Docente en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UndMP) e integrante del colectivo “Economistas Progresistas”, en este diálogo repasa algunos de los principales problemas de la coyuntura, su vinculación con el problema de fondo de la economía argentina, analiza las inconsistencias en las medidas del oficialismo y advierte sobre los impactos de las medidas tomadas: “Seremos todos un poco más pobres”.
Por AMÉRICO SCHVARTZMAN
¿Al macrismo se le quemaron los papeles en la cuestión económica?
En parte sí, en parte no. Con lo que pasó con las Lebac lograron patear la pelota para adelante.
Lo que pasó hoy es que no huyeron los fondos que estaban invertidos en las Lebac.
Sí. Pero algunos ya habían huido el 25 y 26 de abril. Fueron varios inversores extranjeros los que ocasionaron la corrida con el dólar. Ahora lo que quedaban eran tenedores locales de los bonos. El gobierno logró convencerlos de que se queden pero pagando una tasa del 40 por ciento, que es altísima. Y pateó el problema 35 días. Es decir que el mes que viene, cuando venzan el 65 por ciento de estas Lebacs que se renovaron tendremos dos tercios del mismo problema.
¿Es decir que en un mes estará la misma preocupación porque se vayan, y seguramente alguna otra propuesta del gobierno para intentar que se queden?
Si estamos en una situación similar probablemente la tasa de interés será bastante alta: 40, 38, 37 por ciento. El gobierno será cauteloso en cuanto a la base porque ahora está entrampado en que si baja mucho la tasa de interés tiene el riesgo de que una gran cantidad de tenedores salgan de las Lebac, las vendan, compren dólares y eso es, en parte, lo que ha disparado el precio del dólar en los últimos tiempos.
¿Es posible entender lo que quiso hacer el Gobierno de Macri en economía, o es un conjunto de medidas que son incompatibles entre sí?
Se pueden entender desde cierta lógica económica, desde una teoría liberal o neoliberal; y hay parte de eso pero también hay muchas inconsistencias políticas y errores que cometió el propio Gobierno. Se ve con el precio del petróleo que lo liberaron hace seis meses y ahora lo quieren congelar de vuelta. Muchas de las vulnerabilidades que hoy tenemos como economía (y que tiene el propio Gobierno) con respecto a lo que pasa en el mundo, las tenemos por medidas que ha tomado el propio Gobierno: eliminaron los encajes a las entradas y salidas de capitales, ahora pueden salir y entrar libremente; cosa que, por ejemplo, en Brasil, con un gobierno de orientación similar al argentino, no es así: si entrás capitales tenés que dejarlos un año por ejemplo, lo cual te asegura que no salgan todos juntos.
Y a nadie se le ocurre acusar al Brasil de Temer de ser un gobierno populista o estatista por tener ese tipo de disposiciones.
Exactamente. Eso no tiene nada que ver con ser de izquierda ni de derecha, es una cuestión de seguridad, de estabilidad económica. Los capitales, si le sirve entran y si no le sirve, no entran. En general con la tasa de interés que les pagan entran igual, pero te asegurás de que no salgan todos al mismo tiempo y por lo tanto que no tengan la inestabilidad que estamos teniendo. Hay un montón de inconsistencias que hacen que estemos en esta situación más vulnerables. Por ejemplo, el mismo Gobierno eliminó la obligación de liquidar retenciones dentro del mismo país dentro de un tiempo determinado para el agro por ejemplo, y ahora le están pidiendo al agro que liquiden exportaciones. Y esto se entiende desde una política que uno no comparte, que es una política netamente liberal, este sistema que ellos llaman “metas de inflación”, incluso es un sistema importado de otros países con otras condiciones económicas. Es muy difícil que un país se ponga metas de inflación partiendo desde un 40 por ciento, se parte de inflaciones bajas, primero se controla el problema y después se aplican esos sistemas.
“El gobierno tiene el libreto liberal, y en vez de aplicar variaciones a ese modelo lo tratan de implementar a toda costa, a contramano del contexto mundial”.
No es algo lineal.
Al menos no es tan lineal como ellos lo han querido tirar. Lo que hace el Gobierno es poner la tasa de interés muy alta para tratar de controlar la inflación y lo que hacen indirectamente es pisar el consumo: la gente consume menos porque es más caro financiarse con tarjetas de crédito, y también las acciones invierten menos porque es más rentable invertir en Lebac al 40 por ciento que poner una fábrica.
Es incomparable ¿verdad? Si te consulta una persona que quiere invertir es imposible decirle otra cosa.
