La población de cotorras creció desmedidamente en nuestro país y una de las principales causas es la conversión de las praderas naturales en tierras de cultivo, así lo afirma un estudio realizado por investigadores de la Universidades Nacionales de Córdoba y La Plata.
El estudio sobre la cotorra (Myiopsitta monachus), realizado por el doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Enrique Bucher, y la doctora en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Rosana Aramburú, revela que tras la conversión de praderas naturales en tierras de cultivos, la población de estas aves a lo largo del área agrícola de la región pampeana creció desmedidamente.
El trabajo revela además que esta especie nativa considerada "plaga" para la agricultura, en poco más de un siglo (1900-2010), ocupó una enorme superficie, equivalente a la de Alemania, unos 330.000 Km2.
Originalmente la cotorra ocupaba los bosques de espinal que rodeaban a las extensas llanuras de pastos conocidas como ecorregión pampeana, y desde ellos se dispersó por la región cuando las circunstancias le fueron favorables.
Con la llegada de los europeos se produjeron grandes alteraciones en el uso de la tierra, las que tuvieron fuerte influencia sobre la avifauna en general, y sobre la cotorra en particular.
Ellas incluyeron modificaciones de la estructura del pastizal, invasión de malezas –particularmente cardos–, la introducción del eucalipto, la expansión de la agricultura y el gran desarrollo de la red ferroviaria que cubrió rápidamente toda la región.
La cotorra comenzó a expandirse por las pampas a principios del siglo XX, cuando adquirió el hábito de anidar masivamente en eucaliptos.
El eucalipto, un árbol originario de Australia e introducido en la Argentina en el año 1857, es una de las especies arbóreas adoptadas y preferidas por estas aves para construir sus nidos.
A partir de 1870, los eucaliptos se hicieron muy populares entre los colonos europeos, para sombra y protección de las viviendas rurales y más tarde como especie ornamental en los poblados establecidos a lo largo de las vías férreas.
Desde entonces las cotorras adoptaron los eucaliptos para hacer sus nidos y esto "se expandió rápidamente por toda la región y en la actualidad se mantiene", destacan los investigadores.
Otro motivo de la expansión de la especie fue la construcción de la red ferroviaria pampeana que comenzó alrededor de 1860. Los caseríos y pequeños pueblos que emergieron a lo largo de las vías
actuaron como oasis para las cotorras, pues les proveyeron un hábitat adecuado de cría y de alimentación.
También ayudaron a la diseminación de las aves los postes telegráficos del ferrocarril, que les proporcionaron nuevas plataformas de anidación en áreas de pastizales.
Bucher y Aramburú, explican que la preferencia de las cotorras por ubicar sus nidos en lugares de mayor altura posible "responde muy probablemente a la necesidad de disminuir el riesgo de predación por aves, mamíferos y serpientes".
Finalmente, debe destacarse la flexibilidad y la inteligencia de la cotorra, las cuales son compartidas con otras especies de loros. Además son altamente innovadores en sus modos de alimentación, y han demostrado la capacidad de manipular alimentos con envolturas complejas. De esa forma, son capaces de adaptarse a situaciones nuevas y acceder a recursos que son inaccesibles para otras aves.
Por último expresan: "Creemos que el éxito de la cotorra responde a factores que no han sido tenidos en cuenta al buscar características comunes de las especies invasoras. Nuestro caso se agrega a la creciente evidencia acerca de que no hay un conjunto único de rasgos que permitan definir (y por lo tanto predecir) la capacidad invasiva de una especie".
Fuentes: Télam / Conicet / La cotorra como especie invasora: El caso de las pampas
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