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La palabra "sororidad" cumple 100 años (y "Matria" también)

Hace cien años, en 1921, el filósofo español Miguel de Unamuno proponía por primera vez la palabra "sororidad" en el prólogo a su novela "La tía Tula". La Real Academia Española recién la reconoció en 2018. Aquí se cuenta por qué la propuso, y cómo la relacionó con la palabra "matria", aún no reconocida.

Por A.S. de EL MIÉRCOLES DIGITAL

En 1921 se publicaba la novela "La tía Tula", de Miguel de Unamuno (foto). La había escrito bastante antes, en 1907, pero recién fue publicada en 1921. Esta obra está considerada entre las 100 mejores novelas en español del siglo XX. Su autor, Miguel de Unamuno, fue un filósofo y escritor nacido en Bilbao, controvertido por sus ideas y célebre por acusar a la prepotencia fascista con una frase que hizo historia: "Venceréis, pero no convenceréis".

Unamuno, tras años de haber sido un republicano de izquierda, se desilusionó pronto de la República y apoyó el golpe de Franco. Pero rápidamente visualizó que era peor el remedio que la enfermedad y entendió el desastre que el fascismo auguraba. De ahí el enfrentamiento y la frase antes citada.

En la última entrevista conocida, estando arrestado en su domicilio por el franquismo (hasta su muerte, en diciembre de 1936) Unamuno sintetizó su posición política de este modo: "Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo".

Mucho menos conocido es que fue el primero en proponer la palabra "sororidad". Y también "matria". Lo hizo en la novela mencionada, una de las más conocidas de Unamuno, que tiene algunos rasgos singulares: un erotismo sutil, una trama en la que reivindica a la mujer sola y cuestiona a la represión sexual. La tía Tula tuvo versiones cinematográficas y fue muy exitosa, reeditada incluso hasta hoy.

En efecto, en "La tía Tula", casi al final del prólogo, se lee:

"Antes de terminar este prólogo queremos hacer otra observación, que le podrá parecer a alguien quizá sutileza de lingüista y filólogo, y no lo es sino de psicología. Aunque ¿es la psicología algo más que lingüística y filología?

La observación es que así como tenemos la palabra paternal y pater-nidad que derivan de pater, padre, y maternal y rnater-nidad, de mater, madre, y no es lo mismo, ni mucho menos, lo paternal y lo maternal, ni la paternidad y la maternidad, es extraño que junto a fraternal y frater-nidad, de frater, hermano, no tengamos sororal y sorori-dad, de soror, hermana. En latín hay sorius, a, um, lo de la hermana, y el verbo sororiare, crecer por igual y juntamente.

Se nos dirá que la sororidad equivaldría a la fraternidad, mas no lo creemos así. Como si en latín tuviese la hija un apelativo de raíz distinta que el de hijo, valdría la pena de distinguir entre las dos filialidades. (...)

Sororidad fue la de la admirable Antígona, esta santa del paganismo helénico, la hija de Edipo, que sufrió martirio por amor a su hermano Polinices, y por confesar su fe de que las leyes eternas de la conciencia, las que rigen en el eterno mundo de los muertos, en el mundo de la inmortalidad, no son las que forjan los déspotas y tiranos de la tierra, como era Creonte. (...)

Hablamos de patrias y sobre ellas de fraternidad universal, pero no es una sutileza lingüística el sostener que no pueden prosperar sino sobre matrias y sororidad. Y habrá barbarie de guerras devastadoras, y otros estragos, mientras sean los zánganos, que revolotean en torno de la reina para fecundar y devorar la miel que no hicieron, los que rijan las colmenas".

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Atención a ese último párrafo, que muestra a Unamuno tan cerca de aquella hermosa profecía de Flora Tristán: "En nombre de vuestro propio interés, hombres; en nombre de vuestra mejora, la vuestra, hombres; en fin, en nombre del bienestar universal de todos y de todas os comprometo a reclamar los derechos para la mujer". O de André Gorz cuando afirmó: "Los hombres deben tomar conciencia de que la subordinación –pretendidamente viril– del sentimiento y de la imaginación a la racionalidad y la eficacia, los empobrece e incluso los enferma. Para que la sociedad se transforme en humana, debe dejar de ser viril".

Un par de datos más para quienes creen que la lengua, el habla que usamos, depende de algún modo de esa institución anquilosada que es la Real Academia Española. La RAE demoró más de un siglo en incorporar la palabrita a su diccionario (lo hizo en diciembre de 2018). Y, bruta o conservadora como es, ni siquiera se la reconoció a Unamuno: aclaran las eminencias del idioma que viene "del inglés 'sorority'". Más: los viejos carcamanes e impotentes de la RAE incorporaron, al mismo tiempo, "selfie", "viagra" y "meme". Palabras que, vaya uno a saber por qué, no necesitaron esperar cien años.

En suma, que "sororidad" (y "matria") cumplen un siglo. Feliz cumpleaños a ambas. Y gracias a don Miguel Unamuno por mostrar, cien añitos atrás, que no son sutilezas lingüísticas sino universos que se construyen desde la palabra, como bien lo saben millones de mujeres y varones que luchan por la libertad, la igualdad y la solidaridad. Y a quienes las palabras siempre, pero siempre, les hacen falta para ir equilibrando inequidades.

Ah, un dato para el final. La RAE, todavía, no ha incorporado "matria".

 

(Para quienes quieran leer el prólogo de Unamuno completo, o la novela, aquí les dejo el link).

https://biblioteca.org.ar/libros/656622.pdf

 

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