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Escuchando a  Aldo Ferrer

Gualeguaychú tuvo nuevamente la visita de  Aldo Ferrer, referente indiscutido del pensamiento nacional. Su visita se enmarcó en actividades organizadas por el oficialismo político nacional, pero excede largamente a una sección partidaria.

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"Siempre fiel a lo que ha escrito a lo largo de más de medio siglo, Ferrer expuso la realidad imperante en nuestro país, hasta el triunfo del neoliberalismo" (Foto: Nacionalrock.com).

Por JULIO MAJUL especial -desde Gualeguaychú- para EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

Gustavo Rivas fue el presentador del orador, en una clara confirmación de lo que dejamos sentado.  Tras una semblanza de la larga siembra intelectual y como funcionario de nuestro visitante, Rivas recordó que  -como pocas otras personas-  Ferrer hizo siempre como funcionario lo que había predicado como pensador. Algo que merece resaltarse, por lo infrecuente.

 

UN SABIO DESAPROVECHADO

Empecemos por reconocer que fuimos con ciertos prejuicios: hemos escuchado y leído a Ferrer al menos desde 1973;  temíamos que los años hubieran dañado sus capacidades.

No está de más, seguramente, recordar que el economista tiene ya 88 años.

Sin embargo, Ferrer se encargó de dejar  (otra vez)  en claro que la sabiduría es a menudo mejorada por el tiempo.

Recorrió brevemente la historia político-económica de la Argentina y su inserción en el mundo, desde el predominio del Atlántico Norte,  fines del siglo XV hasta mediados del XX; y la irrupción de nuevos centros de poder, que culminan con el avance de la civilización china en la actualidad.

No olvidó a Japón y los llamados “tigres asiáticos” de mediados del siglo XX, que basaron su salto hacia el desarrollo en incorporar capitales extranjeros en los sectores que les interesaba, especialmente los vinculados a la exportación de bienes industriales.

 

NOSOTROS EN EL CONTEXTO HISTÓRICO

Siempre fiel a lo que ha escrito a lo largo de más de medio siglo, Ferrer expuso la realidad imperante en nuestro país, hasta el triunfo del neoliberalismo, primero con Videla/Martínez de Hoz y luego con Memem/Cavallo. Todo, impulsado por el eje Reagan/Thatcher y el predominio que tuvo en la Argentina el modelo imperialista conocido como “Consenso de Washington”.

Luego recordó  la recuperación de la política como primacía sobre el poder de los mercados concentrados y del dinero multinacional, que ocurre con el kirchnerismo.  (Aclaremos que él no lo nombró tan expresamente).

Finalmente, alertó sobre los múltiples problemas no resueltos que aletean sobre nuestro país, por lo irresuelto de varios temas esenciales.

En definitiva, para ser claritos, podríamos decir que revindicó la política económica del kirchnerismo, y fue crítico con la  (falta de ella) del kristinismo.

Sobre el cierre, explicó que si la relación con China era de una notoria asimetría, la responsabilidad era nuestra, no de China. “China avanzará todo lo que nosotros le permitamos”, dijo, en una clarísima síntesis de la realidad.

Como broche de oro, enseñó que la solución a nuestros dramas vendrá de la mano de un gran debate, donde se garantice la libertad de expresión, ya que los cambios no sobrevendrán nacidos de arreglos mágicos, y mucho menos de alguna suerte de pensamiento único.

Espero haber sido fiel intérprete de lo dicho por este embajador de la racionalidad y la nacionalidad, en un país  (el nuestro) devastado por la prepotente soberbia de los ignorantes, y la codicia de algunos poderosos.

Este gran pensador, que se reconoce discípulo de Raúl Prebisch, el gran teórico de las relaciones dominador/dominado del dueto Centro/Periferia, no es patrimonio de ninguna facción, sino de la argentinidad. Ojalá así se lo reconozca.

 

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