"Hay barrios donde los vecinos asisten, asombrados, a los movimientos de narcos que muestran manejo de dinero, armas, motos y vehículos, y captan a jóvenes desprevenidos que terminan en sus redes, consumiendo y delinquiendo”.
Por OSVALDO FERNÁNDEZ (*)
El narcotráfico está desatado en Gualeguaychú. Narcos, transas y soldaditos se pasean, a sus anchas, por el más de medio centenar de puntos de venta que, se estima, hay en la ciudad y alrededores. Los operativos judiciales y de las fuerzas de seguridad que se han realizado son insuficientes. Hay barrios donde los vecinos asisten, asombrados, a los movimientos de narcos que muestran manejo de dinero, armas, motos y vehículos, y captan a jóvenes desprevenidos que terminan en sus redes, consumiendo y delinquiendo. Hay robos por todos lados y resulta evidente que muchos de ellos están directamente relacionados con la droga. Hoy no se puede negar esta realidad, el silencio de las autoridades es parte del problema. No hay que negar ni ocultar ni silenciar lo que está pasando.
El panorama no es distinto al paisaje cotidiano de Rosario en otros tiempos (no tan trágico como ahora), alguna villa de la ciudad de Buenos Aires, el conurbano, Córdoba y otras ciudades. Especialistas advierten de las operaciones de las bandas narcos rosarinas en Entre Ríos y del desembarco del cartel mexicano de Sinaloa en la Argentina. Hace pocos días, en un operativo cinematográfico, 8 sicarios mataron a un jefe narco de Paraná en su casa del departamento Diamante. Ayer, las fuerzas federales frustraron un plan de fuga de un importante jefe narco rosarino, en prisión en Ezeiza, donde se había organizado la extracción del condenado a través de un helicóptero que estaba en Gualeguaychú, con un piloto de nuestra ciudad. Parece una película de acción, pero no lo es.
El río Uruguay se ha convertido en una nueva ruta para el tráfico de droga que tiene como destino final a Europa pero que también abastece a los narcos locales. La Aduana lo ha reconocido públicamente y ha dispuesto controles especiales en cuatro zonas de la costa entrerriana del Río Uruguay. Gualeguaychú es una de ellas.
Es habitual el vuelo de avionetas, a baja altura, desde el oeste hacia el este, o sea hacia el Río Uruguay. Hay denuncias e investigaciones al haberse encontrado bolsones, arrojados desde el aire, en campos de Costa Uruguay Sur, Médanos, Urdinarrain, Gualeguay. Cuando la Policía o la Gendarmería llegaron al lugar solo encontraron los bolsones vacíos. Pobladores de campos y de islas en Costa Uruguay Norte y en el Río Uruguay, dan testimonio del vuelo habitual de aviones que descienden en la zona o efectúan vuelos rasantes como así también de lanchas que, al amparo de la oscuridad o el anonimato, navegan desde la costa argentina hacia algún puerto uruguayo. En el Puente Internacional, Gendarmería ha secuestrado varios cargamentos de precursores químicos que se usan para elaborar cocaína. Todos iban de Argentina hacia el Uruguay, y algunos provenían de Paraguay.
El Bajo Río Uruguay hoy está internacionalizado. En el puerto del ex Frigorífico Anglo, en Fray Bentos, República Oriental del Uruguay, operan buques paraguayos. En el puerto oficial de Fray Bentos el gobierno uruguayo autorizó a Bolivia a usar sus instalaciones. Muy cerca, está el enclave de Finlandia a través de la papelera de UPM-Botnia. Y hay presencia de fuerzas de Estados Unidos que donó a la Armada del Uruguay tres lanchas artilladas para patrullar el Río Uruguay. Aguas abajo está el puerto de aguas profundas de Nueva Palmira. La Prefectura uruguaya controla la zona con drones. La Armada de ese país utiliza las lanchas donadas por Estados Unidos. Mientras tanto, la Prefectura argentina no puede navegar con sus embarcaciones por esa extensa región por falta de combustible. Y el Escuadrón de Gendarmería de Gualeguaychú solo cuenta con 120 efectivos y tiene guardadas numerosas motos en depósito porque no funcionan las baterías que deben ser renovadas y no reciben recursos para hacerlo.
Lo que sostengo está respaldado por procedimientos judiciales, operativos de fuerzas de seguridad, declaraciones públicas de funcionarios y la valiente investigación de periodistas que se animan a contar la verdad.
Esta es la realidad. Jefes de fuerza de seguridad, dirigentes políticos y especialistas, admiten que Entre Ríos es un punto central del narcotráfico nacional e internacional. Todo indica que Gualeguaychú puede ser el centro de esa estrategia criminal. Hace tiempo que vengo denunciando lo que pasa en Gualeguaychú con el narcotráfico y el consumo. La ubicación geográfica de nuestra ciudad y su cercanía con rutas, viejas y nuevas, del narcotráfico la hacen un lugar clave, desde la logística, para ese comercio ilegal. Las bandas locales y de las ciudades cercanas, se nutren, también, de ese tráfico. Se necesita una urgente reacción de las autoridades y que se dote a la justicia y las fuerzas de seguridad de mayor presupuesto e infraestructura. Estamos a tiempo. Evitemos que en nuestra querida ciudad el problema escale a los niveles de Rosario porque no estamos lejos de ese trágico panorama. El narcotráfico provoca muertes, delitos, violencia, corrupción. Envilece y degrada a las personas, destruye hogares y aniquila presentes y futuros. Es hora de actuar, el que teniendo responsabilidades, calla y no hace nada, es cómplice.
(*). Artículo publicado en APF.
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