Es muy difícil, casi imposible. La clave es que esta tasa al 40 por ciento es mucho, estaba en un 27 por ciento, que ya era alta antes de todo esto. Y esto compite contra la inversión. No estoy inventando nada: hay que bajar la tasa de interés para que haya más inversiones, es una de las principales políticas keynesianas, y no estamos hablando de comunismo, estamos hablando de políticas que aplican la mayoría de los países –tasas de interés bajas para estimular la inversión– pero acá estamos haciendo lo contrario, pensando que eso va a eliminar la inflación, que es algo que no ha ocurrido en este tiempo, en estos dos años y medio de Gobierno, al final siempre está explicando por qué no bajó la inflación, que sigue en el promedio histórico de los últimos años del gobierno kirchnerista. Estamos en eso, en un 20 a 25 por ciento, no estamos en niveles muy distintos. Dejar que suba tanto el dólar también es inconsistente con tratar de pisar la inflación, hacer el ajuste de las tarifas también es inconsistente porque se dispara la inflación, y es obvio que lo hicieron para tratar de reducir el déficit, pero el gobierno se metió solo en una encerrona de la que es muy difícil salir, porque las Lebac en definitiva son una bomba de tiempo, un problema que se patea hacia adelante pero el problema sigue existiendo y te deja muy vulnerable a cualquier cambio en el contexto internacional.
Decís que el gobierno se metió solo en una encerrona que es muy difícil salir. La pregunta es ¿puede hacer otra cosa en este momento, o solo lo limitan sus anteojeras ideológicas? Porque aquellos que son críticos del gobierno dicen que no estamos en una crisis de fondo, económica, sino que es una crisis cambiaria.
Sí, en parte es una crisis cambiaria. No es una crisis de 2001 lo que estamos viendo, no hay corralito y ese tipo de crisis. Claramente es una crisis del tipo cambiario. Pero si los dólares de las Lebac salieran todos juntos ahí tendríamos una crisis en el frente externo, nos quedaríamos sin dólares, sin divisas, por eso el Gobierno fue al FMI, para tener más espaldas, más dólares disponibles. Quedarse sin dólares en el Banco Central, eso sí es complicado, eso fue lo que pasa a Venezuela, y lo que pasó a la Argentina en 1989, que fue una de las causas de la hiperinflación. No se ve ese escenario, pero se ve el riesgo latente con las Lebacs.
¿Cuándo te das cuenta de que ese riesgo existe de manera inminente? Porque se está escuchando en los análisis e informes periodísticos nuevamente la expresión “riesgo país”. ¿Cuando eso aparece hay que preocuparse?
Por ahora no tanto. El “riesgo país” es una expresión un poco marketinera. Lo que mide es la diferencia entre lo que paga un país como la Argentina por financiarse, por tomar deuda en el exterior contra lo que paga Estados Unidos, que paga mucho menos obviamente. Esa diferencia que se paga, fundamentada en que éste es un país más riesgoso para prestarle plata, cambia todo el tiempo cuando cambian las cotizaciones de los bonos y por lo tanto cambia el rendimiento que pagan. Sí funciona como un estimador en el sentido de que si hay más riesgo de cobrarte entonces también para prestarte te exigen una tasa de interés más alta. Pero también en épocas de inestabilidad varía mucho con la demanda y oferta de estos bonos, si hay personas que quieren pasarse a dólares y salir del país, venden todos estos bonos, cambia la cotización, y cambia el “riesgo país”. Pero no estamos en la situación de 2001 para estar mirándolo todo el tiempo, porque ahora lo que te dicen es cuán caro o barato es financiarte como país. Ahora en lo que queda del año no debería hacer falta tanto financiamiento externo porque se tomó bastante deuda a principio de año. Pero sí, parte del modelo que ha implementado el Gobierno se sostiene con endeudamiento externo, con lo cual el año que viene habrá que volver a tomar deuda, el siguiente también, y ahí el “riesgo país” es importante, porque cuanto más alto es, más pagás de intereses de la deuda.
Y eso empieza a incidir cada vez más en la capacidad de manejo de la economía ¿no?
Eso pesa sobre el presupuesto y sobre los dólares que siempre faltan por ese concepto que siempre se dice que es el de la “restricción externa”: en definitiva siempre salen más dólares de los que entran y no hay muchos lugares de dónde sacarlos. Ahora lo sacan del endeudamiento externo, el Gobierno anterior vendía reservas que había acumulado. Son distintas formas de hacerles frente y las dos tienen sus problemas porque hay un problema estructural de fondo, que es que importamos más cosas de las que exportamos, y en definitiva siempre terminamos poniendo más dólares de los que entran. Ése es el gran problema de fondo en el frente externo que tiene el país y que está un poco en el origen de todo este problema.
Cuando empezó este gobierno había una discusión con dos supuestas corrientes económicas que convivían en el Gabinete, en donde algunos serían más heterodoxos, o desarrollistas; y otro sector más liberal, más ortodoxo. ¿Creés que es así? Y en ese caso ¿quién se impuso en esa tensión?
Lo de desarrollistas, mucho no se los creo. Hacia adentro del Gobierno hay diferencias, hay algunos más ortodoxos que otros, pero todos están –más o menos– en el espectro de lo liberal. Un gobierno desarrollista no recorta el presupuesto en Ciencia y Tecnología, el Conicet, en el presupuesto a las Universidades. Una cuestión básica es la inversión en educación y en ciencia y tecnología.
