El intendente que iba a su trabajo en bicicleta, el que –en épocas de divisiones profundas– lograba que las decisiones del Concejo Deliberante fueran unánimes, el perseguido político defendido por quienes habían sido sus opositores, el dirigente de la honestidad a prueba de balas, el que es recordado por un bulevar en su ciudad pero sobre todo por su afabilidad, sencillez y decencia, el que tres veces fue electo intendente pero no pudo estar en su puesto más que cinco años en total. Todo eso –y mucho más– fue Juan Antonio Sansoni, quien en mayo de 1950 asumía por primera vez como intendente de Concepción del Uruguay, elegido por el voto popular en reemplazo de Juan José Rizzo. Aquí lo cuenta Jorge Villanova.
Por JORGE G. VILLANOVA, especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL
Puede ser más una regla que una excepción, pero la historia entrerriana, que posee muy buenos investigadores y mejores historiadores, carece de difusión. Eso la torna casi desconocida para demasiada gente, sobre todo para los propios entrerrianos. Y ese desconocimiento se tiene con los grandes procesos históricos, ya sean regionales o provinciales, pero también ocurre cuando se focaliza en los pueblos, en los barrios, donde los acontecimientos parecen cotidianos, hasta naturales, propio del día a día, hasta que el tiempo se encarga de colocarlos en su lugar.
Si el cristal se enfoca más aún y apunta a las historias personales de nuestros hombres y mujeres es probable que no se encuentre documentación sobre el personaje a investigar y que el testimonio de los contemporáneos se descubra envuelto de una pátina de leyenda, que se retroalimenta todo el tiempo y contribuye a la construcción del relato.
En el mejor de los casos ocurre que esa historia –mínima o no tanto, mítica o no tanto– se vaya construyendo a partir de un puñadito de palabras sueltas: honestidad, vocación, bicicleta, humildad. Y entonces la narración se vuelve tan entrañable que la historia deja de importar, y aunque conste de puntos verídicos, el resultado se asemeje más a un lento discurrir que el tiempo va conformando a su antojo, que a una aburrida secuencia de hechos y datos encadenados a lo largo de toda una vida.
Todas estas palabras parecen no decir nada sino le ponemos un nombre propio, pero se transforman en necesarias para hablar de Juan Antonio Sansoni, intendente de Concepción del Uruguay. Dos breves períodos al frente de la comuna le bastaron para sumar para siempre el cargo público a su apellido.
LOS INICIOS EN EL PARTIDO DEMÓCRATA
Juan Antonio Sansoni nació el 10 de agosto de 1905 en la ciudad de Concordia. Allí fue donde creció y donde dio sus primeros pasos en el ámbito político y en el gremial. En una provincia y un tiempo en la que el radicalismo de los Laurencena y los Etchevehere gobernó ininterrumpidamente durante casi tres décadas, Sansoni se enroló a partir de 1931 en las filas del comité Concordia del Partido Demócrata Nacional (PDN), es decir, los “conservadores”. Al trasladarse por trabajo a la cercana Federación, desempeñó allí diferentes cargos dentro del Comité Departamental, siendo también convencional provincial durante dos períodos. Fue además, presidente del Comité Obrero del PDN.
Eran tiempos en que la Unión Cívica Radical ganaba las elecciones provinciales y los conservadores manejaban a su antojo los comicios nacionales. Tiempos de enfrentamientos memorables, de tiros y envalentonamientos, de colonias que se creaban y de apuestas al desarrollo basado en la industria agropecuaria provincial: vacas, frigoríficos, granos, sequías, langostas, ideas avanzadas, caminos y puentes, explotación, cooperativas y sindicatos, eran las palabras trascendentes de la época, llenas de contenido real.
La década del 30 lo encontrará como empleado en las oficinas de la Dirección de Defensa Agrícola y para 1936 desempeñará sus labores en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
EL LABORISMO DE PERÓN
El 4 de junio de 1943 se produjo el golpe de Estado contra el presidente oligárquico Ramón S. Castillo. Acontecimiento que cambiaría para siempre los destinos del país y también de la provincia, la que por primera vez sería intervenida en lo que iba del siglo.
Con la revolución encabezada por el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) iba a empezar a descollar la figura del coronel Juan Domingo Perón, a partir de su actuación en la Secretaría de Trabajo y Previsión, con una política basada en el reconocimiento de los derechos que la clase obrera reclamaba y por los que peleaba desde medio siglo atrás. Fue su base para ganar las elecciones tres años después, en febrero del 1946.
