la más genuina ambición que una persona puede tener al partir. Y eso podrán decir sus nietos sobre Erminda, cuyo nombre tampoco podrá unirse jamás a tristeza alguna. Por eso en esta despedida se suman a su familia una gran cantidad de uruguayenses que le dicen: “Hasta siempre Erminda, tu recuerdo seguirá llenando de alegría a quienes te conocieron y quisieron”.

 

 

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