El relato impostor de la “década ganada” con el que los propagandistas del gobierno bombardean a la opinión pública desde medios oficiales y oficiosos encuentra sus puntos vulnerables ni bien se repasan algunas estadísticas, en la medida en que éstas no estén “retocadas” por el INDEC.
(*) Por JOSÉ ANTONIO ARTUSI
Un sector de las políticas públicas en el que la falacia de la supuesta “década ganada” se muestra particularmente endeble es el de los programas de vivienda.
Con la demora habitual se ha publicado en la página de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación (SSDUV) el informe de auditorías FO.NA.VI. y Programas Federales correspondientes al ejercicio 2012. Se trata de un documento oficial, que resume las auditorías realizadas por la SSDUV a los organismos provinciales integrantes del Sistema Federal de la Vivienda.
Cabe recordar que, tal como se señala en el informe, “el Fondo Nacional de la Vivienda se integra, entre otros, con un porcentaje proveniente de la recaudación del Impuesto a los Combustibles, de acuerdo a lo establecido por el artículo 3º de la Ley Nº 24.464. Los recursos del Fondo son transferidos Automáticamente a las Jurisdicciones de acuerdo a los coeficientes de distribución consignados en el artículo 5º de la Ley Nº 24.464.” Uno de los primeros datos que llama la atención es la marcada reducción en la cantidad de viviendas FO.NA.VI. terminadas durante 2010, 2011, y 2012. Durante 2010 se finalizaron sólo 6.140 viviendas, en 2011 6.280 unidades, y en 2012, 6.527. Se trata de los peores 3 años desde 1993. Las cifras contrastan de manera notable con las 49.585 viviendas terminadas en 1998, la cifra más alta de la serie, pero también con las 36.581 del año 2000, en plena crisis de la convertibilidad.
Claro, a partir de 2003, como el propio informe recuerda, “el Estado Nacional financia con recursos de la Tesorería General de la Nación diversos Programas y Subprogramas con el objetivo de disminuir el déficit habitacional existente en el país, ejecutando una política habitacional activa a través de la ejecución de Programas Federales desarrollados para mejorar el acceso a la vivienda de los sectores más desfavorecidos”. El Poder Ejecutivo Nacional distribuye discrecionalmente estos recursos entre las provincias, a diferencia de las alícuotas del FO.NA.VI., estipuladas en la ley. Estos programas, denominados “federales”, de federales no tienen nada y son la más cruda expresión del centralismo y de la utilización de fondos nacionales como herramienta de dominación de gobernadores e intendentes.
Aún así, sumando las escuálidas cifras de viviendas FO.NA.VI. y las de programas federales terminadas en los últimos años, estamos lejos de estar frente a una realidad que habilite a hablar de “década ganada” sin ruborizarse. En efecto, en los años 2010, 2011 y 2012 se terminaron (sumando FO.NA.VI. + programas federales) 34.547, 33.947 y 34.602 viviendas. Nuevamente las cifras contrastan de manera notable con las 49.585 viviendas terminadas en 1998 y también con las 36.581del año 2000, cuando sólo se destinaban recursos FO.NA.VI. Es verdad que en el 2007 se llegó a terminar 53.557, pero ese ritmo viene decreciendo de manera sostenida desde entonces. Veamos entonces los números por década. Entre 1983 y 1992 se terminaron viviendas a razón de un promedio de 30.328 por año. En la década siguiente, el promedio ascendió a 37.586. Y en la que va de 2003 a 2012, la supuesta década ganada, el promedio bajó a 35.223, aún a pesar de los notables aumentos de la recaudación y las extraordinarias oportunidades que el contexto internacional brindó al país. Y con un crecimiento de hogares del 20,8% entre 2001 y 2010.
Volvamos ahora a los programas “federales”. Una rápida mirada a las planillas anexas del informe de auditoría mencionado muestra a las claras de qué manera estos recursos se utilizan para premiar o castigar según el color político de las administraciones provinciales. Durante 2012, hubo 4 distritos que recibieron más de $350/habitante en concepto de transferencias por “programas federales”: La Pampa ($476,38/hab.), La Rioja ($372,74/hab.), Santa Cruz ($350,82) y Tierra del Fuego ($789,19/hab.). En el otro extremo, Santa Fe recibió $ 0,00 (si, cero, leyó bien), y Corrientes sólo $3,19/habitante. Incluso distritos muchos más grandes y ricos, como la Ciudad de Buenos Aires ($25,68/hab.) y la Provincia homónima ($5,90/hab.) recibieron más per cápita que la postergada provincia de Corrientes. También queda al descubierto que supuestos favoritismos políticos no siempre se traducen efectivamente en el “federalismo de los recursos”, falacia a la que suele recurrir el Gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, para ocultar la realidad de la crisis del federalismo fiscal. Entre Ríos recibió en 2012 $98,59/habitante en concepto de recursos de programas federales. Mucho más que Corrientes, obviamente, pero lejos de Santa Cruz y las provincias más favorecidas. Cabe resaltar que se lograron terminar sólo 48 viviendas de programas federales y 0 (cero) viviendas FO.NA.VI. en Entre Ríos en 2012!
Hasta ahora sólo mostramos cifras, que muestran que la “década ganada” es un verso. El informe de auditoría 2012, como los anteriores, también demuestra que – en general – las políticas públicas de vivienda tienen enormes déficits en materia urbanística, que contribuyen a generar lo que en un poster de la Federación Iberoamericana de Urbanistas se denomina la “NO CIUDAD”; “actuaciones fragmentadas, segregadas, alejadas y mal comunicadas del centro de la ciudad…, carentes de dotaciones y servicios”. Pero eso será materia de otro artículo.
(*) Ex diputado provincial (2007-2011) y ex Presidente del Comité provincial de la UCR.
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