El caso de Jimmy Lippert Thyden, un hombre de 42 años que vive en EE.UU. y que ahora se pudo abrazar con su madre chilena, María Angélica González, deja al desnudo cómo durante el gobierno militar se secuestró a centenares de bebés recién nacidos que fueron vendidos.
Fueron 6.025 días de terror. 860 semanas. 197 meses. 16 años y medio. Eso fue lo que duró la peor pesadilla que sufrió Chile: la dictadura del siniestro Augusto Pinochet (1973-1990). Durante todo ese tiempo, se cometieron los más atroces delitos y violaciones a los Derechos Humanos. Algunos conocidos. Y otros, no tanto. Una de las facetas desconocidas de la criminalidad de aquellos años fue el sistemático robo de bebés. Uno de los delitos más inhumanos. Y que, como en el caso de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina, demuestra que sus consecuencias trascienden el tiempo y sus dolorosos efectos continúan hasta el presente. Así quedó en evidencia en el caso de Jimmy Lippert Thyden, un hombre de 42 años que vive desde bebé en EE.UU. y que recién ahora se pudo abrazar con su madre chilena, María Angélica González, a quien se lo arrebataron en 1981.
En aquel entices trabajadores del hospital donde la mujer fue a dar a luz se llevaron al recién nacido y le dijeron a su madre que el pequeño había fallecido. Pero nunca le mostraron el cuerpo. Desde ese momento su madre nunca dejó de llorarlo. "Derramé un océano de lágrimas por tí", le dijo María Angélica a su hijo en medio del emocionado abrazo de reencuentro en su casa de Valdivia. “Te quiero mucho”, le contestó Jimmy, en español.
El camino a ese emotivo reencuentro no fue nada sencillo. En abril pasado Thyden leyó una noticia sobre sobre personas adoptadas nacidas en Chile que se habían reunido con sus parientes biológicos con la ayuda de una ONG llamada "Nos Buscamos". Él se comunicó con la organización que descubrió que el hombre había nacido prematuramente en un hospital de Santiago y había sido colocado en una incubadora. A su madre la obligaron a irse del hospital, pero cuando regresó a buscar a su bebé, le dijeron que había muerto y que su cuerpo había sido desechado.
Su historia no es una excepción. "Nos Buscamos" estima que decenas de miles de bebés fueron arrebatados a familias chilenas en las décadas de 1970 y 1980, basándose en un informe de la Policía de Investigaciones de Chile que revisó los pasaportes en papel de niños chilenos que abandonaron el país y jamás regresaron. "La verdadera historia fue que estos niños fueron robados de familias pobres, mujeres pobres que no lo sabían. No sabían defenderse”, expresó Constanza del Río, fundadora y directora de la ONG. "Simple y llanamente robaban niños y los vendían. No era para salvarlos de la pobreza o evitar que se murieran de hambre o lo que fuera. Esa era la película que presentaban. Pero la verdadera historia era que... estos niños eran robados a familias pobres, mujeres pobres que no sabían. No sabían cómo defenderse", explicó Del Río.
"Mijo (hijo), no tienes idea de los océanos de lágrimas que he llorado por ti. Cuántas noches he pasado despierto orando para que Dios me permita vivir lo suficiente para saber lo que te pasó".
La trata de niños en Chile y la sustracción de sus identidades fue algo muy extendido durante la dictadura pinochetista. Esos delitos tan aberrantes se dieron en un contexto de un gobierno siniestro que asesinó y desapareció al menos a 3.095 personas, además de decenas de miles más fueron víctimas de torturas o encarceladas por motivos políticos. El trabajo de "Nos Buscamos" durante todo este tiempo rindió sus frutos: logró que más 450 pesonas adoptadas se reúnan con sus familias biológicas en los últimos 9 años. Asociada con la plataforma de genealogía MyHeritage, que facilita kits gratuitos de pruebas de ADN en el hogar para distribuirlos a adoptados chilenos y presuntas víctimas de trata de niños en Chile, logró dar con la identidad de Thyden: no sólo confirmaron que era 100% chileno y lo acercaron a un primo hermano que también usa la plataforma MyHeritage.
Cuando Thyden supo que su madre era María Angélica González, intentó conectarla por teléfono, pero nunca le respondió. Hasta que le envió un mensaje de texto con una foto de su esposa e hijas. Y allí sí, la mujer no pudo contenerse. El hombre le mandó más fotografías de la familia estadounidense que lo había adoptado, otras que rememoraban su paso por la Infantería de Marina de los EE. UU., su boda y muchos otros momentos importantes de su vida.
Finalmente Thyden vendió un camión de su propiedad para poder viajar a Chile con su esposa, Johannah, y sus dos hijas, Ebba Joy, de 8 años, y Betty Grace, de 5, para conocer a su familia biológica. Cuando ingresó en la vivienda se encontró con 42 globos de colores, representando cada año que pasó lejos de los suyos y sin saber nada de su verdadera identidad. Y fue allí cuando su madre biológica le confesó: “Mijo (hijo), no tienes idea de los océanos de lágrimas que he llorado por ti. Cuántas noches he pasado despierto orando para que Dios me permita vivir lo suficiente para saber lo que te pasó”.
Los padres adoptivos de Thyden apoyan el viaje de reencuentro. "Ellos fueron víctimas involuntarias" de una red de adopción ilegal de alcance internacional, cuenta el hombre. Y continúa: “Mis padres querían una familia pero nunca la quisieron así. No por extorsión a otro, ni por robo a otro”. Y señala que “los trámites que tengo para mi adopción me dicen que no tengo familiares vivos. Y en los últimos meses me enteré de que tengo una mamá y cuatro hermanos y una hermana”, dijo en una entrevista que brindó desde Ashburn, Virginia, donde trabaja como abogado defensor penal representando a “personas que se parecen a mí” que no puede pagar un abogado. Él califica su caso como un hecho de “adopción falsificada”.
Esta experiencia puede servir para la búsqueda de otros similares. Y para el reencuentro de familias disgregadas a la fuerza por estas mafias de la trata de bebés que operaron bajo el amparo de la dictadura de Pinochet. De hecho, mientras estuvo en Chile, Thyden acompañó a del Río a una reunión con uno de los siete investigadores que trabajan para abordar miles de casos de adopción falsificada. "No queremos dinero, sólo queremos el reconocimiento humano de que esta cosa horrible sucedió en Chile y el compromiso de que esto no seguirá sucediendo en el futuro", explicaron.
La idea es instrumentar ayuda a los adoptados chilenos que viven en el Exterior en sus esfuerzos por visitar su país de origen. Dijo que vendió un camión para pagar los boletos de avión de su familia y otros gastos. “La gente necesita poder decidir... cuál será su nombre, dónde será su ciudadanía. Deberían tener acceso a ambo. Deberían tener todos los derechos y privilegios de un ciudadano chileno porque esto es algo que les pasó a ellos, no que ellos lo eligieron”, señaló la titular de la ONG.
Vale decir que además de "Nos Buscamos" existen otras organizaciones sin fines de lucro que están haciendo un trabajo similar, como por ejemplo, "Hijos y Madres del Silencio" (en Chile) y "Connecting Roots" (en Estados Unidos). La sospecha es que puede haber cientos de casos similares.
(*) Artículo publicado en Mundo News. Se reproduce por gentileza de su autor.
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