El número se eleva a un millón y medio si se incluye a los que no acceden a alguna de las demás comidas diarias. En el caso de las personas adultas que viven en esos hogares, llega a cuatro millones y medio porque priorizan el alimento de los más pequeños.
Más de siete millones de chicos y chicas viven en la pobreza monetaria y un millón se va a dormir sin cenar por falta de dinero, según los datos de la Octava Encuesta Rápida realizada por UNICEF y revelados este martes en el marco del lanzamiento de la campaña “El hambre no tiene final feliz”. Si se tienen en cuenta el resto de las comidas, la cantidad de niños y niñas alcanzadas es de un millón y medio. En el caso de las personas adultas que viven en esos hogares, el número llega a cuatro millones y medio porque priorizan el alimento de los más pequeños.
“Los datos reflejan que en la mitad de los hogares con chicas y chicos los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes. Frente a estas restricciones de ingresos, las familias despliegan múltiples y diversas estrategias. En primer lugar, se endeudan de diversas formas (formales e informales) y restringen recursos consumos básicos como salud, transporte y vestimenta, lo que tiene efectos sobre las condiciones de vida de las niñas y niños”, explicó Carolina Aulicino, oficial de Políticas Sociales de UNICEF a elDiarioAR.
Es la primera vez que la encuesta pregunta sobre niñas y niños que se van a la cama sin cenar. Sin embargo, en 2023 ya se consultó sobre la proporción de hogares que se salteaban comidas y los resultados muestran un aumento. Se pasó del 6,4% de las chicas y chicos en 2023 al 7,4% obtenido en 2024. “Se observa que la situación de los adultos en 2024 también es más severa: en un 30% de los hogares, los adultos tuvieron que saltearse una comida por falta de dinero (desayuno, almuerzo, merienda y/o cena). En 2023, esta proporción era de 28%”, detalló Alejandra Beccaria, oficial de Evaluación y Monitoreo en diálogo con este medio.
Las personas más afectadas son aquellas que viven en hogares con menor acceso educativo y en los monomarentales, con jefatura femenina o cuando están situados en un barrio popular. Lo que da cuenta de la feminización de la pobreza y como afecta especialmente a mujeres y niños. “La restricción en el consumo de alimentos tiene consecuencias negativas sobre el bienestar general de las chicas y los chicos, no solo en el corto plazo. En particular, una adecuada nutrición durante la primera es clave para el desarrollo y potencial futuro”, agregó Beccaria.
La encuesta se realiza desde el 2020 y si bien este año se publicó en junio, hoy el organismo dio a conocer las nuevas mediciones en el marco de la campaña “El hambre no tiene final feliz” que se difunde por redes sociales con el hashtag #CambiaElFinal. Meses atrás se conoció que alrededor de diez millones de chicas y chicos en Argentina comen menos carne y lácteos que el año pasado y que la mitad de los hogares modificaron la variedad de sus dietas aumentando el consumo de productos más baratos y menos nutritivos.
El informe muestra la reducción del consumo de alimentos centrales como carne, verduras, frutas y lácteos y el aumento de los más baratos y menos nutritivos como fideos, harina y pan. Además, un 52% de los hogares tuvieron que dejar de comprar algún alimento, once puntos más que en 2023. Se trata de 3,3 millones de hogares, un 90% dejó de comprar leche, carnes y otros lácteos. La cifra es del 67% en aquellos donde se percibe la Asignación Universal por Hijo y el Programa Alimentar. Incluso, la situación se repite en aquellos hogares con jefes y jefas de hogar registrados, donde el porcentaje es del 35%.
Además del hambre y el impacto en el desarrollo, la situación tiene consecuencias subjetivas y simbólicas. “Esto genera barreras en el ejercicio de sus derechos y en el desarrollo de capacidades. UNICEF ha relevado las voces de las chicas y chicos que viven en situaciones de vulnerabilidad narran las huellas que deja atravesar la infancia en contextos de pobreza estructural. Los procesos de estigmatización, de culpabilización que quedan impregnados y la sensación de que las oportunidades no están disponibles para ellos y ellas”, sostuvo Aulicino.
Tal como contó elDiarioAR, el informe muestra que en el 48% de los hogares con niñas y niños, los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes, siete puntos más que en 2023 y quince más que en 2022. Son más de tres millones de hogares en esta situación. En aquellos donde los jefes o jefas de familia tienen empleos informales, un 65% no puede afrontar sus gastos. Llamativamente la situación también se da en aquellos con empleos registrados, un sector en el que asciende al 30%. Esto demuestra que el tener un empleo no resulta suficiente para salir de la pobreza.
Por otra parte, un 23% de los hogares dejaron de comprar medicamentos y un 32% redujeron los controles médicos y odontológicos. En algunos casos, estas restricciones también tienen impacto sobre sectores medios: un 9% de los hogares tuvieron que darse de baja de la prepaga o cambiar a las niñas y niños de escuela por no poder pagar la cuota.
El deterioro en la calidad de vida niños, niñas y adolescentes revelado por el organismo tiene correlato con los datos publicados la semana pasada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina que indicó que la pobreza trepó del 44,7% en el tercer trimestre del 2023 al 55,5% en el primer trimestre de este año, en tanto que la indigencia pasó del 9,6% a 17,5% en el mismo período.
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