Juan Carlos Changui Rodríguez fue otro de los jóvenes que sufrió la detención ilegal en esa noche de la causa ‘Del Mimeógrafo’. Al igual que Juan Carlos Cacu Romero imputó a Salvador Ernesto Dellagiustina, quien estaba citado a declarar como testigo.
J.R.D. de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Fotos: EL MIÉRCOLES DIGITAL
Fue el segundo testimonio de la jornada de este miércoles 19 de octubre en el marco del Juicio Oral y Público que se sustancia en el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay contra dos ex integrantes del grupo de tareas de la Policía Federal, acusados de haber secuestrado y torturado a estudiantes y jóvenes militantes uruguayenses que difundían volantes contra de la dictadura en aquel año.
Juan Carlos Changui Rodríguez tiene una extensa trayectoria en la militancia política. Fue concejal justicialista durante 1999-2003 y asesor del entonces vicegobernador José Eduardo Lauritto (2007-2011).
Al principio hizo un contexto político de la época y recordó que declaró de manera similar en 2012 y 2017 sobre lo que tocó pasar. En orden cronológico contó que a las 20 o 20.30 de ese 19 de julio fueron a buscarlo a su casa, utilizando como ardid a su compañero de militancia -que también estaba detenido-, José Peluffo, quien le pedía que salga. “Y yo le decía, ‘pasá que estoy cenando’. Me insistió tanto que salí. Cuando lo hago en ambos lados de la puerta había dos policías, uno era Julio César Rodríguez, (alias El Moscardón) y el otro Mazzaferri”, los dos policías a los que Rodríguez reconoció como autores materiales de sus permanentes golpizas.
“Yo vivía en Almafuerte y Jordana, la Federal está a pocas cuadras. Me llevaban en un auto, con presión, golpes y amenazas, le dije a Rodríguez que yo recién llegaba (a casa) estaba cenando, que me deje avisar a mi madre, y me dice –‘no te hagas problemas porque tu madre no la verás nunca más, no te preocupes en avisarle’-. Me oriné encima, le pedí para ir al baño, -‘no, no, no vas a ir, sos un cagón-‘. Yo tenía 17 años, esas palabras me quedaron para siempre, hieren más que una cachetada”, reflexionó.
“Me esposaron con las manos atrás de la silla y se fueron, seguramente a seguir buscando gente, estuve cuatro o cinco horas. Entraron Julio César Rodríguez y Mazaferri y entran a propinarme golpes, cachetadas, patadas en el piso, ‘para que vayas pensando donde está el mimeógrafo’. Me llevaron al calabozo y escuchaba gritos, seguramente estaban torturando. Me sacaron del calabozo dos o tres veces a los golpes, me llevan a una oficina de arriba, estaba el comisario Vera, siempre con una pistola, la martillaba. Decía: ‘Más vale que digas la verdad’”, recordó.
“Los otros detenidos estaban en la oficina de oficiales o algo así. Vuelvo al calabozo y volvía a escuchar a gritos, y por una ventanita del calabozo puede ver que a Martínez Paiva lo tenían sentado en el baño, esposado, en una palangana con agua, dos personas que eran Rodríguez (El Moscardón) y Mazafferi. Le aplicaban electricidad en la lengua a Martínez Paiva, esos eran los gritos ahogados que escuchaba”, reconoció.
“Jorge Alberto Rodríguez (alias El Manchado), el imputado, me dice: ‘ahora te va a tocar a vos’, y me tapa con una toalla la ventana”, agregó.
Después lo pusieron con los otros detenidos en el casino de oficiales sentados contra la pared. “No podíamos dormir, ni hablar”, remarcó.
"Me oriné encima, le pedí para ir al baño, -‘no, no, no vas a ir, sos un cagón-‘. Yo tenía 17 años, esas palabras me quedaron para siempre, hieren más que una cachetada”
Mientras tanto, su declaración fue a lo que vivió su familia mientras él estaba detenido ilegalmente: “Mi madre se preocupó por mí cuando vio mi documento arriba del TV y la cena sin terminar. Pensó que me habían detenido por andar sin documento. Averiguó en el Ejército y en la Policía de la Provincia, y no estaba ahí. Al otro día va a una panadería y en una charla de vecinos comentan que había chicos detenidos por subversivos en la Federal. Fue, pregunta y le reconocen que estaba detenido, pero no podían decirle las causas de la detención por secreto de sumario, pero que podía llevar comida al mediodía y a la noche”.