En el principio el peronismo construyó su plataforma de apoyos con sectores de distintos orígenes, y en el interior del país, muchos grupos conservadores fueron de la partida. Sansoni, afiliado al Partido Demócrata Nacional, pero también obrero, se sumó primeramente al Partido Laborista y luego se afilió al Partido Único de la Revolución que aunaba a los radicales de la Junta Renovadora, al Partido Laborista y a los Centros Cívicos Coronel Perón en una sola estructura, la que se transformará en enero de 1947 en “Partido Peronista”. Allí se desempeñó como miembro del Consejo Departamental, ocupando diferentes cargos en períodos continuos y siendo convencional en diferentes oportunidades.
LA PRIMERA INTENDENCIA
En las elecciones de 1946 el peronismo llegó al poder, y triunfante también en la provincia, consagró a un joven Héctor Domingo Maya como gobernador. Dos años después se realizaron elecciones municipales a las que el peronismo concurrió dividido, razón por la cual en Concepción del Uruguay el candidato radical, Juan José Rizzo se alzó con la victoria.
Sansoni continuaba con su actividad gremial en la Asociación de Trabajadores del Estado, siendo hacia 1947 delegado regional de la CGT y militando en el ámbito político en un período de fuerte confrontaciones con la oposición, pero también de duras reyertas internas.
"Vivamos como él, intensamente la vida, para que sea cierto aquello de que no pierde la vida aquel que muere, sino que muere aquel que perdió la vida". (Palabras de José Luis Rodríguez Artusi "Moninga" en la despedida de los restos de Sansoni en agosto de 1981).
Esas luchas dentro del peronismo local se zanjarán en 1950, unificándose bajo la candidatura a intendente de Sansoni. Y así como como el general Ramón Albariño y el doctor José Carulla triunfaron en la provincia, Juan Antonio Sansoni con 45 años, el 5 de marzo fue elegido intendente para el período 1950-1952. Debido a la reciente reforma de la Constitución Provincial los mandatos de los intendentes serían de solo dos años.
Asumió y casi inmediatamente se declaró un brote de tifus en la ciudad, con “consecuencias de imaginar” decía una crónica de entonces. Ese año se aprobaron los nombres de Juan Domingo Perón y el de Eva Perón para dos calles de la ciudad, y fue celebrado solemnemente el cierre del “Año del Libertador General San Martín”. Fueron años donde el deporte tenía enorme trascendencia, el fútbol local se conmovía con el clásico uruguayense, Chito Castromán se destacaba en boxeo, Orlando Cossani era tapa de El Gráfico y Víctor Roude se lucía en la Vuelta de Entre Ríos en Turismo Carretera.
Por esos días se produjo un acontecimiento importante para Concepción del Uruguay y la región: la emisora LT11 (por entonces “Splendid”) inició sus emisiones y fue un hecho vital para los vecinos. La intendencia por su parte se abocaba a la ampliación de la red de agua, atravesando el bulevar Yrigoyen se extendía hacia el barrio Santa Teresita.
Fue dentro de este período, más precisamente el 11 de noviembre de 1951, en el que las mujeres uruguayenses como todas las argentinas pudieron elegir Presidente por primera vez, resultando reelecto Juan Perón, y en el orden local, Omar Blanc y Francisco Chapelet fueron elegidos para suceder al intendente Sansoni, quien fue postulado a senador provincial suplente, acompañando a Rómulo Tófalo. Luego de esos comicios la Cámara de Diputados provincial contó por primera vez con seis mujeres en su recinto.
DE LA CGT AL FÚTBOL Y A LA RESISTENCIA
Al dejar el cargo Sansoni volvió a su trabajo en el Ministerio, y además de retomar un sitio en la mesa regional de la CGT como secretario de Actas, el 27 de octubre de 1952 fue elegido Presidente de la Liga Uruguayense de Fútbol, un lugar que mantendría durante 18 años consecutivos, hasta 1970. Muestra de su capacidad de negociación en un ambiente tan pasional como el del fútbol, fue el lograr la fusión de la Liga con la Asociación Amateur de Foot-ball en una sola institución, el 16 de enero de 1961.
