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JUANJO ROSSI Y SU TAREA DE REVOLUCIONAR LAS CONCIENCIAS

Como lo hace desde hace muchos años continúa remando contra viento y marea. Porfiado insiste en que la historia de los hombres y mujeres de este continente no empieza en 1492, con el aterrizaje de Colón, sino mucho antes: hace 40 mil  o más años. Sabe que no es simple luchar contra todo un sistema opresor, que no solo viene desde afuera sino que habita-fundamentalmente- en la mentalidad de las personas reproduciéndose a diario. Aun así sigue luchando en su cruzada para revolucionar las conciencias.

 

Por JORGE RUBÉN DÍAZ de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Fotos: MARIO ROVINA Y VALENTÍN BISOGNI

 

Juan José Rossi volvió a Concepción del Uruguay a presentar su libro “La Historia saboteada de Abya yala (América)”. El jueves 1º de junio el salón del Rectorado de la UNER estuvo repleto de ex alumnos, conocidos, amigos y los que añoran el museo Yuchán tras la desidia municipal que lo hizo cerrar en el año 2012.

Fue como un resumen de unas de sus mejores clases de historia americana (perdón: abyayalense), con mucha ironía, algo de humor, énfasis e intercambiando ideas con los presentes.

Más allá de los datos que aporta en este libro, y en los anteriores también, lo más valioso pasa por lo conceptual: ¿hacia dónde apunta, qué quiere, para qué, por qué?, y todas las preguntas que puedan surgir.

Juanjo es como un obstinado labrador. A sus 84 años sigue sembrando sobre una tierra fértil pero hostil a la vez, con una corteza superior  muy dura difícil de penetrar,  bloqueada por el trabajo de años que realizó “el invasor”. Lisa y llanamente así los considera a los que en 1492 “chocaron” contra estas tierras venidos desde el otro lado del océano. Está convencido que el único camino es seguir sembrando, porque en algún momento las semillas que pasen la corteza podrán germinar nuevas conciencias sobre la manera de entender nuestra historia: “La historia del hombre”.

“El imaginario colectivo nuestro, me incluyo, ve algo, la historia vamos a suponer, tan obviamente distorsionada que no lo ve, es tan claro, que no lo ve”.(J.J.R).

Sabe que no será fácil, de hecho hasta confesó cierta frustración: “Hay que cambiar el paradigma en las relaciones, pero cuesta, nosotros abrimos caminos y ventanas, pero no sé si lo vamos a lograr. Es probable que triunfe el invasor, y bueno, es la realidad, todas las especies fueron desapareciendo, no somos nada en el universo”. Lapidario, pero no se da por vencido. Ya anunció otro libro de su autoría que saldrá a la luz en no mucho tiempo más. Así como no ahorra críticas a la Iglesia Católica –de la que fue parte por haber sido sacerdote- ahora  apuntará contra las crónicas y los cronistas, es decir las personas  que escribieron sobre esa “invasión” disfrazada con el nombre de “conquista” sobre Abya Yala.

“El paradigma que asombró a los europeos fue el respeto (que había en este Continente), por eso había más de mil idiomas, no lo digo yo, lo dicen lo dicen los principales etnógrafos de Europa, con lo cual no digo nada, pero para muchos tal vez sí. Hoy se hablan en Abya Yala más de 300 idiomas como se habla el castellano también, como el inglés, francés o el turco”.(J.J.R).

Su ejemplificación fue más que didáctica: “Suelo decirle a los chicos `tu papá no conquistó a tu mamá con un palo en la cabeza o un revolver en la espalda, ni viceversa, lo hizo con caricias, con miradas. Si ustedes captan de que el sistema habla de una conquista (es) porque tampoco todavía vio el problema de fondo, se les hará un click espontáneo, sin que se den cuenta. Si fue invasión, lo fue (sobre) una humanidad (y) no de un continente o territorio vacío, había 70 millones de habitantes, realizaciones fabulosas, majestuosas; había guerras, rencillas, amor, odio, había gente ¿o qué piensan?, ¿qué creen que somos? ¿por qué eran indios los indios?, porque era una invasión y para llevarse todo tenían que cocinar con varios frentes: el ejército, los políticos, el catolicismo, el protestantismo y cualquier otra institución europea que sigue, como en aquel momento, viviendo de los demás, (sino) Europa no existe, vive a costa de los demás, en la medida que el resto del mundo le corte y les diga: `nosotros somos nosotros y ustedes son ustedes´ se acabó Europa. Pero el imaginario colectivo sigue pensando que vinieron a traer la civilización, la pacificación y la evangelización, ¡qué ingenuidad! ¿Por qué caemos en esa trampa?, porque fue un trabajo muy sutil, perseverante, terco y sacrificado, muchos murieron por eso; nuestros antepasados nativos, nacidos en estas tierras, ni se cuántos curas habrán matado, deben ser miles, claro, las crónicas los ocultan, pero ¿por qué los mataron?¿por qué eran amigos?, ¿amorosos?, ¿venían a respetarlos?, ¡porque vinieron a invadirlos! y reaccionaron como lo haría cualquiera de ustedes si un ladrón entra a tu casa, muy simple, tan  simple que no lo vemos”.

