Según pudo confirmar El Miércoles Digital, tanto la isla Cambacuá como el palacio Santa Cándida –ambos actualmente en manos privadas– se expropiarán para concretar un ambicioso proyecto que el actual intendente consensuó con su antecesor José Lauritto: un mega proyecto turístico que pondría a Concepción del Uruguay en la vanguardia de las atracciones turísticas del país. La iniciativa incluye conectar mediante puentes todas las playas uruguayenses, de modo que se podrá ir desde Paso Vera hasta Santa Cándida pasando por la Isla del Puerto.
Por EQUIPO DE REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES DIGITAL
En la primera quincena de enero el Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay tratará en sesiones extraordinarias un proyecto de ordenanza denominado “Playas para Todos y Todas”. Básicamente, la idea es conectar todas las playas uruguayenses, generando así un gran complejo turístico, único en su tipo en toda la región, que promete convertirse en el mayor atractivo de la provincia.
El complejo abarcaría más de treinta kilómetros de playas: comenzaría al norte con las playas de Paso Vera, se haría una conexión fluida con las playas de Banco Pelay y la Toma, e incluiría luego una serie de conexiones viales (“mini puentes”, explicaron a El Miércoles) entre La Toma y el Puerto uruguayense, y a su vez un puente elevado desde Cambacuá hacia la Isla del Puerto, lo cual habilitaría toda la extensión de Cambacuá como playas (unos 23 kilómetros). Y al igual que la zona sur de la Isla del Puerto, se desmontarían unos cien metros desde el agua para utilizarlas como playas. Luego habría otro mini puente para conectar con la zona del balneario Itapé y Santa Cándida.
Se trata de un ambicioso diseño que promete cambiar la historia turística de la región y que viene del riñón de las gestiones anteriores de José Lauritto. Su sucesor, el intendente Martín Oliva, quiere avanzar sin más demoras en la iniciativa, y para eso pidió al cuerpo deliberativo que estudie los pasos a seguir.
Una obsesión del Intendente
El primer paso es conseguir que el Estado provincial apruebe por ley la expropiación de Cambacuá y de Santa Cándida, sin lo cual el proyecto resultaría inviable. Para eso se precisa que el Concejo Deliberante apruebe una ordenanza y eleve el proyecto de ley de expropiación a la Legislatura Provincial. Eso es lo que se aspira a lograr en los primeros días de enero, según pudo saber El Miércoles.
Aunque el jefe comunal no quiso hacer declaraciones, desde su entorno dijeron a este medio que “va ser una expropiación como la gente, bien hecha, no como la que le hicieron a Minetto, que tuvimos como 40 años de conflicto judicial hasta que lo solucionó Lauritto".
La iniciativa del complejo es tan ambiciosa como amplia. De hecho, todas las áreas del gabinete municipal recibieron un borrador de la idea para que cada una, desde su especialidad, aporte propuestas y sugerencias.
Para ello la ordenanza local declarará de interés el proyecto “Playas para Todos y Todas” y pedirá a la Legislatura provincial que apruebe la ley de expropiación correspondiente, de manera de avanzar lo más rápido posible: “Oliva quiere ver el primer puente terminado antes de dejar la intendencia”, explicaron.
Según reveló a El Miércoles un funcionario de confianza, Oliva quiere colocar la piedra fundamental del Puente Elevado. ”Es una obsesión que tengo”, confesó a sus íntimos: “Cambacuá es la isla más grande del río Uruguay. Tenemos todos los elementos para hacer un complejo único, inimaginable, y una vez concretado, lo digo con todo respeto por nuestras vecinas ciudades de Colón y Gualeguaychú, pero quedan afuera del mapa, sin posibilidad de competir. Vamos a ser la perla turística de la Argentina”, se entusiasma el interlocutor, haciendo suyas las palabras de Oliva, y pide por favor mantener su nombre en reserva.
Cita textualmente al intendente: “Quiero que el puente elevado sea también una obra de arte en mosaico veneciano, como hicimos en el cementerio, pero que la figura homenajeada allí sea nuestro querido José Lauritto. Ya le encargué el diseño a Hernán Malleret”, habría dicho el médico y jefe comunal.
"El complejo de puentes sería algo así como Key West, los cayos de la Florida, pero autóctono, los cayos de Urquiza", bromeó.
Santa Cándida: sorpresa y silencio
Los titulares actuales de Santa Cándida no quisieron abrir opiniones sobre el proyecto. Ante la consulta fue tal la sorpresa, que uno de ellos abandonó la limpieza de su escopeta calibre 12 y dijo que esperarán comunicaciones oficiales antes de expresarse.