Después del golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955, encontramos a Sansoni trabajando activamente desde la resistencia peronista. De esos días de septiembre el diario La Calle consignaba que “Una multitud congregóse en 9 de Julio y Vicente H. Montero y dando vivas a la Libertad y a la Democracia, y entonando estribillos alusivos a la caída del régimen peronista, con el propósito de derribar los bustos de Perón y Evita Duarte, emplazados en los lugares donde nacen las calles nombradas. La manifestación recorrió las calles de la ciudad arrancando las placas también de la escuela Juan J. Viamonte, quemando dos cuadros en la calle.”(1)
El revanchismo y el odio tribal afloraron de la peor manera posible. En Uruguay los bustos de Perón y Evita fueron arrastrados por las calles de la ciudad. Como otros tantos, Sansoni será echado del Ministerio de Obras Públicas. El enfrentamiento se revelaba desde los más mínimos gestos hasta la disolución del Partido Peronista.
“Hubo cantidad de tensiones, se clausuraron todas las unidades básicas, se llevaron hasta los muebles –relataría el abogado Miguel Ángel Marsiglia–. Teníamos una actividad política totalmente subterránea, no dábamos a conocer nada, a tal punto que si necesitábamos fondos para las actividades no se anotaba en ninguna parte. Nadie quería que siquiera se anotara en un libro las colaboraciones por temor a quedar marcados. Los comunicados se hacían en un mimeógrafo, terminábamos y lo desamábamos enseguida.” (2)
Los gobiernos usurpadores del poder legal lo investigaron judicialmente, con la intención de encontrar con qué manchar su imagen. En su defensa actuó un abogado radical, Miguel Angel Gonella. Nada pudieron encontrarle y su nombre salió limpio de toda pretendida causa judicial. Su imagen en el pueblo de Uruguay ya lo estaba y así seguiría.
Al año siguiente el “Presidente Provisional” designado por la Revolución Libertadora, Pedro Eugenio Aramburu, visitó la ciudad y se acercó hasta el Palacio San José, para honrar la memoria del general Justo José de Urquiza. El 1º de Mayo de 1956, luego de los discursos de bienvenida del interventor provincial Manuel Calderón, del comisionado Municipal Juan José Bonelli y del joven estudiante del Colegio Nacional, Héctor Sauret, el dictador desde un palco levantado en Plaza Ramírez, a espaldas de la pirámide conmemorativa, anunció que por decreto quedaba derogada la Constitución de 1949 y se reimplantaba la de 1853:
“Que la falsa Constitución, creada por quienes buscaron la gloria efímera y el halago demagógico, quede en el recuerdo de lo efímero y con el valor de lo demagógico. En la transición, entre lo glorioso viejo y lo que ha de ser glorioso nuevo, la Revolución velará por que lo justo prevalezca, porque lo digno perdure y porque lo correcto triunfe” (3), dijo entonces Aramburu. Y sobre el final de su discurso, concluirá: “Dirán que se pretende torcer un futuro electoral. Dirán que se favorece a unas clases para hundir a otra. Dirán que se somete al país a una entrega. Dirán que se sigue la línea del revanchismo. Dirán qué… muchas cosas dirán…” (4).
Confesión oculta, o profecía autocumplida, un mes después de esas palabras hubo fusilamientos de militares leales al peronismo, encabezados por el general Juan José Valle –acompañado entre otros por el teniente uruguayense Néstor Videla–, se acordó el ingreso al Fondo Monetario Internacional (FMI), se proscribió y prohibió al peronismo y todos sus símbolos, y se inició un ciclo de represión, resistencia, y utilización del homicidio como medio político cuyas consecuencias llegaron hasta nuestros días. De hecho, 14 años después de esas palabras en la plaza uruguayense, Aramburu sería asesinado por los Montoneros en un impactante “ajusticiamiento” con el que se dio a conocer esa organización, en un eslabón más de la violencia política irrefrenable desatada en la Argentina en la segunda mitad del siglo pasado.
DE NUEVO A LA INTENDENCIA
Hubo que esperar varios años, hasta la presidencia de Arturo Frondizi, para que los hombres y mujeres del gobierno derrocado en el ‘55 pudieran presentarse a elecciones, pero bajo ciertas condiciones. Por ejemplo, no se podía usar la palabra “peronismo”, como ninguno de sus símbolos.
