La autora de esta reflexión, magister en Salud Mental, asegura que la palabra "inclusión", aunque suene "linda, deseable, correcta", no es lo mismo que la convivencia. "Estar con otros no es inclusión, es convivencia. Y tiene que ver con la construcción de ciudadanía, con lo colectivo, que trasciende lo individual". Una reflexión necesaria en tiempos de pandemia y en especial en la Semana de la Inclusión y la Educación Especial.
(*) Por VANESA LEOPARDO
Y entonces, aparece el otro, la otra.
Irrumpe en mi tiempo y en mi espacio. Irrumpe en mi vida. Está allí, ante mí, tratando de ponerse cómodo en el cojín del consultorio, disculpándose por llegar tarde, apagando su teléfono, sacando un cuaderno en el salón de clases, mirándome o no.[1]
La inclusión se impone, circula en forma imperativa.
Suena linda.
Emerge moda, necesidad, cuerpo normativo, fuerza de ley.
Como el opuesto positivo de la exclusión rápidamente gana adherentes.
Tengo miedo. Miedo a que el fanatismo por la inclusión nos obture el espacio para preguntarnos por qué tenemos que pensar en incluir; tal vez estamos yendo detrás de los hechos, todo el tiempo, todo el tiempo, todo el tiempo.
¿A quién incluimos? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Yo te incluyo a vos? ¿Nosotros a ellos? En este momento, ¿alguien me está incluyendo?
Hablamos de incluir como traer…de afuera hacia adentro. Es allí donde se delinea lo deseable, y luego el otro, el que habita en sus fronteras, al que luego de reconocer casi como una deformación, lo re-conocemos con discursos que lo alejan, lo clasifican, lo expulsan, lo ubican en circuitos diferenciados.
Esto sucede bajo la idea de denegación, que es más que negar, es hacer como si no se negara.
Y 30 minutos más tarde se inicia el “operativo” de la inclusión.
Suena linda, deseable, correcta.
Pero la palabra inclusión pierde su inocencia cuando nos reconocemos expulsores, asumiendo aquello que aparece por fuera como algo “dado”, natural, un dato objetivo, una estadística, sin rostro, ni subjetividad, ni historia, ni identidad, sin cuerpo.
¿Inclusión? Gracias, pero no.
En una sociedad inclusiva esta categoría no se piensa sola; en una sociedad inclusiva la exclusión no es un dato objetivo respecto del cual no pienso nada.
Pierde su inocencia cuando la necesidad de decir inclusión es el resultado de un tremendo proceso de desplazamiento de los sujetos…personas sin (sin casa, sin baño, sin familia, sin, trabajo, sin capacidades). Desplazamiento que se produce desde un lugar de encuentro/desencuentro con todo lo que es OTRO. Y la idea de que si se es esto no se puede ser lo otro. Un enfrentamiento con la diferencia y la expulsión de todo lo que no sea “eso” que hay que ser.
Si la inclusión es que yo admito la existencia del otro diverso, diferente o desigual; la admito, la tolero; lo que estamos haciendo, y lo lamento, es legitimar una única forma de estar en el mundo. El otro debe pedir permiso, necesita ser tolerado, aceptado o reconocido en su “diversidad”. “Nosotros” caminando en torno, observando, hablándolo, describiéndolo, clasificándolo.
Estar con otros no es inclusión, es convivencia. Tiene que ver con la construcción de ciudadanía, lo colectivo, que me trasciende. No se trata de nosotros “los incluidos”- ustedes “los que deben incluirse”.
Se llama convivir, se llama “estar con…”
Practiquemos la hospitalidad (término de Derrida en su diálogo con Levinas), que se vincula con la posibilidad de considerar al otro en tanto otro y desde allí construir la posibilidad de respeto por ese otro.
¿Inclusión? ¿Así sola? ¿Sin azúcar?. Gracias, pero no.
[1] Romero Fernández, Francisco. La inquietante irrupción del otro.
(*) La autora de esta nota es licenciada en Trabajo Social egresada de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y magister en Salud Mental, egresada de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Docente e investigadora, ejerce en el Instituto Tobar García, forma parte del Servicio de Apoyo Interdisciplinario Educativo (SAIE) del departamento Uruguay y participa en proyectos de investigación relacionados a educación, salud mental, infancia y discapacidad. Su correo electrónico es vleopardo@hotmail.com.
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