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El adiós a Hilda Beatriz Bustos, artista plástica uruguayense

La docente y artista plástica uruguayense falleció este viernes 7 de marzo, dejando una obra muy importante y de gran reconocimiento. Hilda fue una de las más prolíficas y activas creadoras de Entre Ríos. Aquí, un perfil sintético de su notable trayectoria y la despedida de algunos de sus colegas y amistades.

 

REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES

Hilda tenía una extensa trayectoria artística, con incontables exposiciones realizadas en diferentes lugares del país, en muestras individuales y colectivas, y numerosos reconocimientos por sus creaciones. En ellas mostraba un compromiso con valores hondos. Ilustró una gran cantidad de publicaciones, e integró varios colectivos artísticos.

HIlda frente a una de sus obras (archivo Mario Morasán).

Había nacido en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 21 de noviembre de 1947. Casada con Leandro Rodolfo Rivas (fallecido en 2014), con quien tuvo a Valeria Beatriz y a Leandro Sebastián (fallecido en diciembre de 2014).

Obra de Hilda Bustos seleccionada para la muestra del Dia de la Mujer (Museo Artemio Alisio) Gentileza José Luis Saffer.

Era maestra normal egresada en 1965 de la Escuela Normal del Profesorado “Mariano Moreno” (1965) y se graduó luego en la Universidad Nacional de La Plata como Licenciada en Pintura en 1971. Cursó un Posgrado en Ouro Preto a través de una beca de la Universidad del Estado de Minas Gerais, Brasil.

Se dedicó a la docencia ejerciendo en el Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza, la Escuela Normal y el Bachillerato Artístico Raúl Chappuis.

Fue socia fundadora de la Asociación de Artistas Plásticos de Concepción del Uruguay y del Museo de dicha ciudad. Integró “Todo Arte”, la Galería-Atelier “La Folie” y el “Nuevo Espacio de Arte”. Integró la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP) y el Círculo de Bellas Artes (de CABA).

Realizó numerosas exposiciones, individuales y colectivas, en la ciudad y en otras de la provincia, así como en Buenos Aires (por ejemplo en Galería Witcomb), La Plata, Corrientes, Quilmes, Jujuy, Ushuaia entre otros lugares. Ilustró libros de distintos autores, como Susy Quinteros, Nenúfar Panizza, Gustavo Alberto y Luis Salvarezza, el Cuaderno SADE N.º 2 dedicado a los 200 años de la ciudad, la antología Mi Colegio y la ciudad, (1983), la revista Nosotros, la revista Borrón y Cuenta Nueva, El Tren Zonal, la Revista SER del Profesorado de la Escuela Normal (n.º 17-18), etc.

Distinciones y compromiso

Entre otras distinciones fue galardonada en el Salón Anual de Artes Plásticas de Entre Ríos del Museo Provincial de Bellas Artes "Dr. Pedro E. Martínez", de Paraná (en numerosas ocasiones), en la Galería "Paolo Ucello", de Buenos Aires, el Primer Salón del Poema Ilustrado organizado por el Club Social, el Primer Salón Provincial de Dibujo y Pintura del Norte Entrerriano "Linares Cardozo", organizado por el Museo Municipal de Bellas Artes de la ciudad de La Paz, Salón de Dibujo, Pintura y Escultura de la Sociedad Argentina de Escultores, de Buenos Aires.

La artista en su taller.

En muestras como "De los desastres naturales y otros", mostró su compromiso con el problema ambiental. Allí presentó varios trabajos sobre la temática, bajo el epígrafe: "Nuestro convulsionado mundo invade el de nuestras fantasías. Volemos o caigamos, no podemos irnos sin transitarlo”. De igual manera había realizado una potente serie de ilustraciones sobre la tremenda Guerra del Golfo, donde marcaba su compromiso con la paz y la no violencia.

Junto a Artemio Alisio (archivo José L. Saffer).

También presentó una muestra titulada “A todos el pan, a todos la belleza”, donde presenta sus trabajos citando al poeta Roberto Santoro y dice: “el arte y la cultura, por si solos, no lograrán una sociedad más justa ni un ser humano más digno, sin embargo insisto, como destacó el poeta Santoro, en revelar mi empecinamiento. Allí mi vocación, mi devoción, para que a todos el pan, para que a todos la belleza”.

Obras de su autoría forman parte del Patrimonio del Museo Provincial de Dibujo y Grabado Artemio Alisio, del Museo de Bellas Artes de la Biblioteca Popular El Porvenir, de la Basílica Inmaculada Concepción, de varias instituciones de Concepción del Uruguay e innumerables colecciones particulares. También en publicaciones sobre artistas de Entre Ríos como Arte Entrerriano 98 (1999) y la Antología 1 (Literatura, Artes Plásticas e Historia) de Concepción del Uruguay (2002).

Valoraciones

Luis Salvarezza fue su amigo y compañero de andanzas artísticas, y le dedicó varios poemas a sus obras. Reproducimos aquí uno titulado “Las Barcas de Hilda”

Clavan sus anclas como se clava una nueva cruz

y al borde del río de la mañana

dejan caer el anudado entusiasmo de las redes.