En marzo de 1962 el peronismo entrerriano, como en otras provincias, concurrió a elecciones bajo el sello de “Partido Tres Banderas” (en referencia a las tres principales consignas del movimiento: soberanía política, independencia económica y justicia social). Fue entonces que se produjo el segundo triunfo que llevó a la intendencia a don Juan Antonio Sansoni.
Diez años habían pasado del final de su mandato anterior y el pueblo volvía a entregarle la victoria. Para un país diez años no es nada, para una ciudad como Uruguay es un poco más, para una persona es trascendente. En este caso, el país no era el mismo, pero el pueblo de Uruguay estimaba que aquel que había sido su intendente era el indicado para volver a conducirla.
El cooperativista Miguel Ángel Pepe en su libro Memorias del caminante recordaba esos comicios con una anécdota personal: “En medio de todos los problemas se llamó a elecciones con el peronismo proscripto. A mí me candidatearon los amigos socialistas para intendente. Hubo conversaciones con los peronistas del pueblo que, ante la eliminación arbitraria de su movimiento iban a apoyarme como voto bronca fuertemente opositor. Yo tenía el futuro más que asegurado, no podía ganarme nadie. Pero hete aquí que unos pocos días antes de los comicios, debido a presiones políticas, don Arturo (Frondizi) levanta la proscripción y yo en bolas y sin documentos. Ese domingo se votó con furia en todo el país. Ganaron los peronistas en forma implacable. Yo seguía el escrutinio para ver cuantos míseros sufragios había obtenido. En mi mesa electoral había un solo voto, el mío y en la mesa femenina donde mi queridísima esposa había cumplido con su deber cívico, ninguno.” (5)
A pesar del arrollador triunfo, Sansoni no pudo asumir la intendencia: ante el inesperado y estruendoso resultado del peronismo en el país, los militares obligaron a Frondizi a dar marcha atrás y anular las elecciones. No conformes con eso, pocos días después derrocaron a la ya renga democracia y pusieron un administrador de turno en el sillón presidencial. La experiencia desarrollista había concluido para siempre, con más pena que gloria. En Uruguay, un olvidable doctor Salvador Trigos, ocuparía ilegítimamente la intendencia durante un año.
El peronismo continuaría proscripto. La Unión Cívica Radical del Pueblo triunfó el 7 de julio de 1963 con la fórmula Illia-Perette. El radical Carlos Contín fue electo gobernador, pero el Partido Tres Banderas sostendría la llama peronista encendida colando un senador y tres diputados provinciales y, entre el puñado de intendencias obtenidas, la de Concepción del Uruguay. Nuevamente Juan Antonio Sansoni ganaba en su pueblo y volvía a asumir en octubre de ese año, en la casa de Galarza y Supremo Entrerriano.
Escribió su nieta Viviana Sansoni: “En el año 1963 mi abuelo Juan fue elegido por tercera vez como intendente de Concepción del Uruguay. Su primer mandato había sido en la década del ‘50 y su segunda victoria en las elecciones había sido en 1962, comicios anulados por el levantamiento militar de marzo de ese mismo año. Tengo pocos recuerdos fotográficos de esa etapa, pero hay una imagen que es testigo de lo que estamos rememorando. En un acto protocolar está mi abuelo como intendente, izando la Bandera Nacional junto al jefe de la Policía de Entre Ríos en ciudad (comisario Pedro Cambell) y junto al entonces Jefe del Ejército local, Tte. Cnel. Leopoldo Fortunato Galtieri. Y fue precisamente Galtieri quien, tras el golpe militar de 1966, quien le informó a mi abuelo que debía dejar la intendencia porque los militares habían tomado el poder. Un poco de historia, muy triste, muy negra.” (6)
EL INTENDENTE DE LA BICICLETA
Fue por esos años que empezó a llamárselo el “intendente de la Bicicleta”. Y no había nada de peyorativo en eso, simplemente Sansoni se movía por toda la ciudad en su bicicleta negra. Lo había hecho siempre y no pensaba dejar de hacerlo solo por ocupar el mayor cargo público municipal.
Las bicicletas constaban de un registro en el municipio, se patentaban y pagaban un canon. Sansoni eliminó ese tributo: consideraba que la bicicleta era un elemento esencial para la movilidad de los trabajadores y pagar ese gravamen era –como mínimo– una injusticia para el siempre magro sueldo de los trabajadores. No se lo habían contado, lo sabía.