No frenaría la obra pública tampoco, como acaba de anunciar…
Tampoco. Ajustaría en otros lugares pero no en esos lugares. Universidades y Ciencia y Tecnología no es una parte significativa del presupuesto, es muy chica. Ajustar ahí no resuelve el problema y en cambio genera otros problemas a futuro. Yo diría que todos están dentro del espectro de la ortodoxia económica, de los liberales. Hay algunos más duros que otros: (Federico) Sturzenegger y su gente son más duros que (Mario) Quintana o Marcos Peña, que son el ala más política digamos, o incluso (Nicolás) Dujovne en algún sentido. Creo que el Gobierno ha hecho las políticas más de shock que ha podido. Si han sido gradualistas, es en buena parte por necesidad política, lo han sido hasta donde han podido, y por la tensión social. Además ellos venían con un libreto de que había que ajustar el gasto público, que era fácil resolver el problema de la inflación y se han dado cuenta de que no es tan fácil de ajustar el gasto público ni resolver el problema de la inflación. Son problemas estructurales que se han gestado durante muchos años y que van a tardar varios años en resolverlo. Se han encontrado con la realidad, que muchas veces no coincide con los manuales que tienen los liberales, sobre todo porque son teorías que vienen de otros países y para otros contextos.
“El problema de fondo es que importamos más cosas de las que exportamos, y en definitiva siempre salen más dólares de los que entran. Y no hay muchos lugares de dónde sacarlos: ahora es el endeudamiento externo, el Gobierno anterior vendía reservas acumuladas. Son distintas formas de hacerle frente y las dos tienen sus problemas”.
¿Cuánto influyó no haber tenido en cuenta el contexto internacional, en el sentido de que gobiernos de los países más poderosos del mundo en vez de apostar a un programa similar, son proclives a cerrar sus economías y proteger a sus producciones?
Influyó bastante. Ellos vienen con un libreto más liberal que tiene que ver con la apertura económica, con la desregulación y demás, pero en un contexto en el mundo que está cerrando. Ellos venían a abrir la economía, a contramano del mundo. Lo cual es muy complicado porque no le vamos a vender mucho a nadie: cuando el comercio mundial está cayendo y las economías están protegiendo su mercado interno, nosotros hacemos lo contrario. El modelo no encaja con el contexto mundial. Y la otra pata del modelo, que es el endeudamiento externo y las tasas de interés, también son un problema, porque en la conferencia de prensa del otro día, el ministro de Economía Dujovne decía que hoy el contexto mundial había cambiado y por eso toda esta escalada del dólar. Pero en realidad empezó a cambiar en 2016 por lo menos, la suba de las tasas de interés de Estados Unidos subió en 2015, 2016, tres veces en 2017 y volvió a subir en marzo de este año, por lo que el cambio de contexto mundial y de que sea más caro endeudarse y uno esté más expuesto, viene desde hace dos años o más.
No es algo que los debiera tomar por sorpresa.
No. Lo que pasa es que quisieron implementar este modelo que no encaja con el contexto mundial o con el lugar hacia donde va el mundo. Esta cantidad de Lebac que tenemos, que se cuadruplicó desde que asumieron y que generó esa bomba de tiempo que siempre amenaza con una corrida cambiaria, no va en línea con el contexto mundial . El gobierno tiene este modelo porque tiene el libreto liberal, y en vez de tratar de aplicar variaciones a ese modelo lo han tratado de implementar a contramano del contexto mundial.
En nuestro país es casi una ley inexorable que cuando sube el dólar, esas modificaciones se trasladen a los precios y eso genera preocupación en toda la gente, pero en especial en los sectores de ingresos fijos. ¿Qué es lo peor que se puede esperar?
Siendo optimistas –en el sentido de que esta bomba de tiempo no estalle y que el gobierno la desarme con el tiempo que es lo que debería hacer– con cada vencimiento de Lebac, deberían ir reduciendo el stock. Ésa era la idea desde hace unos meses, pero no lo han podido hacer. Pero yo creo que lo que podemos esperar es que este año sea parecido a 2016: con inflación alta o más alta de la esperada, por arriba del 20 por ciento, más cerca del 25, y con paritarias que el Gobierno quiere seguir fijando en 15 por ciento. Con lo cual el salario real va a caer. Es decir: vamos a estar todos un poco más pobres, el salario va alcanzar para comprar menos cosas, y a su vez el consumo va a caer, y caerá la actividad económica; más allá de que algunas variables se habían recuperado el consumo ya venía medio golpeado. Si la economía se estanca también se estancará la creación de empleo, con lo cual las tasas de desempleo en el mejor de los casos se quedarán estancadas o incluso podrán subir. La inflación y el desempleo tienen impactos también en la pobreza, en la indigencia, en los indicadores de desigualdad. Se encamina a ser parecido a 2016.
(*) Nota publicada en La Vanguardia del 3 de junio de 2018
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