 

EL LIBRO DE JUANJO “NOS METE UN CROSS AL MENTÓN”

En el panel lo acompañaron la profesora Mariela Satto, ex alumna de Rossi en la facultad de Humanidades de la Uader, y Américo Schvartzman, también docente y licenciado en Filosofía. De Schvartzman rescatamos –a modo de síntesis-  estas líneas de su extensa intervención: “El libro de Juanjo es un ensayo filosófico. Por varias razones. De entrada, como la mejor filosofía, nos mete un cross al mentón en su propio título: es la historia saboteada, sí, la que nos negaron, pero de Abya Yala. ¿De qué? ¿Abya Yala? ¿Qué es eso? Ah, entre paréntesis aclara: es (América). ¿Por qué entre paréntesis? Porque allí comienza el cuestionamiento, la sacudida al sentido común. Pero esa piña al mentón tiene una historia, una génesis y un desarrollo lento, progresivo, trabajoso, durante la larga y fructífera vida intelectual de Juanjo Rossi. ¡Quizás pretende demasiado! Porque a él le llevó toda la vida traernos este volumen maravilloso en el que le cambia el nombre al continente. Y resulta que, al final de su camino, pretende que nosotros, de un plumazo, sin más trámite, aceptemos congelar `nuestro´ nombre, ponerlo entre paréntesis, ver si merece nombrarnos. ¿Puede imaginarse algo más profundamente filosófico, que ese comienzo? Parte de una premisa epistémica fundamental y vuelve a ella todo el tiempo: la de hacer entender que la historia del continente no empezó en 1492 cuando “fortuitamente” llegaron europeos a estas tierras. Y no. Empezó mucho antes, claro. Unos 40 mil años atrás, cuando seres humanos cruzaron el estrecho de Bering y empezaron a poblar el continente. Entonces ¿por qué la seguimos contando desde allí?”, planteó Schvartzman.

“De los 40 mil años es una sola historia, un solo devenir, porque en todos los casos: del norte, del sur, del este, del oeste, viniendo por mar, por tierra, sobreponiéndose uno a otros en los territorios: es una sola especie que quiere sobrevivir lo mejor posible”. (J.J.R).

Rossi asintió y profundizó, “lo que lograron los europeos en tres siglos primero y continuado por la República, fielmente, es que el sistema siga siendo netamente invasor, lo que lograron fue una dicotomía del devenir humano del continente, una separación profunda, radical, entre lo que había y lo que ellos empezaban. Una dicotomía que está funcionando en cada uno de ustedes (y señala a los presentes en la sala), no solo en lo histórico: historia de los indios, historias de los blancos, historia de los inmigrantes, ¡y eso no existe!, nos existen los indios, no existen los inmigrantes, nunca existieron, sólo en la India porque ellos decidieron llamarse indios. Acá existió siempre el ser humano. La historia tampoco empieza en Bering, la historia del ser humano empieza en un continente: África, que como es en ese, no sabemos nada, porque Europa también nos escondió esa realidad. Más allá de las creencias, no importa si el ser humano aparece por evolución o creación, es lo mismo. La especie humana que sobrevive aparece en el nordeste de África  y la dispersión es tan apasionante que a mí me da pena que el sistema educativo, ustedes, yo, ignoremos esa realidad, que no la hayamos incorporados para sentirnos apasionados y  estimulados” lamentó.

 “En todas mis propuestas no distingo aborigen, inmigrante, negro, blanco, no: simplemente humano”. (J.J.R).

Pero enseguida retomó y siguió explicando “ese ser humano se dispersó en forma arbitraria, el mundo era virgen, hasta cierto punto porque había habido más de cuatro especies humanas desaparecidas que habían dejado un patrimonio fabuloso, (tanto) industrial como estratégico. Cada estrategia requiere un pensamiento, y un pensamiento  es filosofía, cada pensamiento es filosofía. No hay que comparar, así como no se comparan las personas no se comparan las culturas, por lo tanto no hay superior ni inferior”.

“Ese humano, sin objetivos, entra en Asia (Sud Asia) y empieza a caminar buscando refugio, buscando comida, piedras, madera, frutos, etc,y otro humano se encuentra 100 mil años después viviendo en lo que hoy llamamos Siberia, súper adaptado al frío cruzó todo Siberia, buscando refugio, como hoy el que busca trabajo”- comparó- “y llegó a Bering, capaz que entró a nuestro continente en un momento en que no había agua durante la glaciación, o con agua, se montó en un árbol caído por un tsunami, o por un desmoronamiento de hielo, o arriba de un témpano, se subió para salvarse de algo y llegó a la otra costa, siguiendo grupos de animales que eran su sustento, y entraron acá. No había nombre, no había nada, siguieron hasta lo que hoy se llama Argentina, casi 40 mil años atrás, esa es nuestra historia” enseñó.

-“Es el mundo humano que venía desde 40 mil años atrás activando estrategias de vida que se fueron convirtiendo en auténtica filosofía de los pueblos, o pensamiento estructurado de los pueblos”.(J.J.R).

 

MÚSICA Y REVOLUCIÓN DESDE LAS AULAS

Finalizadas las palabras, la actividad - auspiciada por “La Junta Abya yala por los Pueblos Libres” y “El Miércoles Comunicación y Cultura, Cooperativa de Trabajo”, actuaron Atahualpa Puchulu y Angel Juan Javier Muñoz Pini, integrantes de "De Costa a Costa. Movimiento de Música Entrerriana”, interpretaron unas bellísimas canciones: Puchulu realizó una composición en lengua chaná; Pini con una potente y comprometida huella de su autoría, y los dos hicieron "Cerro de la Matanza", de Aníbal Sampayo.

Quedó en el aire la sensación de final abierto, que todo está por hacerse, tal como lo reclamó una docente en el lugar, y Juanjo se sumó ampliando el concepto “creo que hay que quebrar el sistema, y no es fácil, así como me costó le costará a cada uno de ustedes. Eso no lo puede hacer ni el Consejo General de Educación, porque si lo hacen por decreto es un caos porque no estamos preparados, pero si en el aula lo puede hacer cada uno, y eso va a multiplicar, va a rodar. Si lo logramos en el aula se puede llegar a una revolución”.

 

 

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