Dicen que Rosario siempre estuvo cerca, pero desde hace varios días el humo no nos deja comprobarlo. Una vez más ganó la irresponsabilidad y el delta entrerriano arde en llamas.
Por MARIO ROVINA de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Los incendios en las islas del delta ya han cobrado una magnitud que hacen que la situación sea insostenible, provocando la destrucción del hábitat de las numerosas especies que viven en las islas y afectando la economía y la salud de las personas que se encuentran en las ciudades cercanas, especialmente en la ciudad santafesina de Rosario.
Ante esto, el reclamo de los habitantes se hizo sentir y hasta el propio intendente de Rosario reclamó medidas urgentes: “Decenas de brigadistas jugándose la vida, aviones hidrantes, helicópteros y barcos que nos cuestan una fortuna. Más que la entrada de rosarinos, lo que debería impedir Entre Ríos es esto. Y la justicia tiene que meter presos a los responsables”, manifestó Pablo Javkin, intendente de Rosario, a través de su cuenta oficial de Twitter.
Decenas de brigadistas jugándose la vida, aviones hidrantes, helicópteros y barcos que nos cuestan una fortuna... Más que la entrada de rosarinos, lo que debería impedir Entre Ríos es esto. Y la justicia tiene que meter presos a los responsables. #BastaDeHumo pic.twitter.com/gwYx6yUxlN
— pablo javkin (@pablojavkin) July 26, 2020
La justicia también se sumó a los reclamos y la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario dictó recientemente una medida cautelar en la que les ordenó a las autoridades de la ciudad de Victoria y de la provincia de Entre Ríos controlar que no se realicen más incendios por seis meses, según informó el diario local La Capital.
Todos quienes reclaman lo hacen con justa razón, ya que el fuego produce mucho mas que humo, también se lleva nuestra biodiversidad y perjudica la calidad de vida de los habitantes del delta y de todas las localidad vecinas.
La magnitud de la destrucción
Según un reciente estudio elaborado por Patricia Kandus, Natalia Morandeira y Priscilla Minotti, investigadoras del del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), realizado en base datos satelitales, en lo que va del año, y sin contar los últimos focos de julio, se produjeron 3700 focos de calor. De esos focos, el 82,5 % se concentra en la provincia de Entre Ríos, gran parte en las islas de la Reserva de Usos Múltiples Islas de Victoria (más del 60 % de los focos totales) y los restantes 11,4 % y 6,1 % en Buenos Aires y Santa Fe, respectivamente.
Focos de calor (potenciales incendios) detectados en 2020 en el Delta del Paraná. La animación muestra los focos acumulados entre el 1 de mayo y el 17 de junio del 2020 en el Delta del Paraná. Los focos detectados entre enero y abril se muestran en un tono más claro. Elaboración a partir de datos VIIRS (375 m de resolución) de FIRMS-NASA.
El informe también advierte con preocupación que el 2020 es un año de extrema sequía en el Delta, producto de una bajante histórica del río Paraná. Los suelos secos de zonas antes anegadas, con mucha materia orgánica, así como la vegetación seca en pie, resultan en material combustible y dificultan el control de los incendios.
El contexto del fuego
La quema de pastizales es una práctica de manejo que ocurre desde hace mucho tiempo en el Delta del Paraná, aunque no es abiertamente reconocida.
Lo que se suele quemar son los humedales herbáceos y con ello se afecta también su enorme biodiversidad. Las islas poseen una enorme variedad de humedales donde se han citado más de 700 especies de plantas vasculares y una diversidad de fauna litoraleña que usa estos ambientes como hábitat (al menos 50 especies de mamíferos, 260 de aves, cerca de 300 de peces, 27 de anfibios, más de 30 de reptiles y una enorme variedad de invertebrados).
En condiciones controladas, bajo una planificación regional y con una estricta consideración de las condiciones ambientales, el manejo del fuego puede contribuir a promover una variedad de respuestas de la vegetación e incluso de biodiversidad, con algunos efectos potencialmente benéficos para las prácticas ganaderas, como el rebrote de especies forrajeras. Sin embargo, realizar quemas en un contexto de sequía y bajante extraordinaria del Paraná, con múltiples focos simultáneos en toda la región sin planificación ni control, implica un riesgo de devastación de los ecosistemas, superando cualquier nivel de resiliencia que pudieran presentar las especies nativas.
Lo legal y lo real
La denuncia penal presentada por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, contra quienes presuntamente iniciaron incendios intencionalmente convive con el silencio de la justicia y de la mayoría de los propietarios y arrendatarios.
A los recientes reclamos realizados por organizaciones ambientalistas a los gobernadores de las tres provincias afectadas para que se sanciones la tan necesaria ley de humedales, y la pronta implementación del Plan Integral Estratégico para la Conservación y el Aprovechamiento Sostenible del Delta del Río Paraná (PIECAS), se sumaron en los últimos dias protestas en el puente Rosario-Victoria y una demanda presentada en los juzgados Federales de la ciudad de Paraná por las ONG’s Cuenca Río Paraná y Foro Medio Ambiental, ambas con asiento en la ciudad de Rosario.
“Se presentó una acción preventiva de daño ambiental ante los constantes ataques al ecosistema de las islas del río Paraná producidos por los incendios“, dijo a Télam el abogado de la asociación civil Foro Medio Ambiental, Fabian Maggi.
La acción legal que cursa en el Juzgado Federal 2 de Paraná, “no va contra ninguno de los estados provinciales de Santa Fe y Entre Ríos, sino contra un grupo de empresarios“, resaltó el abogado.
Ante esta realidad de fuego y sinsentido ahora es la justicia el principal actor que debe decir el futuro del delta, pero mientras tanto los brigadistas combaten el incendio real, ese que quema, que destruye y que mata.
Es hora de que como sociedad nos interpelemos y repensemos nuestras formas de hacer uso del entorno natural, de poner en la balanza los beneficios ecosistémicos que estos ambientes nos brindan a largo plazo, en comparación de los beneficios económicos, para unos pocos, en el corto plazo y que además vienen acompañados de una destrucción de estos ambientes claves para nuestra biodiversidad, que nos afecta a todos.
Una adecuada legislación debe estar presente y desde la política se deben establecer controles y presentar alternativas al uso de estos espacios naturales, garantizando su adecuando uso de manera sustentable, respetando su biodiversidad y perpetuando los bienes y servicios que los humedales nos brindan, ya que solo con declaraciones y papeles no alcanza.
Fuente: Noticias UNSAM / La Capital / Agencia Télam
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