Al igual que los otros testigos-víctimas, recordó la reunión que mantuvieron sus padres y ellos con el coronel Raúl Federico Schirmer, jefe del batallón Concepción del Uruguay y jefe del área militar, el comisario de la Federal Vera y el prefecto mayor Gerardo Genuario, donde les dicen a nuestros padres que “se quedaran tranquilos porque las personas que ‘les habían llenado la cabeza con cosas y elementos del marxismo-leninismo no los iban a ver nunca más’, en referencia a Martínez Paiva y Morend, que siguieron detenidos”.
Quedaron bajo la figura de la ‘Libertad Vigilada’. Rodríguez describió los temores posteriores: “Durante un tiempo no teníamos contacto entre nosotros para hacer un análisis, lo veía a Román en una esquina y doblaba una cuadra antes. Con lo que habíamos pasado, a esa edad, cuando veías a un compañero que habían detenido con vos lo que menos querías hacer era ir a verlo, estuvimos mucho tiempos sin vernos. Estuvimos desconectados”.
Dijo que al Cordobés no lo conoció: “No puedo decir nada. Supe de él mucho después por otros testimonios, en cambio las manos, la voz, la cara de Julio César Rodríguez (el Moscardón) no lo olvidaré más en mi vida, al igual que Mazzaferri”.
Dellagiustina el testigo que acusan
“Tendría que estar sentado, acusado, era el que más tortura psicológica nos hacía. Una vez estaba descompuesto y le dijo al policía que me vigilaba: ‘Que se muera este hijo de puta’. Ahora lo veo, lo cruzo en la calle, no me dan ganas de decirle nada, pero fue parte de la acción psicológica”, dijo sobre el agente de policía Salvador Ernesto Dellagiustina, quien estaba citado a declarar como testigo.
El resto de la Policía
“Recordó que el resto de los policías que estaban ahí “actuaban en consonancia a lo que pasaba. Por ejemplo, nos decían: ‘ese avión que viene de Paraná es para buscarlos y tirarlos al río’. No había obediencia debida, no les daban órdenes para decirnos eso, nadie estaba triste porque estábamos presos”, señaló.
Cuando salió, volvió a la escuela secundaria. “A pesar de que después me enteré que el rector era bastante facho, no quería que volvamos, pero la vicerrectora, quien era muy amplia, fue la que nos recibió y nos dejó”, diferenció.
Contó la anécdota que en el 2012, mientras recorría el edificio de la Federal para la reconstrucción de los hechos, a su lado iba Julio Rodríguez, el Moscardón, quien le daba la razón cuando marcaba cambios en el mismo edificio.
No declaró
El agente Salvador Ernesto Dellagiustina estaba propuesto por la defensa para declarar, pero ante los testimonios de Romero y Juan Carlos Rodríguez, la Querella anticipó que pediría una investigación sobre su comportamiento durante aquellas jornadas, a lo que el Tribunal optó por no permitirle declarar en función de posibles autoincriminaciones. Lo que adelanta a futuro la posibilidad de un nuevo debate con nuevos imputados.
Este jueves 20 de octubre seguirá la jornada con los alegatos. En principio, lo hará la Fiscalía y luego la Querella.
"Por una ventanita del calabozo puede ver que a Martínez Paiva lo tenían sentado en el baño, esposado, en una palangana con agua, dos personas que eran Rodríguez (El Moscardón) y Mazafferi. Le aplicaban electricidad en la lengua a Martínez Paiva, esos eran los gritos ahogados que escuchaba”
La causa
Los policías retirados Luis Oscar Varela (alias El Cordobés) y Jorge Alberto Rodríguez (alias El Manchado) son juzgados por privación ilegítima de la libertad y por imposición de tormentos en tres jornadas por el Tribunal que integran María Emilce Rojas, José María Escobar Cello y Mario Jorge Gambacorta.
Varela y Rodríguez fueron señalados por las víctimas como integrantes de la patota durante el juicio que terminó con la condena de Julio César Rodríguez (alias Moscardón Verde) y Francisco Crescenzo en 2012; y también en otro debate, en 2017, en el que fue condenado José Darío Mazzaferri.
Los abogados querellantes son Marcelo Boykens y Lucía Tejera, en representación de la Secretaría de Derechos Humanos. El abogado local José Ostolaza defiende a Rodríguez y los letrado cordobeses Sebastián Marcelo Maccari Gaido y Marcos Juárez a Varela.
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