Un estudio realizado por el Conicet en las principales provincias agrícolas del país, incluyendo Entre Ríos, detecto concentraciones de glifosato y otros venenos en el agua de lluvia hasta 20 veces superiores a las registradas en EE.UU. y Canadá.
Informe: M.R.
Científicos del Conicet y del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIMA) de la UNLP detectaron la presencia de glifosato y atrazina, los dos plaguicidas que dominan el mercado argentino, en el 80 por ciento de sus muestras de agua de lluvia.
Así lo señalaron los químicos Lucas L. Alonso, María Agustina Etchegoyen, Damián J. Marino y el biólogo Pablo M. Demetrio en su estudio Glyphosate and atrazine in rainfall and soils in agroproductive areas of the pampas region in Argentina publicado el pasado 14 de julio en la revista norteamericana Science of Total Environment y el primero de este tipo a nivel nacional.
Detectando que la carga máxima cuantificada de agrotóxicos en las precipitaciones locales es hasta 20 veces superior a la registrada en países como Estados Unidos, el territorio con mayor historia en lo que hace al uso de plaguicidas y el principal promotor mundial del uso de estas sustancias y su aplicación a través de estas cuestionadas fumigaciones.
La experiencia, cuyos resultados se conocen ahora, tiene su origen en muestras tomadas a partir del año 2012. Según confiaron fuentes del CIM, los análisis se desarrollaron sobre precipitaciones ocurridas en las ciudades de Coronel Suárez y La Plata (provincia de Buenos Aires), Ituzaingó, Malvinas Argentinas y Brinkmann (Córdoba), Hersilia (Santa Fe) y Urdinarrain (Entre Ríos).
“Se investigó la presencia en la atmósfera de glifosato y atrazina a través de la lluvia, como principal fenómeno climático asociado a la deposición húmeda”, señalaron. “Los herbicidas se detectaron en el 80 % de las muestras, mientras que el ácido aminometilfosfónico (AMPA) se detectó en el 34 %”.
Los herbicidas se detectaron en el 80 % de las muestras, mientras que el ácido aminometilfosfónico (AMPA) se detectó en el 34 %.
La presencia de herbicidas en la gota de lluvia, explicó Damián Marino, doctor en Ciencias Exactas y uno de los científicos que intervino en la investigación, ocurre a partir del trayecto que cubre el agua desde que se libera de la nube y hasta que alcanza el suelo. En ese camino, el líquido va lavando las partículas con las que se topa como parte de los fenómenos atmosféricos.
Al parecer, el glifosato y la atrazina ganan altura y se movilizan desde fuentes como los aerosoles que generan las fumigaciones, en modo fracción gaseosa, y a través de la erosión eólica. Este fenómeno es responsable de transformar al suelo (antes pulverizado con agrotóxicos) en polvo atmosférico, el cual puede transportar los plaguicidas a grandes distancias desde la zona de aplicación.
“La zona estudiada involucra gran parte de la región pampeana, donde se concentra el 90% de la soja y entre el 80 y 90% del trigo, maíz, sorgo, cebada y girasol que se producen en el país”, expone el estudio en uno de sus apartados.
Las muestras fueron recogidas “a lo largo de cada lluvia en áreas urbanas de la pampa con diferentes grados de uso de la tierra y con producción extensiva de cultivos, más muestras de subsuelo de los sitios periurbanos relevantes”. También señalaron que “en suelos, el glifosato se registró con mayor frecuencia (41 %), seguido de la atrazina (32 %) y el AMPA (22 %)”. Otro dato relevante es que “las concentraciones máximas de ambos herbicidas fueron superiores a las detectadas en otros países, posiblemente como consecuencia de las mayores dosis agronómicas utilizadas en Argentina”.
Las concentraciones máximas cuantificadas en el agua de lluvia excedieron a las concentraciones reportadas anteriormente en Estados Unidos y Canadá.
"Entre el 7 y 8% del total de litros de herbicidas que se venden en la Argentina vuelve a caer en las precipitaciones. Los 20 millones de litros estimados representan un cálculo conservador. Si se han ubicado moléculas de atrazina en zonas tan alejadas de un cultivo como la Antártida ¿cómo no pensar que el mismo fenómeno ocurrirá a mayor escala en el área lindante a las zonas fumigadas?", se preguntó Marino.
Recordemos que el glifosato es el producto estrella en la producción de soja, maíz y algodón transgénico en la Argentina. En la primera parte de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció un vínculo directo entre la aplicación de este herbicida y la proliferación del cáncer.
Desarrollado por la estadounidense Monsanto, ahora en proceso de fusión con la alemana Bayer, el agrotóxico en cuestión concentra el 65% de las ventas de este tipo de insumos a nivel doméstico. Más de 800 trabajos publicados en revistas internacionales demuestran la elevada toxicidad del glifosato.
Esta nueva confirmación científica aporta renovados argumentos a un reclamo de seguridad sanitaria, que en la provincia se viene realizando hace ya mucho tiempo.
Fuentes: ScienceDirect / Noticiauno / Ahora
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