Julio César Rodríguez, a quien apodaban El moscardón verde, no declaró en la audiencia oral y pública de este miércoles pero antes aseguró que la situación en que se encuentra se debe a una cuestión de celos por parte de una de víctimas. Se le imputa haber formado parte de una asociación ilícita, detenido ilegítimamente, privado ilegalmente de su libertad y torturado a los querellantes Juan Bautista Amadeo Echeverría y Carlos Julián Stur.
Informe: J.R.D. de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Foto: V.B.
En la presentación ante el Tribunal, Rodríguez aseveró que no tenía apodos, pero “en una época” le decían Boquita. Al no querer prestar testimonio en esta jornada, se leyó su declaración indagatoria. Allí había sostenido: “Yo no tuve ninguna participación en los hechos que relatan estas dos personas. Me parece que no es una película cinematográfica”.
Después fue por las razones sentimentales como justificativos: “Carlos Julián Stur es el primer esposo de mi actual señora, y para ello acredito acompañando copias de las partidas de casamiento. Parece más una situación de despecho la que ha promovido el señor Stur por haberme casado con quien fue su esposa”.
Luego, amplió: “A mi esposa la conocí entre los años 1963 y 1964. Se llama Clara Adelfa Agnes. En ese momento ella estaba casada con él. Se divorciaron en 1973 o 1974, pero en 1963 habíamos entablado una amistad más íntima pero cada uno en su casa. En ese momento vivía con mi esposa anterior, que falleció. Con Clara nos casamos en 2014, el 13 de noviembre”, prosiguió.
A continuación, agregó: “Con relación a los hechos que me relataron, respecto a unos gendarmes que mencionaron, no los conozco ni de vista ni por apellido. Me llama la atención el horario que relatan en Banco Pelay. Nunca fui de noche, a lo sumo si fui de tarde fue con mi señora y mis hijos, pero jamás estuve de noche. A Stur lo conocía de vista, porque en una oportunidad me rompieron el vidrio del auto de mi coche y tuve que hacer el cambio, fue en el negocio de Héctor Becerra, donde él trabajaba. Esto habrá sido más o menos en el año 1970. A Echeverría lo conocía de cuando estuvo detenido en la delegación local de la Policía Federal”. En ese entonces, Rodríguez era cabo primero y estaba destinado a la oficina de administración.
Reconoció que “había varios detenidos del Partido Comunista en esos tiempos”, aunque se desligó: “No tuve relación con sus detenciones. No tenía relación con los detenidos. A este señor Echeverría, que vendía libros, lo vi cuando me tocó, junto a varios que integrábamos un grupo de la fuerza, custodiarlo hasta Gualeguaychú. Por supuesto, en calidad de detenidos, y esperar en el aeródromo de esa ciudad la llegada de un avión militar procedente de la Brigada Área de Paraná, para ser traslado al Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, dado que los mismos estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional por actividades antidemocráticas, creo. Ya ahí se hizo cargo personal de la Policía Federal, de la división Delegaciones, y regresamos a Concepción del Uruguay”.
“Tampoco hay testigos que puedan decir que las cosas sucedieron tal como lo relatan estas personas. Si hubo un procedimiento tuvo que estar al frente un oficial".
Resaltó que “Echeverría y Stur eran muy amigos y pertenecían al Partido Comunista a nivel local”.
“Estos dos señores eran confidentes del subcomisario Alfonso Lorenzo Gregorio Ceballos, que era el oficial principal al momento de la detención de Echeverría, que era una persona (Echeverría) que se reportaba directamente a Ceballos. Esto lo sabía con certeza por comentarios del propio Ceballos, quien pertenecía a la Federal. Stur también tenía relación con Ceballos, aunque éste nunca los recibió juntos. La relación que mantenían era a través de la política”, manifestó.
Rodríguez piensa que “todo esto” es una maniobra para perjudicarlo, al sentirse Stur despechado por haber contraído matrimonio con la ex esposa, “y haber tenido una relación previa con la que es mi actual esposa”. Que Echeverría era amigo de Stur y éste conocía su casamiento posterior con Agnes.
Según el imputado, cuando Echeverría salió en libertad se encontraron frente a su casa actual. “Se paró. Él andaba en motoneta y agradeció de como lo habían tratado en la delegación, y se entabló como una especie de amistad”, añadió.
Sobre lo sucedido en Banco Pelay, dijo: “Me parece muy sugestivo que, habiendo custodia de la Policía de la Provincia y Gendarmería, no hayan visto otras personas, o hacer alguna denuncia al momento en que, supuestamente, ocurrieron los hechos que denuncian estos señores. De igual manera que estas personas, mayores de edad, no se hayan presentado con algún profesional abogado para hacer una denuncia formal”. “En esto me siento perjudicado, ya que el año próximo cumplo las dos terceras partes de la condena para que me den la libertad condicional, y esta denuncia lo puede afectar en lo que ya cumplí. Recién ahora estoy pudiendo tener salidas sin custodia por 72 horas y con una nueva condena lo perdería”, explicó.
“Tampoco hay testigos que puedan decir que las cosas sucedieron tal como lo relatan estas personas. Si hubo un procedimiento tuvo que estar al frente un oficial, que no lo hubo”, y por último que su jerarquía en la escala policial “no era suficiente” como para tomar decisiones de esa naturaleza, completó.
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