El Papa ha sorprendido a muchos al afirmar que los homosexuales tienen derecho a formar una familia. Abogó por la unión civil como una salida legal. Comentarios apresurados hicieron suponer que Francisco estaba aceptando el matrimonio igualitario. La Iglesia sigue pensando y sosteniendo lo mismo que antes. De hecho el Papa no habló de homosexualidad, sino de homosexuales en cuanto personas. Francisco corrió su mirada de las verdades fundadas en la estricta teología y le adosa una visión antropocéntrica.
Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Las afirmaciones del Papa Bergoglio sorprendieron a muchos y algunos católicos manifestaron su disconformidad a través de las redes sociales. El jefe de la Iglesia Católica afirmó que era necesario que las uniones homosexuales tuvieran alguna cobertura legal y del derecho de los homosexuales a tener una familia.
Esto llevó a suponer que el Papa acepta, fomenta o admite el matrimonio igualitario. Bergoglio ha realizado algunos avances interesantes, pero se está aún muy lejos de admitir que personas del mismo sexo puedan unirse en matrimonio.
A fines de siglo XIX la creación de los registros civiles y la ley del matrimonio civil y la ley 1420 de educación laica provocaron la ruptura entre el Estado Argentino y la Iglesia incluyendo la expulsión del nuncio apostólico monseñor Luis Mattera.
La Iglesia terminó admitiendo la existencia de registros civiles, pero nunca consideró que esa unión fuera un verdadero matrimonio. Para la Iglesia el matrimonio es un sacramento y los sacramentos los administra la Iglesia. Dicho de otro modo no terreno del César de glosando la afirmación evangélica.
Para la Iglesia no hay otro matrimonio que no sea entre hombre y mujer, definidos obviamente por su genitalidad. Todo lo demás es torcido, erróneo, antinatural, anormal y que se apartan de las leyes divinas configurando por lo tanto situaciones pecaminosas.
Tampoco admite el divorcio una vez que el matrimonio haya sido consumado. El derecho canónico enumera los casos de validez o invalidez de la unión matrimonial.
Hasta aquí la situación de la ortodoxia católica. ¿Qué dijo entonces el papa Francisco? Sencillamente afirmó que la unión de personas homosexuales deben tener una cobertura legal (tal sería la unión civil), de modo que tengan un lugar en la vida civil. En el caso de la Argentina el papa Francisco llega tarde, pero en muchos países la homosexualidad está tipificado como un delito.
Esta propuesta papal no deja de ser un avance (aunque algo tibio) y no debe haber caído bien en los sectores más conservadores, sean o no dignatarios. Algo así ocurrió cuando se permitió a los divorciados (y vueltos a casar) a recibir los sacramentos.
En definitiva el Papa ha cambiado de enfoque. Ya no opina solamente para satisfacer verdades fundadas en la teología. Ha advertido que los avatares y circunstancias históricas han provocado cambios profundos. Se aparta un tanto de la teológica estricta para pensar un poco más desde el antropocentrismo.
Bergoglio no habla de homosexualidad sino de homosexuales. La diferencia es fundamental. No admite la homosexualidad, pero habla del derecho de los homosexuales tanto y en cuantas personas individualmente consideradas y sujetos titulares de derechos.
La Iglesia no ha cambiado un ápice su postura frente al matrimonio, el divorcio y la homosexualidad. En el mejor de los casos le ha agregado una mirada algo más acentuada en el humanismo, en los individuos como hijos de Dios, pero no toca el fondo de la cuestión.
rubengallay@hotmail.com
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |