Tras la aprobación en Diputados, una de las más laboriosas militantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto explica por qué cree que “va a ser ley”.
Por AMÉRICO SCHVARTZMAN
Julia Martino es una de las militantes más activas de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Seguro, Legal y Gratuito. María O’Donnell la definió hace poco como “el cerebro organizativo de la Campaña Nacional por el Aborto Legal”.
En este diálogo, Julia asegura que siempre creyeron que la forma de lograrlo era “despenalizar socialmente el aborto”, es decir lograr que el debate se diera en el seno de la comunidad. Ese objetivo, que alguna vez pareció tan lejano, empezó a ser palpable cuando las encuestas empezaron a revelar que cerca del 60% de las personas consultadas se muestran a favor de despenalizar (con picos del 66% en Rosario, por ejemplo). Julia, además, no cree en los vaticinios agoreros: recuerda que “este mismo Senado aprobó la ley de muerte digna o el matrimonio igualitario”. Además asegura que la agenda feminista es imparable porque son los jóvenes quienes las han hecho propia.
¿Cómo evaluás el cambio de condiciones en la sociedad argentina que posibilitó la media sanción en Diputados?
Venimos peleando desde hace mucho tiempo por esto, a mí me tocó un poco la acción dentro del Congreso. Desde la Campaña que es muy diversa, que es federal, es plural, y demás, siempre supimos que la manera de lograr este derecho era llegando a una despenalización social del aborto. Así llamamos a la cuestión de instalar el tema en la sociedad, que se transformara en una demanda desde la gente, que se pudiera hablar del tema, que era prohibido, tabú, y ahora logramos que se hable en la mesa familiar, en el trabajo, en la escuela, en todos lados. Creemos que gracias a esa demanda, a esa instalación en la sociedad, es que la política en algún momento tenía que dar una respuesta a esa demanda. A raíz de eso es que se ha logrado que el Ejecutivo impulsara la discusión de un tema que ya estaba instalado. Sabemos que además de generar esa demanda en la sociedad, para que la política lo tomara era importante hacer una acción concreta adentro del Congreso. Siempre planteamos la acción en la calle y en la institución democrática que fija nuestra Constitución, que es el Parlamento. Así hemos llegado hasta acá, y ahora vamos por ese lado. Y estamos convencidas de que va a ser ley.
“Los y las jóvenes no solo están apoyando el derecho al aborto, sino que han incorporado toda la agenda feminista.”
La Campaña existe desde el 2005 pero hay fotos en blanco y negro de mujeres con carteles en las marchas, desde la recuperación de la democracia, pidiendo por la legalización de la práctica. ¿Qué cambió de aquellas imágenes a esta parte?
Cambió, muchísima militancia en todos estos años que ha ido creciendo, y en una Argentina que tiene un movimiento de mujeres muy potente que cada vez es más numeroso y más organizado, y así se demostró en los Encuentros Nacionales de Mujeres, que ya van por el número 33, es decir 33 años, y cada vez más son numerosos: en el primero había 1.000 mujeres y en los últimos hablamos de 40 o 50 mil en Rosario, con un crecimiento muy impresionante que tuvo su punto de inflexión con el “Ni una menos” hace tres años. La Campaña por el Derecho al Aborto se inscribe dentro de esta Argentina, dentro de ese movimiento, y el cambio es haber logrado esa despenalización social e instalar esa demanda en la sociedad, y que además sean los y las jóvenes quienes han incorporado la agenda feminista: no solo están apoyando el derecho al aborto, sino toda la agenda, están apoyando no más muertes de mujeres por violencia de género, no más acoso sexual en el trabajo, no más piropos que nadie pide ni desea y que molestan. Creo que eso es un cambio importantísimo porque indica que hay futuro, lo que llegó es la agenda del feminismo y la han tomado los jóvenes, o sea que esto va a seguir. No hay vuelta atrás, es un paso adelante en la historia y la sociedad avanza en su conjunto, no somos solo nosotras, hemos sacado el tema del aborto de la agenda de lo privado a hacerla pública, y hemos puesto en cuestión el papel de las mujeres en la sociedad y por eso es un tema tan controversial. Si hablamos de aborto hay que hablar de maternidad. Es el mismo tema, porque el Estado a través de la ley, de su Código Penal, obliga a las mujeres que no están dentro de las causales de aborto legal –como son el peligro para la salud o la vida, un caso de violación– nos obliga a maternar. Y es eso lo que está en cuestión.