Recogen escamadas palabras y sus vocales sangran, boquean y mueren.

El río sin embargo arrastra camalotes en floración,

Arrastra sueños y peces.

Y de ellas, palabras todavía no dichas.

Por eso se iluminan de pasiones. Es más,

siempre han ardido sin brújulas y dioses que las amparen.

Son pueblo y carne de desdichas, mástil de traiciones.

También son los abismos. Musculaturas vencidas

por las profundidades del oficio,la embriaguez y los vaivenes.

¿Muchas ramas aunque quebradas no hacen un gran árbol?

- -

Terminó el río y el mar, pero algo,

algo continúa mojándole los pies, algo definitivo,

Algo todavía no dicho

 

La escritora Susy Quinteros le dedicó este texto titulado “La pintora de barcos”:

“Traía jardines nocturnos en los ojos, soles en el cuerpo y prendedores de espuma. En sus oídos saxos melancólicos desoían el orden natural. La voz que dormía en los ecos de su taconeo, la volvía extranjera en sitio conocido. Ante las puertas de otro día, bailarinas de ojos pintados salían en busca de costas con paisajes de río. Solo allí, en sus murmullos, redimía una peregrina nostalgia de audaces mástiles con banderas de universos lejanos. Había una vez fue el comienzo de un cuento de mal final. La mano que pintó mil orillas y quietos barcos, atesoró meandros que no llegaron al mar, fueron por las crecientes de un destino nacido en la grácil paleta de su juventud”.

Unos años atrás, al publicarse el libro Mujeres, editado por la Municipalidad uruguayense, Hilda, incluida en el tomo II, dijo lo siguiente sobre su vida y su obra artística:

“Puedo decir que estoy feliz de haber elegido y más por no haberme equivocado en la elección. Esta me ha traído todo lo que le puede traer un ser humano, poder hacer lo que realmente quiere. No me queda más que reconocer y agradecer el apoyo de mis conciudadanos, colegas y ex alumnos quienes con su participación en las exposiciones y el aliento han hecho de mí una persona y una artista plástica mejor. A mis amigos, a los que frecuento día a día, ellos saben quiénes son y no necesito nombrarlos, todo el cariño y el permanente amor por su acompañamiento en apoyo de mi profesión, de mi persona y de mi vida en los momentos buenos y en los momentos no tan buenos”.

La despedida de colegas y amistades

Tamara Matzkin: “Mi querida seño, amorosa, generosa, siempre con una sonrisa. Un día pasé por la UNER, frente a la plaza Ramírez, estaba exponiendo Beatriz. Las obras eran grandes, potentes, llenas de color. Era una serie sobre la Guerra del Golfo. Me impactó mucho, no era lo que conocía de ella. Me recibió como siempre, radiante, hermosa, cálida. Nos dimos un abrazo. ‘Es hermoso’, le dije. ‘Terrible a la vez’. Eran algo abstractos, pero entre pinceladas cargadas de color emergían caras desesperadas, niños vulnerados, horror, eran una denuncia, no buscaban belleza o armonía, eran testimonio, como gritos. Ella podía hacer eso y a la vez un apacible paisaje, un equilibrado bodegón. Hoy celebro tu vida, querida maestra. Dejaste una huella acá, y un hermoso aroma a ternura”.

José Luis Saffer: “Querida artista que transitó por la pintura y el dibujo, con distintas temáticas: paisaje, desnudo, naturaleza muerta, abstracción, etc. Su impronta colorista invadía sus acrílicos y acuarelas, sus veleros en el rio se perdían en brumas de violetas y los arboles de la costa se encendían en amarillos. Activa en el grupo de plásticos locales siempre participando en muestras individuales como colectivas. El Museo Artemio Alisio tiene en su patrimonio dibujos y acuarelas de Hilda Bustos”.

Luis Salvarezza: “Beatriz fue una mujer hermosa. Andariega. Llena de encanto y amistades. Generosa y con una capacidad increíble para dibujar y pintar. Recuerdo la rapidez con que iniciaba cualquiera de sus obras, bosquejaba con mucha facilidad. Por eso hay tanta obra de su autoría como inconclusa. Desordenada con sus cosas y su vida. Nadie olvidará una mañana entrando al Colegio y haciendo reír al alumnado: llevaba una bota corta de color marrón y otra de caña larga negra. Amaba la naturaleza, particularmente el río. Al que pintó hasta el cansancio y donde todas las mañanas iba a tomar sol y a propósito, quién puede olvidar sus bikinis animal print o plateada. Frecuentó la vida nocturna de nuestra ciudad (bares y casino). Se la veía siempre feliz pero como se dice vulgarmente el dolor circula por dentro y sus amigos creemos que el suicidio de su hijo Sebastián hizo mella en su cuerpo y su vida y un día Beatriz no fue la misma de siempre. Se llenó de tristezas. Pero nadie que la conoció puede dejar de olvidar los momentos hermosos que generaba”.

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Agradecemos el aporte invalorable de Luis Alberto Salvarezza para la realización de esta nota de despedida.

 

 

 

 

 

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