Este jueves falleció Mario Soria, apasionado de la fotografía, y autor de “Mirando mi ciudad en el tiempo”, una obra en la que mostró más de un siglo de imágenes de su querida Concepción del Uruguay.
Por A.S.
Este jueves 22 de junio falleció Mario Aníbal Enrique Soria, quien en mayo había cumplido 77 años. Apasionado por la fotografía y por la historia uruguayense, fue el responsable de Foto Optica Royal, a cuyo frente estuvo durante décadas, hasta pasar el relevo a su hija Silvina y su yerno Diego. Mario le había comprado la casa de fotografía (“Foto Royal”) a Robert Argachá en 1970. Cuenta Silvina, su hija, que al recibirse ella de óptica, en 1989, Mario le dio el nombre y las características actuales a su comercio. Y fiel a su promesa (“Me retiro a los 60”), la dejó al mando de ellos aunque todavía faltaban cinco años para la “verdadera” jubilación.
Cooperativista, había integrado la Caja de Crédito y el Banco Institucional Cooperativo, y durante toda su vida fue un peronista convencido. Entre sus principales pasiones, la de la fotografia se plasmó en su libro “Mirando mi ciudad en el tiempo”, una selección de imágenes de Concepción del Uruguay que van desde el año 1900 hasta 2007, fecha en que fue editado en el marco del proyecto Identidad Entrerriana. En ese trabajo, Mario seleccionó, clasificó y difundió una gran cantidad de imágenes inéditas (antiguas y actuales) de su amada ciudad, todas ellas recogidas a lo largo de su vida profesional y pertenecientes a su archivo particular. Muchas de ellas, además, las fue donando generosamente al Museo Artemio Alisio –del cual era habitué– como la serie de fotografías del Carnaval 1982, que fueron expuestas en 2014 en el 25ª aniversario de la institución. Mario tenía en preparación un segundo libro, que no alcanzó a ver publicado.
De mirada aguda y crítica, apasionado por las cuestiones sociales y políticas, Mario Soria registraba una larga filiación en el peronismo, y en algunas ocasiones decidió participar más activamente en la vida política uruguayense. Así, en 2003 fue precandidato a viceintendente acompañando a Aurelio Garay, en las elecciones internas del Partido Justicialista.
Su hija Silvina y su yerno Diego, su hija Mariana y su pareja, y sus cuatro nietos, han recibido en estas horas (tras el sepelio realizado en la mañana de este viernes) innumerables muestras de cariño.
En las redes, sus vecinos y amigos lo despidieron recordándolo en sus diferentes facetas. El arquitecto y dibujante Manuel Putruele, por ejemplo, lo definió diciendo: “Una gran persona. Se fue un testigo insuperable de nuestro tiempo”. Jorge Maristain recordó su acción cooperativista: “Cooperativista activo e incansable, siempre estuvo atento a los empleados. Una gran persona y un gran consejero de la Caja de Créditos y del Banco Cooperativo”.
“Mario Soria ejerció su profesión con la dedicación y la responsabilidad de un grande y cuanto más transcurra el tiempo, su obra, su trabajo atesorado por nuestro Museo, servirá de vidriera para las generaciones venideras” (José Luis Saffer)
UNA VIDRIERA PARA LAS GENERACIONES VENIDERAS
José Luis Saffer, director del Museo Artemio Alisio, pintó una breve y precisa figura al contarle a este cronista: “Mario Soria es un amigo del Museo desde los primeros tiempos, íntimo de Artemio al cual retrató infinidades de veces. Donó aproximadamente 1.500 fotografías de su trabajo por la ciudad y de los eventos más importantes que ocurrieron durante su labor como fotógrafo. Siempre afable y risueño, nos acompañaba en todas las inauguraciones, dialogando con los artistas que nos visitaban. En la actualidad, la provincia compró para el Museo un escáner para negativos fotográficos, exclusivamente para ser usado en la digitalización de la obra de Mario, trabajo que está siendo realizado por el amigo fotógrafo Esteban Alba”. Saffer agregó: “Fue una persona que ejerció su profesión con la dedicación y la responsabilidad de un grande y cuanto más transcurra el tiempo, su obra, su trabajo atesorado por nuestro Museo, servirá de vidriera para las generaciones venideras”.
Precisamente Esteban Alba, quien además recientemente (en abril de 2013) expuso con Mario en una muestra conjunta, lo recordó con estas cariñosas palabras: “Mario era un tipo alegremente amable y amablemente bueno. Él era un gran fanático del blanco y negro, me regaló y dedicó tres libros sobre fotografia y varias cajas con negativos de los años 70, 80 y 90. Una persona con muy buen humor y muy generoso, un tipo que se metió en las casas de media ciudad por su trabajo y que atraviesa la historia contemporánea de Concepción del Uruguay, con sus festejos y sus tragedias”.
En los archivos que Mario dejó, se encuentra gran parte de la historia reciente de su ciudad. Esteban cuenta que “la semana pasada habíamos estado hablando, me dijo que tenía más cajas para darme, y antes de ayer hablamos de encontrarnos en estos días. No pudo ser. Actualmente estoy trabajando con la partecita del archivo que me llegó a dar”. Es enorme la cantidad de imágenes que guarda ese filón, ese legado que Mario dejó en manos de su comunidad, y que recién empieza a descubrirse.
LAS MEJORES FOTOS DE LINARES
El profesor Raúl Tournoud, estudioso e impulsor del reconocimiento permanente a la obra de Linares Cardozo, añade otra faceta de Soria: "Mario fue un gran tipo. Estaba en el grupo de Amigos de Linares Cardozo y fue el que sacó una serie de fotografías de Linares en su escritorio, que son las únicas fotos de estudio que existen de los últimos años del gran creador. Una foto de esa serie se usó para la placa en el monolito de la Esquina Linares Cardozo y otras se van publicando en los libros nuevos sobre él. A Mario se le deben las mejores fotos de Linares Cardozo".
En su generosidad, Mario Soria "dejó varios rollos para los Amigos. De a poco se irán publicando, ilustrando los libros sobre los Aguaribay de Linares Cardozo. A algunas fotos las dejó reveladas y autografiadas".
"Un genio", acota Raúl: "Hizo muy bien en repartir sus cosas para que no se pierdan".
Mario Soria, apasionado testigo de su tiempo, seguirá vivo en el recuerdo de quienes lo conocieron y hoy lo despiden, con tanta tristeza como afecto que no dejará de perdurar. Su extenso trabajo será, como lo auguran sus amigos Saffer y Alba, una inspiradora, generosa y eficaz vidriera a la vida de la ciudad para las actuales y futuras generaciones de uruguayenses. Hasta siempre, querido Mario.
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