Santa Cándida fue originalmente un saladero, fundado en 1849 por Urquiza. La casona es Monumento Histórico Nacional, lo cual es precisamente uno de los argumentos más fuertes para la expropiación, según explicaron fuentes municipales: “¿Cómo puede ser que un monumento histórico nacional, que es propiedad de toda la comunidad, funcione como un hotel de lujo?”, fue la pregunta retórica que hizo el secretario de Gobierno, Juan Martín Garay.
Por su parte, grupos del oficialismo comenzaron a expresarse en apoyo. Por ejemplo, La Cámpora Cdelu organiza un recital en el balneario Itapé en respaldo a la medida.
Está unos nueve kilómetros al sur de Concepción del Uruguay, y cualquier vecino que pasee por los caminos agrestes de la zona de la Defensa Sur, puede ver desde la orilla de enfrente, a la vera del arroyo la China, la majestuosa propiedad ubicada sobre el terreno ondulado. Claro que al verlo hoy cuesta pensar que eso era un saladero, destinado a la industria de las carnes y cueros. En su momento, el edificio de planta rectangular contaba con tres niveles, y había una vía de ferrocarril para facilitar el embarque de la mercadería que llegaba hasta el muelle. Desde allí se despachaban carnes, cueros y otros derivados en barcos que hacían trasbordo en Montevideo, remontando el río Uruguay. Urquiza lo bautizó Santa Cándida en honor a su madre, Cándida García.
Tras la muerte de Urquiza, su viuda Dolores Costa se lo vendió a Mariano Unzué, que mantuvo el saladero algunos años. A principios del siglo XX su hija Adela y su esposo, Antonio Leloir, se enamoraron del paisaje y decidieron transformar lo que era la administración del saladero en un palacio, a modo de las villas toscanas según la moda del momento. La remodelación respetó las aberturas y los materiales del arquitecto original, Pedro Fossati. Del viejo saladero sólo quedó un muro. La casona fue remodelada entre 1900 y 1920: se le agregaron galerías, escaleras, baños y ambientes nuevos como el gran comedor y el bar, entre otros.
La parte oscura de Santa Cándida
Desde entonces tuvo varios dueños hasta que en 1971 lo compró Francisco Sáenz Valiente, nieto de Urquiza, uno de los hombres más poderosos de la región, terrateniente y dueño del diario La Calle hasta su muerte, tras la cual el diario fue comprado por testaferros de Sergio Urribarri.
En 1981, después de remodelarla durante una década, Sáenz Valiente abrió Santa Cándida para alquilar habitaciones a sus amistades, pasando a ser pioneros en el turismo rural en la Argentina.
Coherente con el pensamiento de Sáenz Valiente y con la línea editorial del diario La Calle, desfilaban con mucha frecuencia por Santa Cándida varios de los principales líderes de la dictadura cívico militar que asoló el país entre 1976 y 1983. Algunos de ellos hicieron fiestas de cumpleaños y de casamiento en el lugar, que se transformó en una atracción para apellidos “ilustres” del poder en la Argentina.
No es la única historia oscura en Santa Cándida. También un dato que es poco conocido: en el saladero se habría producido, en 1862, la primera huelga obrera de la Argentina (y no la de obreros tipográficos en 1878, como se suele señalar).
Quieren que se reserve una zona de playa para que sea naturista, libre de contaminación visual, auditiva, eléctrica, y donde las personas podrán hacer nudismo.
Según cuenta Manuel Macchi en su libro “Urquiza, el saladerista” (1971) un grupo de trabajadores vascos del saladero se declararon en huelga por atrasos en el pago de sus salarios. Ese episodio se repitió varias veces, y en las cartas que se conservan hay constancia del “levantamiento”: la idea de “huelga” aun no existía.
Distintos historiadores refieren a este episodio (además de Macchi: Gabriel Di Meglio, César Róman, Rodolfo Leyes y otros) y plantean que es ésta la primera huelga de la que hay registro en el país.
Fallecido Sáenz Valiente, problemas sucesorios volvieron a dejar la casa semiabandonada, hasta que en 2011 la compró su actual propietario, Ignacio Lanusse. Declarada Monumento Histórico Nacional, no está abierta al público, sino que sólo puede ser visitada por sus huéspedes.
Con los antecedentes de los abandonos debidos a los cambios de manos, pero sobre todo por ese detalle incomprensible (un monumento nacional que no puede ser visitado por la comunidad), la gestión de Oliva confía en que la Legislatura provincial acompañará la iniciativa de expropiarlo. Para ello está trabajando con los legisladores oriundos del departamento Uruguay, de manera de comprometerlos con la iniciativa.