Por entonces Mario Fernández era un gurisito que hacía poco tiempo había dejado de gatear. Muchos años después al sumarse a la familia del intendente, escucharía decenas de veces el relato, que en definitiva, tal vez resuma el propósito de esta nota:
“Hace 40 años el señor toma la bicicleta, se retira de su lugar de trabajo, pedalea esas cuadras hasta su casa, con toda la tristeza y la desazón que a una persona en su situación deben torturar. Llegó a su casa, encaró a su señora y le dijo ‘Vieja, me quedé sin trabajo, me echaron…’ Se dieron un abrazo y un profundo silencio se apoderó de la situación. Esa persona, junto a su esposa Gernaela –Potota– formaron una hermosa familia, trayendo cuatro excelentes personas a la vida: Carlos, Negra, Chuchi y Yaya.”
Y agregaba Fernández haciendo centro en las cualidades de Sansoni: “Nunca ubicó a un hijo ni a un yerno en puestos oficiales o acomodaticios, a lo sumo les consiguió trabajo en alguna empresa en la cual debían cumplir como cualquiera. Fue uno de los exquisitos que entró en el rubro ‘Qué hombre honesto’, ‘Este no se llevó nada’, ‘Este no robó’, ‘La mejor intendencia’, categorías difíciles, casi imposibles, de incluir a funcionarios en nuestros días. Esta persona fue don Juan Antonio Sansoni.”
DEFENDIDO POR SUS ADVERSARIOS
Los gobiernos usurpadores del poder legal lo investigaron judicialmente, con la intención de encontrar con qué manchar su imagen. En su defensa actuó un abogado radical, Miguel Angel Gonella. Nada pudieron encontrarle y su nombre salió limpio de toda pretendida causa judicial. Su imagen en el pueblo de Uruguay ya lo estaba y así seguiría.
Víctima de la situación política nacional, el presidente radical Arturo Illia –elegido en 1963– fue derrocado en 1966. Los golpes de Estado se habían tornado moneda casi corriente, y aunque muchos años después lo reivindicarían desde diferentes sectores, a Illia no lo defendió nadie del acoso militar. Al contrario: buena parte de la oposición política contribuyó al golpe. Los gobernantes se reemplazaban unos a otros y las acusaciones e investigaciones cruzadas también. Patear en el suelo al caído, de eso se trataba.
En Concepción del Uruguay se hacía cargo de la intendencia, como ya dijimos, el entonces coronel Galtieri. Volvemos un instante al relato de Mario Fernández. Con orgullo narra un hecho que le sucedió mucho tiempo después: “Estando un día en Brasil de vacaciones, se nos acercó una persona de nuestra ciudad, que en aquellos años estuvo bajo el mando de Galtieri, y nos dice a mi esposa, su nieta y a mí ‘Don Sansoni fue un señor. No faltó un peso de lo que debía haber en las arcas municipales. Les cuento y se me pone la piel de gallina.”
Que el termómetro de la decencia de gobernantes depuestos fueran los conspiradores que usurparon el poder habla de una república apuñalada, a la cual le costaría mucho volver algún día a una “normalidad” institucional. En efecto, proscripción, clandestinidad, represión y violencia política, se retroalimentaron durante varios años más. El general Juan Carlos Onganía, el nuevo dictador de turno, imaginó un gobierno para 20 años (“La Revolución Argentina”, le llamó) y duró cuatro.
EN EL CONCEJO DELIBERANTE
Para 1971 “ya no había morsas ni tortugas”, como cantó Charly García algunos años después, en referencia a los apodos de Onganía e Illia respectivamente. Los partidos políticos se reorganizaron y entre otros se constituyó el Movimiento Nacional Justicialista, de cuyo Consejo Departamental Juan Sansoni formará parte.
Las elecciones del 11 de marzo de 1973 lo encontraron militando y encabezando la lista de concejales del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), la denominación con la que el peronismo concurrió a esas elecciones historicas en todo el país. Para la intendencia uruguayense, el peronismo presentó la fórmula Carlos María Scelzi y Oderico Monteverde. Sansoni encabezaba la lista de concejales, un reconocimiento a su imagen reconocida por propios y contrarios.
Luego de los resultados, al asumir la intendencia, Sansoni fue designado presidente del Honorable Concejo Deliberante. Tres años después, junto con el resto de las autoridades, sería derrocado el 24 de marzo de 1976. Fue la tercera vez que Sansoni vio interrumpido o impedido un mandato para el cual había sido electo por sus vecinos y vecinas.
