El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos
A principios de diciembre obtuvo dos títulos en dos días. Concluyó su etapa en menores y ahora analiza ingresar al profesionalismo del tenis.
Se termina el 2021 y llegan los momentos de los balances. Los y las deportistas también ingresan en esa lógica.
La juvenil tenista uruguayense Guillermina Silva cerró el año con todo y culminó su etapa en menores en el Jockey Club Rosario donde se consagró como doble campeona en el sexto y último torneo nacional. Primero lo hizo en dobles con la cordobesa de San Francisco, Delfina Yáñez, tras ganarle a las primeras preclasificadas, Sara Floris- Torres Barón; al otro día en singles enfrentó a Floris y le ganó en sets corridos.
Pasada esa etapa ahora vendrá lo más complejo: la era profesional. Ingresar a ese nuevo mundo implicará un camino lleno de desafíos no sólo emocionales sino también económicos.
En conversación con El Miércoles Digital se toma su tiempo para hacer un repaso y aventurar lo que viene.
“Si hago un balance de este año la verdad es sumamente positivo ya que obtuve resultados que nunca en mi vida había pensado tener”, dice con sinceridad y agrega que: “Cerré el año con un resultado que fui buscando durante el año, en el último torneo se me dio, pero a lo largo del año tuve muy buenos resultados también”.
El planteo de la jugadora tiene su porqué. Por esas cosas del destino empezó y terminó el 2021 jugando torneos nacionales, pero con resultados totalmente opuestos, a tal punto que dudó en continuar en la actividad del deporte “blanco”.
“No lo había empezado muy bien, había ido a un torneo profesional en Lanús (Buenos Aires) durante febrero tras varios meses sin jugar con todo lo de la pandemia y la cuarentena. Me tocó una chica que tenía más experiencia que yo, y ese partido lo pierdo medio mal, y tuve un impacto bastante negativo”, relata. “Fui con otra expectativa, tuve días en que dudaba en seguir o no, hasta que me percaté de que no había jugado torneos durante varios meses, que recién había comenzado el año y debía seguir intentando. Así que después de un mes, en marzo, voy a un UTR (Torneo de Universal Tennis Rating), que te dan puntos y pueden servir para conseguir una beca en alguna universidad de Estados Unidos. Fui porque era cerca, en Pilar, ya que intención de ir a estudiar afuera no tengo; dije ‘voy a probar a ver qué onda’, y llegué a la final, fue un resultado bastante bueno porque era la primera vez que jugaba ese tipo de torneos, algunas chicas las conocía, y que jugaban bien. Ahí fue como que empezaron a darse mucho mejor las cosas”, reconoce.
“Después fui a los torneos que realiza la Asociación Argentina de Tenis que son los regionales, los menores, los de Junior. Jugué el regional que se realizó en Concordia y lo gané, lo que me habilitó para jugar el nacional que se realizaba en Buenos Aires, en el club Náutico Hacoaj de Tigre. No iba con muchas expectativas, ya que el mejor resultado en experiencias anteriores de nacionales fue ganar un partido como máximo, porque al no tener ranking seguramente te toca con una que está entre las 10 o 5 mejores. Ese fue mi caso, gané el primer partido y después me toca con la chica que estaba preclasificada 2, y por suerte jugué muy suelta, ella no me conocía, y creo que eso también me jugó a favor; ganar ese partido creo que fue muy importante, después seguí ganando hasta que llego a la final”, rememora sobre ese encuentro que no pudo terminar de jugarse por lluvia tras ir set abajo.
“En una de esas me puedo ir a entrenar a Buenos Aires a alguna academia, aunque acá el nivel es muy bueno, (pero) por ahí sí yo estoy en Buenos Aires es como mayor comodidad".
La jugadora insiste en que: “había obtenido un resultado que nunca había tenido y fue muy positivo. Después jugué otro UTR que lo gané, fui a otro nacional que se hizo en Pilar en la Sociedad Hebraica, llegué a la final y la perdí. Luego voy al otro nacional que se realizó en Córdoba, perdí la semifinal con Sol Rabin que si no me equivoco estaba preclasificada tres o dos, fue un partido bastante parejo. En ese torneo habían vuelto los dobles que antes no se jugaban por protocolos, llegué a la final también”.
Para completar el panorama de los inconvenientes que sufre un deportista en niveles altamente competitivos tuvo que parar la actividad por una gastroenteritis, “fueron dos semanas sin jugar, no la pasé muy bien”.
Sin embargo, el retorno vino con buenas noticias, ella misma lo cuenta, “cuando me recuperé jugué una pre- qualy, que es como un torneo profesional, como el que jugué a principio de año, pero tuve un resultado bastante bueno, gané tres partidos, llegué hasta los octavos de final perdí con una chica que está en un muy buen nivel, que ha ganado torneos profesionales; fue un resultado que tampoco pensaba tener. Después del torneo vino este nacional que fue el broche de oro del año porque lo cerré con las dos victorias, con la de dobles y con la de single que hasta ahora es el único nacional que he ganado, y que iba a ganar porque era mi último año de menores”.
Lo que viene: el profesionalismo
“Para el año que viene quiero prepararme para los torneos profesionales, que aparte de que son por plata, y para ir viendo si se me van abriendo puertas de otros torneos de más nivel o mayor jerarquía”, comenta.
También llegó el momento de tomar decisiones, entre ellas el desarraigo, “en una de esas me puedo ir a entrenar a Buenos Aires a alguna academia, aunque acá el nivel es muy bueno, (pero) por ahí sí yo estoy en Buenos Aires es como mayor comodidad, allá obviamente el nivel es demasiado bueno y te abren otras puertas. Eso es una decisión que tengo que tomar, todavía no me he decidido”.
Guillermina Silva, la chica uruguayense que está tras los pasos de Podoroska.
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