Cambacuá: “Y bueno, que la expropien”
Cambacuá, tal como se promociona en los sitios turísticos, es un oasis flotante sobre el río Uruguay, ubicado frente a la Isla del Puerto, que se extiende a lo largo de 23 kilómetros. Es la isla más grande que existe en los 1.700 kilómetros de recorrido del río Uruguay. Tuvo su origen en un solitario banco de arena que el tiempo convertiría en un impensable reservorio ecológico.
Hoy despliega cinco kilómetros despejados de vegetación en la costa noroeste de la isla, con los que cautiva a visitantes, uruguayenses y turistas. Hoy hay algunos servicios básicos indispensables, con el debido cuidado de preservar el aspecto agreste de la isla. Y se conservan en estado natural los restantes 18 kilómetros, plenos de vegetación, especies autóctonas, y playas vírgenes acomodadas entre el follaje.
En 1945, el uruguayense Eduardo Silva compró la isla de Cambacuá. El monto de la adquisición fue de 50.000 pesos de aquel entonces. Según Silva la antigua dueña de la Cambacuá era nieta de Urquiza y la isla funcionaba vinculada al saladero Santa Cándida como depósito de animales.
La escritura consigna que la operación la hizo con Rodolfo Courreges, representante de Adela Unzué de Leloir, es decir, la misma propietaria de Santa Cándida, lo que hace suponer que también la isla pertenecía previamente a la familia Urquiza.
No deja de ser curioso, ya que para la legislación argentina una isla no puede ser propiedad privada: según el Código Civil las islas de toda clase de río pertenecen al dominio público y, por tratarse de bienes públicos naturales, sólo podrían ser desafectados de tal categoría por una ley nacional. Claro que el artículo 235, inciso d), hace una excepción: “Cuando ellas no pertenezcan a particulares”. Seguramente al sancionarse el Código Civil en 1869, la familia Urquiza ya era dueña de esa isla.
Silva fue padre de tres hijos: Julio Luciano, Graciela y el hijo mayor, ya fallecido, el arquitecto y artista Eduardo Diego “Cuqui” Silva. Consultado sobre el proyecto, Julio Silva dijo a El Miércoles Digital que ya tenía alguna información, pero que hasta el momento nadie se comunicó oficialmente acerca del tema.
Resignado y con una sonrisa irónica, dijo: “Y bueno, que la expropien. Basta que nos paguen lo que corresponde, y por supuesto, que después la cuiden. Prefiero que esté en manos de la comunidad. Si total, todo el laburo y la inversión que nosotros hicimos, nadie los valora. De los visitantes que tenemos, la mayoría, que son gente de guita, tienen lanchas y yates que valen millones, son unos ratas que se van para el otro lado con tal de no pagarnos la entrada. Y los que sí pagan son los vecinos que menos tienen, que van en alguna lancha que les cobra unos mangos para cruzarlos o en el Lobopé. Ma’ sí, que la expropien y puedan ir gratis todos. Por mí ningún problema”.
Proyectos en marcha
La iniciativa del complejo es tan ambiciosa como amplia. De hecho, todas las áreas del gabinete municipal recibieron un borrador de la idea para que cada una, desde su especialidad, aporte propuestas y sugerencias.
Una apuesta importante es a la inversión privada. Desde Turismo retomaron la idea que en su momento había propuesto el inquieto vecino Pedro Brunetti, para que los propietarios expropiados de la Isla del Puerto tengan una compensación: podrán ser concesionarios en sus lotes una vez que se avance en las playas hacia el sur de la Isla del Puerto.
La dirección de Juventud planteó que se reserve de entrada un predio para construir un anfiteatro que sería la futura sede institucionalizada de la Fiesta Nacional de la Playa de Río, con espacios para camping, bungalows, cabañas y hasta un hotel. A su vez desde el Área de Mujeres, géneros y diversidad surgió una iniciativa muy atrayente: que se reserve una zona (“pedimos 1,5 km de playa, en el extremo norte o el extremo sur”) para hacer una playa naturista, libre de contaminación visual, auditiva, eléctrica, y donde las personas podrán hacer nudismo.
En Producción y en Ambiente están entusiasmados: quieren aprovechar una amplia zona para hacer una granja agroecológica. “Queremos mostrar que el turismo y la recreación no son incompatibles con una producción que cuide el ambiente. Ya hemos involucrado al INTA y comenzamos la conversación con la UTT, que inició una experiencia similar en una reserva ecológica de la Municipalidad de Gualeguaychú”, dijo Francisco Savoy a este medio.
