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El avance de los libertarios

En estos últimos tiempos han surgido algunos pensadores quienes se titulan “libertarios”. Se especializan en cuestiones relacionadas con la economía, y predican que el Estado es siempre opresor. Javier Milei es el personaje que mejor mide en televisión, ya sea por sus gritos y por el ataque en bloque a la política en general  y a los políticos en particular. Hay otros como José Luis Espert, Martin Tetaz, y Roberto Cachanosky que se definen como liberales pero tienen muchos puntos en común con el libertarismo.

 

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

Algunos economistas han levantado la bandera del libertarismo, sobresaliendo Javier Milei. Según algunos observadores viene conquistando la adhesión de jóvenes citadinos. Se produce, al parecer, una propuesta de revolución desde la derecha, empujada por grupos juveniles.

En verdad esta propuesta libertaria fue ideada por Robert Nozik en su libro “Anarquía, Estado y Utopía”. Nozik (fallecido en 2002) fue profesor de la Universidad de Harvard. Su libro tiene  base en las ideas de John Locke, y propone la existencia de un estado mínimo. De ahí el parentesco con el anarquismo que proponía la anulación del Estado, porque era al fin y al cabo un medio de opresión de la clase burguesa.

El libertarismo va por ese camino y propone “el estado mínimo”. Esto consiste en que el Estado no debe tener actividad alguna, con excepciones. Solo admite algunos hombres armados para defensa de eventuales ataques externos y otros hombres armados que se dedicaran al orden interno,  cuya tarea será el  cuidado de la propiedad privada a las que llama “justas pertenencias”. Toda otra actividad estatal será inmoral. Así cobrar impuestos, intentar una distribución de la riqueza que limite las desigualdades, la educación y la salud pública son inmorales. ¿Por qué? Porque violentan la propiedad privada al tener que  pagar impuestos.

¿Cómo sería un gobierno libertario en el caso de una pandemia como la actual?  La respuesta es harto sencilla. Las vacunas son un producto que las personas necesitan. Las empresas verán allí una necesidad y por lo tanto un negocio redituable. Un empresario invertirá en fabricar vacunas o traerlas del exterior y las venderá como cualquier otro producto del mercado.

Se podría preguntar qué ocurre con aquellas personas que no tienen la posibilidad de comprar la vacuna ante la imposibilidad de prever una pandemia. El libertarismo de Nozik tiene la respuesta. En una ciudad  siempre hay personas generosas (como Cáritas o el Ejército de Salvación) que podrán brindar un servicio a sus congéneres más necesitados. La segunda opción es que el Estado abra una cuenta en un banco y las personas depositen allí algún dinero si así lo desean. De ningún modo el Estado podrán crear impuestos por esta emergencia.

En el libertarismo ni siquiera se admite que el Estado tenga alguna actividad para las personas discapacitadas. Soluciona el tema indicando que de ello deben hacerse cargo los parientes del discapacitado. Llegado el caso contratarán una persona para que se haga cargo de los cuidados requeridos.  Nada de escuelas especiales, salvo que sean privadas.

En la Argentina los libertarios tienen un obvio hartazgo de gobiernos que intervienen en economía. Suponen que todas las penurias se deben a esas prácticas que suele denominarse “Estado presente”. Solo Felipe Cavallo se acerca a sus postulados teniendo en cuenta su afán privatizador.

Se podrían hacer muchas preguntas sobre como encararían los libertarios los complejos problemas de un país tan desigual como la Argentina. Responderían que el Estado no debe intervenir y que la igualdad no es justicia. La desigualdad es natural y responde a los méritos que cada uno fue capaz de hacer.

Para el libertarismo nada puede ser obligación y solo es moralmente justo cuando surge de la voluntad del individuo. Así la ley 1420 obligando a los padres a enviar a sus niños a la escuela serio una violación de derechos. Ni hablar de los impuestos que son sencillamente un robo, salvo aquellos que se recauden para un estado mínimo, que son un ejército y un cuerpo policial.

Nozick no fue economista sino un filósofo. En su libro principal “Anarquía, estado y utopía” explica sus puntos de vista. Sería saludable su lectura, sobre todo comparando con los gritos de Milei en programas de televisión.

rubengallay@hotmail.com

 

 

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