Fue el caudillo más importante en la historia del peronismo de Concepción del Uruguay y uno de los más influyentes en la política entrerriana. Tuvo actuación pública durante casi medio siglo. Este jueves 25 de noviembre, Carita Scelzi, “Don Carlos”, habría cumplido cien años.
Por REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Carlos María Scelzi nació un 25 de noviembre de 1921 en Basavilbaso. Era maestro normal pero su oficio era claramente la política. Fue figura principal del peronismo durante décadas, y dejó su impronta al fundar una dinastía política en el PJ cuyo peso se extiende hasta la actualidad. “Carita”, como se lo apodaba (aunque para los familiares era Tito), ocupó la presidencia municipal en tres oportunidades: 1955 (reemplazó al intendente Omar Blanc, quien había enfermado) y 1973 (interrumpidas por golpes de Estado) y 1987-1991, la única que pudo completar.
En sus gestiones como intendente se expropió el balneario Banco Pelay, se construyó la Terminal de Omnibus, y se creó la Escuela Granja Municipal (hoy Escuela Agrotécnica que lleva su nombre), desde la cual Carita soñaba darle a una formación con salida laboral a gurises de escasos recursos, para que se convirtieran en productores. En esa tercera gestión, se realizó el Taller Latinoamericano de Teatro y se recuperó el cine Rocamora, rebautizado como Teatro Eva Perón.
En su segunda intendencia, que comenzó el 25 de mayo de 1973, fue destituido unos meses antes de que se cumpliera su mandato. Pero el retorno de la democracia le dio revancha: primero fue elegido diputado nacional (su mandato duró de 1983 a 1985, porque en el sorteo de origen salió con dos años y no con cuatro). Y luego, en 1987 fue elegido otra vez intendente con un alto porcentaje de respaldo popular.
Aggiornado a los nuevos vientos que corrían en el peronismo, recibió y apoyó al presidente Carlos Menem, con quien lo unía una relación de años. En 1989, en el convulsionado final del gobierno de Alfonsín, fue el primer intendente que debió lidiar con saqueos de supermercados.
Scelzi fue un caudillo de los de antes, capaz de recibir a interlocutores (aun si se trataba de dirigentes sindicales) con un arma sobre la mesa para mostrar quién mandaba, pero a la vez siempre con una mano tendida para quien le fuera a pedir ayuda, sin detenerse en preferencias políticas, religiosas o de cualquier otra índole.
También sabía ser duro con propios y extraños, si le fallaban en la lealtad que dispensaba y esperaba. Patriarca a la antigua de una familia numerosa, fue padre de ocho hijos y hijas (seis mujeres y dos varones, uno de ellos fuera de su matrimonio con Maruca, la madre de los siete restantes).
Don Carlos murió en la misma casa en que vivió casi toda su vida, sobre calle Artusi, en mayo de 1999. Lo velaron allí mismo y el todavía presidente Menem envió participación y corona.
Anécdotas y leyendas
Se cuentan muchas anécdotas que pintan la personalidad de Scelzi: cuando previo a la elección de 1973 se reunieron los referentes del PJ provincial para definir el candidato a gobernador, todos decían “yo no quiero nada”, incluido Enrique Tomás Cresto. Luego de don Enrique le tocó el turno a Carita y este expresó una frase que quedó, desde entonces, para la historia: “Yo quiero la mitad de lo que no quiere Don Enrique”, dijo Scelzi. El resultado fue Cresto gobernador, Blanc vice.
“Carlos Maria Scelzi fue de una impronta y personalidad que son difícil de encontrar, de esas personas que con la mano o un 'si', bastaba . Para quienes lo conocieron sabían que si le pedían un libro depende la situación, daba un libro o biblioteca. Eso sí: no le mientas, ni vayas a fallarle porque te tiraba con la biblioteca completa más lo que tuviese a mano”, cuenta Pedro Parpagnoli, para quien Carita fue casi como un padre.
José Félix Esquivel completa la semblanza: “Fue muy lindo compartir distintos momentos, trabajar en la función pública, aprender calidez humana, sentir su hombría de bien, sus vivencias de militancia comprometida y dirigencia ejemplar. Cuantos recuerdos de una época irrepetible, fue un regalo de la vida conocerlo y compartir”, agrega.