“Vamos a poder demostrar un conjunto de aspectos virtuosos que se complementan y no se contraponen cuando desde el Estado se planifica y se hacen las cosas bien”, completó la economista Victoria Giarrizzo, a cargo de producción.
Otro argumento para la decisión fue la proliferación de incendios de pastizales en esos terrenos durante este año, lo que requirió tareas conjuntas entre los Bomberos voluntarios y la Prefectura para el traslado de los equipos que intervinieron. Posteriormente llegó la denuncia de la Municipalidad en la Justicia Federal, al considerar que los daños afectan a los ambientes y al equilibrio natural de las islas del departamento Uruguay, declaradas mediante la Ley Provincial 9718 como Reserva de Usos Múltiples.
“Una vez construido el puente si ocurren incendios los bomberos podrán trasladarse por sus propios medios”, razonó un miembro del gabinete de Oliva.
Desde el sector inmobiliario, también se mostraron interesados. Los actuales emprendedores del fallido Rincón de Urquiza, se vieron entusiasmados con la posibilidad de construir un complejo hotelero sustentable en el humedal de Cambacuá. El proyecto sería de bioconstrucción y comprendería un hotel de 5 plantas, piletas orgánicas, una marina ecológica para 50 embarcaciones, un helipuerto sustentable y estacionamiento para 300 automóviles eléctricos. "Todo ecólogico", dijeron los emprendedores. Se llamaría "Rincón Santuario del Carpincho de Agua, Spa & Towers".
Una marcha en contra y otra a favor
Este medio pudo saber que un concejal de Cambiemos que ya accedió al proyecto, convoca a rechazarlo en redes sociales y organiza “una marcha naútica” para el día de la sesión. En Facebook ya se creó un evento para el 29 de diciembre, un día después del Día de los Inocentes, que se denomina “Cambacuá y Santa Cándida somos todos” (ver imagen a continuación). Ya tiene 533 asistentes confirmados, 384 que “quizás” vayan y 17 que no les interesa.
Adhieren a la marcha dirigentes del Yacht Club Entrerriano, la Sociedad Rural, el club Regatas Uruguay y aseguran que varios funcionarios judiciales están preparando acciones para impedir que se avance en la medida.
“La propiedad es un derecho humano”, explicó el edil, “sobre todo la propiedad nuestra”. También el diputado provincial Jorge Satto se expresó en contra. Adelantó que si la iniciativa prospera y llega a la Cámara de Diputados, él se opondrá: “Primero vinieron por Vicentin y los frenamos. Ahora quieren Cambacuá y Santa Cándida, y también los frenaremos”, argumentó ante la consulta.
Por su parte, grupos del oficialismo comenzaron a expresarse en apoyo. Por ejemplo, La Cámpora Cdelu organiza un recital en el balneario Itapé en respaldo a la medida. Con todos los cuidados por las restricciones del Covid-19, la agrupación oficialista salió a apoyar la iniciativa mediante una proclama en la que reivindicó “la iniciativa del gobierno popular de quitarle el privilegio a quienes poseen lanchas y al concesionario del catamarán de ser los únicos que disfrutan de unas de las playas más bonitas del río Uruguay”.
El Partido Comunista local también manifestó su apoyo y de paso recordó que el primero en proponer algo similar fue el concejal Juancho Carbonell (1983-1987). Por esa razón, adelantaron a este medio, van a proponer que el minipuente que una la Isla o el balneario con Santa Cándida lleve el nombre “Concejal Carbonell, hasta la victoria siempre”.
Advertencia ambiental
Finalmente, integrantes de agrupaciones ambientalistas a las que se contactó para esta nota, aseguraron que: “De avanzar en el proyecto es necesario que haya una consulta previa en dos sentidos: primero técnica, para que se hagan los estudios de impacto ambiental necesarios, y se establezcan todos los controles posteriores para que no se produzcan daños irreversibles al ambiente, la fauna y la flora de la zona".
Luego agregaron, "y en segundo lugar, si hay un aval técnico, una consulta a la comunidad para que decida de qué modo se hará el proyecto. Porque los fondos ¿serán públicos o privados? ¿De qué manera y a cambio de qué se sumarán los inversores privados? No hay que ser ingenuos, no lo analicemos con inocencia, hay que ver lo que valga el proyecto, porque después somos vecinos y vecinas, y el ambiente, los que pagamos el pato. ¿El pato, dije? Jajaja, qué coincidencia”.
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