¿Sentís que este proceso tan largo y extenso, de tantos años, puede ser inspirador para otros sectores de la sociedad? En el sentido de unirse ante una causa común, algo que forma parte del discurso de casi todos los grupos políticos y sociales, pero que luego está lejos de concretarse… ¿Te parece que este caso, en el que realmente personas con pertenencia a organizaciones sociales, políticas, religiosas, institucionales de origen muy diverso, pudieron ponerse de acuerdo en un punto, se puede constituir en un ejemplo para otras luchas en la sociedad?
Creo que hay que profundizar esa cuestión. Me parece que hará falta que pase más tiempo y que se estudie más el fenómeno para analizar cómo juntar a distintas fuerzas con un objetivo común. Es difícil analizarla cuando estamos en pleno proceso. Pero en principio hay que señalar que desde las mujeres en particular, desde las luchas por los derechos de las mujeres, ésta no es una cuestión nueva. Porque en mi caso desde el lugar de la Campaña, donde milito desde hace tiempo, no nacimos de la nada, nos apoyamos en nuestra historia. Y la Argentina tiene una historia del movimiento de las mujeres que es muy particular, muy rica y que viene desde el siglo anterior. En 1910 se hizo el primer Congreso Feminista Mundial, juntando a militantes de fuerzas políticas que había en ese momento: anarquistas, socialistas, radicales, en un congreso feminista donde se hablaba ya en esa época de divorcio. La socialista Carolina Muzzilli planteaba el divorcio en ese Congreso y proponía un proyecto de ley, y de a poco esas mujeres fueron generando una forma de hacer política. A las mujeres todos los temas nos han sido tan difíciles, que para lograr cada uno de nuestros derechos –desde el voto, la ley del divorcio, la patria potestad compartida, a los más recientes: educación sexual, programa de procreación responsable, reforma del Código Civil y demás–, hemos necesitado juntarnos mujeres de distintas fuerzas políticas, a veces fuertemente contrapuestas, para acordar en cada tema. Eso está en la historia política de las mujeres argentinas, no es un fenómeno totalmente nuevo, nosotras abrevamos en nuestra propia historia. Quedará para los estudiosos analizar si ésta no es una forma de hacer política propia de las mujeres, que somos –como siempre– las recién llegadas a la política.
“Hemos puesto en cuestión el papel de las mujeres en la sociedad y por eso es un tema tan controversial.”
Podría decirse que la sororidad es la estrategia.
Exactamente. La sororidad, que ahora tiene este nombre, que la podemos nombrar y así la llamamos, sororidad, pero es una actitud, una disposición que ya estaba. Cuando uno puede nombrarlo es porque ya lo incorporamos al pensamiento, ya es un avance enorme. Pero tenemos una historia en esto y en eso nos hemos parado para avanzar hasta acá.
¿Y cuánto hace falta para lograrlo, todo eso que la gente no conoce: el trabajo gris, lo que hay detrás de estar empujando todo el tiempo estas discusiones en el seno del Parlamento argentino?
Ese trabajo gris, es también parte de la militancia que hemos aprendido todas. La Campaña, que es mi experiencia más cercana con este tema, me ha enseñado muchísimo. A pesar de venir de una tradición de militancia en el socialismo, aprendí muchísimo en esta campaña, aprendí de las nuevas formas de hacer política, porque creo que es la política que ha cambiado. No podemos olvidarnos de que 2001 fue un punto de inflexión en la política argentina, que incorporó un montón de grupos haciendo política por fuera de los partidos, que incorporó a los piqueteros, a los grupos autogestionados, a las cooperativas de trabajo, todos grupos en ebullición haciendo política fuera de las estructuras tradicionales, que son formas nuevas, que hay que incorporarlas y gran parte de esos grupos vienen a conformar la Campaña junto con las estructuras tradicionales que estaban de antes: sindicales, políticas, del peronismo, del radicalismo, del socialismo. Es una conjunción nueva. Y en el fondo está el trabajo gris de la militancia, de ir a buscar las firmas de cada legislador o legisladora, de golpear las puertas de los despachos, de presentarse, de hablar… La política es hablar y convencer. Es una práctica cotidiana, y desde la Campaña se resolvió en un momento presentar un proyecto, que pedía el derecho al aborto, y teníamos que presentarlo en un proyecto. Esa fue toda una decisión política. Que apuntaba a seguir instalando el tema en la sociedad, en la agenda de la gente, y también instalarlo en la agenda de la política. La forma de hacerlo era a través de un proyecto de ley, que le dio una impronta desde el inicio: la transversalidad, la suma de firmas de todos los partidos políticos. Y eso es parte del trabajo que me tocó hacer.