EL FINAL
También el impacto económico en la vida familiar fue importante. Sin trabajo, sin ingresos, con más de 70 años de edad y faltándole aun algunos para jubilarse, la cosa se ponía muy complicada. Yaya, su hija, lo narró de este modo:
“Lo recuerdo como si fuera hoy: le dijo a mamá ‘A ver vieja, ¿qué créditos tenemos que pagar? Y pasamos cinco años antes que le salga la jubilación, y vivíamos con la quinta que él con sus propias manos hacía. Y el barrio entero le iba a comprar. No me avergüenza lo pobres que estábamos, al contrario, eso me llena de orgullo”.
Cinco años después, el 13 de agosto de 1981, Juan Antonio Sansoni falleció, a los 76 años recién cumplidos. El diario La Calle le dedicó una breve reseña:
“Constituyó su hogar y aquí hizo sus amigos que fueron muchos. En él no hubo distingos, recuperando una imagen del funcionario respetuoso y respetado por la comunidad. Su carácter mesurado, no apasionado, le deparó muchas satisfacciones en la vida a la cual le impuso un ritmo intenso dentro del ámbito uruguayense. Sucesivos achaques cardíacos lo fueron alejando de las actividades cotidianas, hasta hacer crisis en la víspera.” (7)
La ciudad se conmovió y de todas partes surgieron oraciones y plegarias por ese hombre que, teniendo la posibilidad de endurecerse con el poder siempre había elegido ser uno más. Uno más en el barrio, sin dobleces y sin ocultar nada bajo esa imagen de trabajador como el que más, un vecino plenamente auténtico. El intendente que andaba en bicicleta, el hombre que todos conocían y al que se llegaba con solo golpear las manos en la puerta de su casa.
COMO BALBÍN Y PERÓN
Por entonces, plena dictadura cívico-militar, comenzaba a formarse la Multipartidaria y los diferentes partidos empezaron a reunirse, avizorando una cercana salida electoral. En ese momento se produjo la partida de Sansoni. Su muerte fue sentida no solo por la gente más próxima o por sus compañeros de militancia, sino que transversalmente llegó hasta sus más enconados adversarios.
En su despedida hablaron el doctor Miguel Marsiglia en nombre del justicialismo, el doctor Julio Ratto por los ex concejales y también expresó su palabra un viejo conocido, el dirigente radical José Luis Rodríguez Artusi, conocido como “Moninga”, el más importante caudillo radical, quien podría haber dicho –como Balbín sobre Perón– “este viejo adversario despide a un amigo”. Estas fueron algunas de sus palabras: “En nombre de la Multipartidaria del departamento Uruguay, cumplo con el deber de rendir justiciero homenaje al Sr. Juan Antonio Sansoni, intendente de nuestra ciudad, político de probada honestidad y ciudadano ejemplar. Modesto por naturaleza, tuvo la virtud de salir airoso de los coqueteos absorbentes del poder. Es que al decir de Monstesquieu: ‘un fondo de modestia devenga siempre un gran interés’. Sus dos intendencias fueron claro ejemplo de convivencia democrática y austeridad republicana. Tuve el honor de presidir el bloque de la UCR en su última gestión municipal y es conveniente decir para que lo sepan todos, pero en especial los que no creen en la democracia, que todas las ordenanzas fueron aprobadas por unanimidad. Transitábamos ya en aquellos años los caminos de la cordialización política de estas horas, en la conciencia de que es esta la única manera de hacer realidad la vigencia de la Constitución y el ejercicio de la democracia. El carácter apacible y sencillo del Sr. Juan Antonio Sansoni suavizaban las aristas de los viejos rencores y distendían las tensiones de las duras luchas de antaño. (…) Tengamos fresco en la memoria el recuerdo de estos hombres modestos y sencillos como Sansoni, que fueron grandes casualmente por la modesta sencillez con que hicieron las grandes obras. Vivamos como él, intensamente la vida, para que sea cierto aquello de que no pierde la vida aquel que muere, sino que muere aquel que perdió la vida.” (8)
EN EL FÚTBOL
Hombre público y comprometido en todos los ámbitos, tampoco el del fútbol le fue ajeno. Su paso extenso por la Liga local dejó su huella, al punto que le hace decir al periodista Miguel Spiro que “Juan Antonio Sansoni fue como presidente de la Liga de Fútbol de Concepción del Uruguay uno de los que integró la creación de la Federación Entrerriana de Fútbol. Además fue un hombre emblemático por un montón de razones que lo hacían un hombre íntegro. Tenía honorabilidad, capacidad, era amable, respetado, un tipo verdaderamente afable en todo sentido. Además como dirigente era extraordinario. Uno de los grandes, grandes dirigentes que tuvo la Liga de Fútbol de Concepción del Uruguay, creería que fue el mejor de todos.”.
