El 19 de febrero pasado el mundo de los guantes lo despidió: Ramón Roberto “Petona” González era sinónimo de boxeo en La Histórica, no sólo por su etapa activa arriba del cuadrilátero, sino en su era de formador, con el objetivo de “sacar a los chicos de la calle”. El adiós a una persona que fue muy querida en todos los ambientes.
REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES
Fotos: Archivo familia González y Alejandro Osuna.
Nació en Concepción del Uruguay el 5 de agosto de 1948 y estaba casado con Rosa Ester Leiva. Tuvo cuatro hijos: Silvia, Roberto Fabián, Rosana y Pamela. Ellos le dieron 10 nietos: Lautaro, Matías y Lourdes Racigh; Maia y Benjamín Muñiz; Oriana Stumpfs; Roberto, Antonela, Micaela y Camila González.

En su extensa trayectoria tuvo nada menos que 181 combates y fue campeón entrerriano en su categoría de peso mediano en 1977, como lo atestiguan las dos imágenes que siguen.
Antes y después de incursionar en el deporte de las narices chatas tuvo una gran cantidad de trabajos. De niño fue canillita, recolector de residuos, cumplió labores en el puerto como en el cementerio, fue embarcado y en los años 70 empezó en la Municipalidad de Concepción del Uruguay, donde llegó a dirigir la Escuela de Boxeo, hasta que se jubiló a los 65 años.
Desde muy joven
En su adolescencia despertó su admiración por la vida de los guantes, tenía entonces entre 13 y 14 años “ya que él quería aprender, iba y miraba cómo entrenaban, hasta que en un momento lo dejaron pasar a entrenar y desde ese momento nació su pasión por el boxeo”, relata a EL MIÉRCOLES su nieto, también boxeador, Lautaro Racigh. “Sus entrenadores fueron los hermanos Perdomo, a los que siempre nombraba y los recordaba con una sonrisa”, agregó.
Apellido materno y un apodo desde la infancia
Pese a que se crió con su padre (Cabrera) Petona llevaba legalmente el apellido materno, por eso hasta en las crónicas deportivas se prestaba a esa confusión.

Su mismo nieto revela el por qué del apodo, que se transformó en marca propia, “su abuela se llamaba Petrona, y se dice que al no poder pronunciar la R, sus compañeros lo gastaban y le decían Petona, y de ahí quedó el apodo”.
Formar y sacar a los chicos de las calles
Fue entrenador varios años, su principal motivación fue sacar a los chicos de las calles y brindarles disciplina y un lugar donde se sientan como en casa, como también formarlos como boxeadores. Si bien en múltiples ocasiones le ofrecieron ser juez y árbitro él nunca lo aceptó.
Entre algunos de los boxeadores que hizo debutar se encuentran David Segura, quien fue amateur, y hoy sigue ligado al boxeo como árbitro y entrenador con su academia; Gastón Perkin Sosa y El León González, ambos profesionales.
Testimonios
"Siempre llevaré en el corazón el amor que mi abuelito tenía para brindar a los demás. Siempre que andaba con él por la calle, todo el mundo lo saludaba, desde chico supe que era muy querido en la ciudad, siempre fue una gran persona y sobre todo un excelente abuelo, el que cualquier chico quisiera tener”, describe Lautaro Racigh.
“Tardes y tardes viendo y hablando de boxeo, una pasión que compartimos. Él fue el primero en ponerme unos guantes y enseñarme lo básico, como pararme y lanzar golpes. Nunca olvidaré que, incluso en sus peores momentos, cuando le preguntaba cuál era su mano noqueadora, él me levantaba la derecha. Jamás olvidó que fue un gran boxeador y que esa fue su pasión toda la vida."

El entrenador de Lautaro fue Juan Manuel Garay (academia “Amilcar Brusa”), con quien también estuvo vinculado en los últimos años de vida , “lo conocimos por el 2011 en Parque Sur cuando les daba una mano a los Alcaráz. Ya en el 2012 abrimos en el salón de Prefectura en calle Juan Perón, al tiempo fue Petona porque necesitaba un lugar para enseñar en el marco de la escuela municipal de boxeo; estuvo unos cuantos meses hasta que le llegó la jubilación. Tenía mucho conocimiento, era de la vieja escuela de boxeo. Nos contaba anécdotas, nos mostraba los regalos que había recibido, los manuales que fue recogiendo a lo largo de su vida. Conoció a nuestro maestro Amilcar Brusa. Quedó una gran amistad,un tipo con cero maldad. Nos queda la alegría que a su nieto lo hayamos formado como boxeador y que él lo pudiera ver cuando debutó en Concordia, si bien estaba bastante desmejorado, tenía una alegría tremenda, porque incluso cuando Lautaro sube al ring lo anuncian como el nieto de una leyenda ‘que está presente con nosotros”.

Por su parte David Segura señaló que: “Pasé muchos años conviviendo con él, siempre fue un gran tipo, tuve una gran amistad con él, nunca me voy a olvidar en el momento en el que ya dejó de reconocer a la gente a mí me seguía reconociendo”.

Su legado sigue vigente y perdurará a lo largo de generaciones de los deportistas uruguayenses en general y los boxeadores en particular.
Más fotos para guardar en el recuerdo

Información, archivo y testimonios: Lautaro Racigh.
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