Carlos Vecchio, el genial humorista y escritor uruguayense cuenta una anécdota que revela el humor y el talante de “El Viejo”, como lo llama cariñosamente: “Yo trabajaba en la secretaría privada de la intendencia. Cuando se venian las elecciones del 14 de mayo de 1989, Menem era el candidato. Y don Carlos tenía en su despacho un cuadro de ambos, los dos abrazados y sonrientes en la Salamanca. Yo paso a llevarle una nota que debía firmar y sin querer rozo con el hombro el cuadro ¡y se cae! Lo levanto, lo acomodo. Y, por eso de las leyes del pensamiento revertido, de que toda idea asociada a una emoción perturbadora tiende a realizarse... ¡pumba! Otra vez lo rozo y de nuevo se cae. Desesperadamente, lo acomodo y ahí queda. Firma don Carlos, sin mirar ni decirme nada. Y cuando vuelvo, ¡vas a creer que por tercera vez lo rozo y se cae nuevamente! Yo no sabía por qué lado escaparme. ‘¡Disculpe don Carlos!’, le digo. Y él: ‘Pero Carlitos ¡vamos a esperar hasta el 14 de mayo para tirar a la mierda eso!”.
Otra anécdota (de fuente insospechable) asegura que siendo intendente, Scelzi convocó a una reunión en su despacho a su hijo (Carlos José, conocido como el Teta) a Jorge Busti, Augusto Alasino y Mario Moine. Una vez dentro todos, don Carlos le pidió al Negro Valiente, su secretario, que se quedara adentro y cerrara con llave. Y una vez hecho eso dijo: “Hasta que no haya humo blanco de acá no sale nadie”. Terminó la reunión con su hijo Carlitos candidato a diputado en primer lugar y con Moine candidato a gobernador.
La última anécdota es difícil de establecer cuánto de realidad y cuánto de leyenda tiene. Asegura que estaban reunidos los principales dirigentes del PJ para elegir su posible sucesor a la intendencia en 1991, y Scelzi, que ya tenía el nombre (lo preservaremos porque es un dirigente que sigue vivo) se lo ofreció directamente. Y "el elegido" respondió: "Bueno, Don Carlos, pero primero debo hablar con mi familia". Así que el caudillo abrió un compás de espera. Cuando llegó el día, el "elegido" fue con la buena noticia de que tenía permiso. Pero Scelzi lo recibió diciendo "el candidato del peronismo no puede pedirle permiso a nadie. Vos no vas a ser".
La ciudad lo homenajea al haberle dado su nombre a una de sus concreciones más queridas, la Escuela Agrotécnica N° 8 “Carlos María Scelzi”, y con el Auditorio Municipal. Aunque hay muchas personas que creen que la calle “Doctor Scelzi” tiene relación con el caudillo peronista, en realidad no es así: su nombre se debe a Giuseppe (José) Scelzi, inmigrante italiano, doctor en leyes y dirigente de la Logia masónica, quien fue intendente municipal a fines del siglo XIX (y sin parentesco directo con Carita).
Juan Martín Garay, secretario de Gobierno de la Municipalidad, lo vivió “como un abuelo que la vida me regaló”. El funcionario –quien lo recordó en las redes, disparando así una catarata de recuerdos afectuosos del caudillo por parte de quienes lo conocieron y trataron– destaca “el legado a nuestra comunidad de Don Carlos María Scelzi, quien se animó a crear algo de significativa importancia: la Escuela Granja Municipal. Esto fue de avanzada para el momento y pudo sobrevivir al paso de los distintos gobiernos hasta convertirse hoy día (por idea del ex Intendente Lauritto) en una Escuela de Educación Agrotécnica. Por aquel entonces (según dicen los que saben) había pocas expresiones políticas en el país que se atrevieran desde una intendencia a construir una unidad de educación, producción y trabajo. Algo aun moderno para esta época en una sociedad del conocimiento, él lo soñó, pensó y concretó en aquel entonces. Don Carlos, como justicialista, claramente justificó su paso por la vida”.
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