En ese mismo sentido un diario de la ciudad de Colón rescató en su última hora: “Fue en la Liga de Fútbol, cuya presidencia ejerció durante veinte años, donde se granjeó el aprecio general por la rectitud de su proceder y la ecuanimidad de su juicio, interviniendo también activamente en la Federación Entrerriana de Fútbol, cuya presidencia llegó a ejercer. La liga de Concepción del Uruguay que cumple este fin de semana sus 60 años de vida suspendió la cena aniversario de anoche y rindió homenaje a su ex presidente. Por su parte la Liga de Colón dictó una resolución de adhesión al duelo y mañana habrá de cumplir un minuto de silencio en la iniciación de los partidos de primera división.” (9)
Desde el 4 de mayo de 2015 el salón de reuniones de la sede de la Liga local lleva su nombre y su retrato preside el lugar, y ese mismo año un torneo de fútbol femenino fue designado con el nombre de “Juan Antonio Sansoni”.
EL RECONOCIMIENTO PÓSTUMO
Transcurrido el tiempo, con el regreso de la democracia, en la sociedad uruguayense los enfrentamientos fueron perdiendo la virulencia de antaño. Tanta muerte y tanto dolor (a los que la ciudad no fue ajena, con más de 15 de sus hijos e hijas víctimas del terrorismo de Estado), hicieron que las diferencias continúen con firmeza y pasión, pero lejos ya de considerar al adversario como un enemigo.
Las elecciones de 1983 concedieron a la ciudad un intendente radical (Juan Carlos Lucio Godoy) y un Concejo Deliberante de mayoría justicialista. El clima de época se imponía por su propio peso: había que convivir y tirar el carro para el mismo lado, y frente a este nuevo momento histórico, no solo se restituyó por segunda vez el nombre de las calles “Eva Perón” y “Juan D. Perón” en marzo de 1984, sino que por ordenanza aprobada el 29 de agosto de ese mismo año, se le impuso el nombre de “bulevar Don Juan Antonio Sansoni” al tramo comprendido por la ruta 131, entre calle 10 del Oeste Norte hasta el monumento al General Urquiza, es decir el bulevar de entrada a la ciudad.
En los vistos de la ordenanza se indicaba que la intención era “reivindicar con medidas efectivas, para la historia de nuestro país, la trayectoria de los grandes hombres que se han destacado en el ejercicio del poder político elegidos por sus pueblos” y “haciendo abstracción de políticas partidarias ya que no pertenecen ellos a un solo partido político, reivindicamos pues la trayectoria de quienes fueran ciudadanos ejemplares”. La normativa incluía además la imposición en otras calles de los nombres de Ricardo Balbín, y de los destacados uruguayenses Juan José Bruno y Roberto Uncal.
Sobre Juan Sansoni sostenía la ordenanza: “En épocas de duros enfrentamientos tuvo la virtud de aglutinar voluntades, porque era, esencialmente un hombre honesto. Es importante destacar que durante sus períodos, la casi totalidad de las ordenanzas fueron sancionadas por unanimidad. Humilde y conciliador, su personalidad lo hacía merecedor del aprecio y respeto colectivo, prestigio que cimentó en una época difícil de la política argentina.” (10)
Casi veinte años después, en otro contexto de país, en marzo de 2012 el Concejo Deliberante decidió convocar a los concejales derrocados en 1976 o a los herederos de su legado, entre ellos, concurrieron los familiares de Juan Antonio Sansoni. Se les entregó un diploma, por el cual simbólicamente constaba que el Presidente del cuerpo elegido en 1973 y los concejales concluían el mandato popular interrumpido por el golpe cívico militar. (11)
Entre quienes fueron a recibir el diploma se encontraba su nieta, Viviana Claudia Sansoni, quien siete años después, en diciembre de 2019, al asumir ella misma como edila, cerraría el círculo familiar político jurando “por mi honor, por la patria y por la memoria de Juan Antonio Sansoni”.