“La sororidad ahora tiene este nombre, la podemos nombrar, pero es una actitud, una disposición que ya estaba en la larga y rica historia del feminismo argentino.”
Hiciste mención a tu pertenencia al socialismo. ¿Cómo viviste el voto de Luis Contigiani?
Lo viví muy mal, por supuesto. Lo viví mal de todos lados, no solo desde el voto. Estábamos acostumbradas a trabajar buscando las firmas con todo el apoyo partidario, de los representantes del socialismo en el Congreso. No solo con sus firmas, sino con todo el apoyo para todo lo que implica hacer actividades en la Cámara de Diputados, y de repente encontrarnos sin eso, tiene una importancia tremenda. Me parece que está indicando cierta equivocación, cierta pobreza en la evaluación del contexto político ¿no? Porque hay fuerzas políticas que no se imaginaban que este tema iba a llegar, eso me parece que demuestra una deficiencia en la valoración del contexto.
¿Quizás una subestimación del movimiento de las mujeres? ¿Se creyó que no iba a tener tanta fuerza como para que el tema se llegara a tratar?
Exactamente. Creo que a las fuerzas políticas tradicionales les cuesta admitir que este movimiento de mujeres es político, que ha generado consenso en la sociedad, en la juventud… Todas las fuerzas políticas se inclinan por generar alguna iniciativa en la juventud, y bueno, esto sí lo ha generado. No lo vieron venir. Y me parece que muestra falencias de las fuerzas tradicionales, no solo el socialismo no fue el que evaluó que estaba la posibilidad de que la discusión se dé. Creo que las otras fuerzas políticas en general también. Y la verdad, lo viví con mucha tristeza porque estuve durante muchos años peleando por ese derecho y cuando llegamos al debate, no tener un diputado que nos represente, fue verdaderamente muy doloroso.
¿Cómo esperás que sea el tratamiento en el Senado?
Nosotras vemos buenas señales, ya en las últimas semanas cuando se venía el tratamiento en Diputados, hubo diferentes expresiones del peronismo y también del radicalismo en el sentido de apoyar la despenalización y legalización del aborto. Está instalado en la sociedad, en los medios de comunicación, una idea de que el Senado es más conservador, que tienen más influencia los gobernadores, que tiene más influencia la Iglesia, que del Senado no pasa… Nosotras creemos que no es así, que este mismo Senado es el que aprobó hace unos años la ley de muerte digna, que surgió del mismo Senado, no venía de Diputados. Es el mismo Senado que aprobó el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género. Creemos que es cierto que tiene más influencia la Iglesia porque es un ámbito más chico donde pesan más las identidades provinciales, pero tampoco es que sean necios o súper conservadores, o que no atiendan a las demandas que están instaladas en la sociedad.
“Las fuerzas tradicionales no lo vieron venir, subestimaron la fuerza del movimiento de las mujeres.”
También hay que decir que si unos meses atrás nos decían que en Diputados iba a darse la aprobación, muchas personas no lo hubiéramos creído.
Bueno, nosotras estábamos desde ahí, más cerca, le poníamos todas las ganas, fuimos creando un ámbito de coordinación que fue muy importante, y no creíamos que fuera imposible. Esto le fuimos transmitiendo a los diputados y diputadas, la necesidad de juntarse quienes estamos de acuerdo en pos de este solo tema. Sabíamos lo difícil que es porque se enfrentan por otros temas donde no tienen nada en común un bloque con otro, pero nosotras hicimos la convocatoria a todos los que están de acuerdo con el derecho al aborto, aunque sean de fuerzas diferentes, para ver qué estrategias nos permiten avanzar en el tema. Y cada vez más creo que el acuerdo logrado es un avance de la política misma, de la madurez política, y de la sociedad. Esa misma impronta es la que trataremos de lograr en el Senado.
QUIÉN ES
Militante por los derechos de las mujeres, Julia integra la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito desde que se constituyó. Asesora al Bloque del Partido Socialista en la Cámara de Diputados de la Nación en temas de Género, Familia y Diversidad. Secretaria del Centro de Estudios “Carolina Muzzilli”, fue asesora de las diputadas nacionales del PS Silvia Augsburger y María Elena Barbagelata. Integró el Foro del Cono Sur de Mujeres Políticas – Espacio Argentina.
Nota publicada en La Vanguardia Digital este martes 17 de julio de 2018
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