TESTIMONIOS
Hablar del hombre público es lo importante en cualquier reseña que se pretenda construir, porque en definitiva es su actuación en la sociedad lo que lo hará trascender. Pero cuando esa persona actúa y es coherente entre lo dicho y lo hecho, entre lo que concibió y lo que hizo, en la tribuna y en la intimidad, es imperativo dejarlo en claro para mostrarlo de un modo completo.
“Yo era muy chico –dice Martín Giles, uno de sus nietos–. Pero con el tiempo uno se da cuenta de que así como era en la vida pública, era también en su casa: austero, humilde, una persona calma pero muy firme en sus decisiones, y eso yo lo aprendí a valorar.” Y continúa: “Cuando él se jubiló no cobraba una jubilación por haber sido intendente. Recuerdo que un día estando en la mesa mi viejo quería hacerle el reclamo, y él le dice, no, dejá, dejá, a ver si me sacan lo poco que cobro. hasta ese punto llegó, de no reclamar lo que le correspondía.”
Su hermano Nacho Giles era aún más chico, pero también recuerda una anécdota que abraza lo personal y lo público: “Un día veníamos con el abuelo del Club Rocamora caminando por el bulevar Yrigoyen y paró la policía. Escuché algo que le dijeron al abuelo y me asusté. Le digo ‘Abuelo, ¿qué pasó que paró la Policía, nos quieren llevar presos?’ Y me contesta: ‘No m’hijo, me dijeron ‘Don Juan, lo llevamos hasta su casa si quiere’. Y el abuelo dijo: ‘No gracias, sigan con su función, nosotros vamos con el nieto a pie, estamos cerca’. Era un capo el abuelo”.
"¿QUÉ SOS DE DON JUAN?"
Por eso los testimonios personales cobran relevancia: lo personal también es político. En los párrafos siguientes, Viviana Sansoni, actual concejala uruguayense, rememora a su abuelo Juan.
“Guardo recuerdos de infancia, en la casa de calle Congreso de Tucumán. Reuniones familiares con mis tíos y primos. Llegar y verlo con esa figura que imponía respeto, pero que tan pronto hablaba dejaba paso al hombre ‘buenazo’, al abuelo. En alguna oportunidad encontrarme con periodistas entrevistándolo, y para mí eso era como atesorar al más ídolo de todos en la familia, sin tener, sin embargo, real dimensión de lo que había sido su contribución a nuestra comunidad desde la función pública”.
“Escuché hablar de peronismo desde que tengo uso de razón y lo agradezco. Lamentablemente la vida no me permitió aprovecharlo más. Me quedaron pendientes tantas charlas sobre política que me hubiera gustado tener, que me contara anécdotas, que me aconsejara”.
“Y cuando pienso en él aparecen como corolario las palabras de afecto y reconocimiento con las que me cruzo cada vez que digo mi apellido y alguien me pregunta: "¿Qué sos de Don Juan?"
Fuentes
(1) La Calle, Suplemento 40 años, 6 /1 /1984
(2) Miguel Ángel Marsiglia: “Estoy orgulloso de haber defendido a los presos políticos”, El Miércoles, 20/9/2006, Pág. 8
(3) Presidente Provisional de la Nación General Pedro Eugenio Aramburu, Concepción del Uruguay, 1° de Mayo de 1956, Secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación, Buenos Aires
(4) Ídem
(5) Miguel Pepe, Memorias del Caminante, Ediciones de la Utopía, Mendoza, 2019, Pág. 98
(6) Viviana Sansoni, Mi abuelo, la democracia y una historia negra, laciudadrevista.com, 20/3/2020
(7) Juan Antonio Sansoni, su fallecimiento, La Calle, 14 de marzo de 1981, Archivo personal Viviana Sansoni.
(8) Archivo personal de Viviana Sansoni
(9) Juan A. Sansoni, su fallecimiento, Recorte periodístico, s/d., Archivo personal de Viviana Sansoni.
(10) Jorge Bonvín, Calles con Historia, Municipalidad de Concepción del Uruguay, 2019
(11) Babeldigital.com.ar, Juan Antonio Sansoni, concejal derrocado el 24 de marzo de 1976, 31/3/2012
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