Volvió Natacha Matzkin con sus columnas. En esta ocasión se mete con las incorporaciones de la Real Academia, entre otras "covideces".
Por NATACHA MATZKIN (Colaboración especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL)
Leo entre titulares apocalípticos con palabras como covid, pandemia, oxígeno, camas críticas, restricciones, muertos, contagios, colapso, protocolo, etcétera, uno que me llama la atención: La Real Academia Española incorporó la palabra “covidiota” a su Diccionario Histórico de la Lengua Española con el significado: persona que se niega a cumplir las normas sanitarias dictadas para evitar el contagio de la covid.
Ya que estoy, me pongo a investigar un poco de qué van las novedades de la RAE del 23 de abril, ya que están tan manija para incorporar términos que surgieron hace menos de un año.
Parece que en la C es donde tuvieron que trabajar más. Metieron nuevas acepciones de confinado, confinamiento y confinar, coronavirus, covid y sus derivados, cuarentenar y cuarentenear, coronabebé, covidioma, covidiccionario, coronaplauso, covidivorcio, coronaboda, coronabulo, coronahisteria, coronalengua, coronamanía y así, montón de coronatérminos.
Pero ojo, ya que incorporaban novedades, se pusieron las pilas y metieron, entre 2500 palabras o acepciones que consideran nuevas: anticapitalismo, capitalismo, democracia, discapacitado, emoticón, finde, keinesianismo, multisectorial, paspadura, reduccionismo, sánguche, trolear, videollamada, vino, wok y zumba.
O sea: una cantidad impresionante de coronapalabras recién nacidas y otra cantidad de palabras precovídicas, muchas con siglos de uso, en las que se ve que se habían colgado un poquito.
Pero, para tranquilidad de quienes se retuercen de escozor cada vez que alguien dice “nosotres” o “todes” y piden la urgente intervención de la Real Policía de la Lengua, siguen rechazando de plano la incorporación de lo que se llama lenguaje inclusivo, porque lo consideran innecesario, atenta contra la economía del lenguaje y de uso marginal o minoritario.
Ah, re, porque covidiota o coronabebé vienen a llenar un vacío de la lengua, se han generalizado, al punto que a quienes reaccionan a las noticias de cantidad de casos y de muertos con “me divierte”, a quienes queman barbijos, hacen fiestas de contagio, se la dan de robespierres y se manifiestan en rejuntadas con antivacunas, terraplanistas, caceroleres, opositores, antiaborto, antiESI, SOScaballos, ya nadie les dice imbéciles, idiotas, estúpidos, pavos, sino “covidiotas”, o cuando alguien se divorcia o se casa en esta época tiene que decir que se covidivorció o se coronacasó.
¿No les da vergüenza ser tan coronatudos?
Confieso que no acostumbro a usar la e ni la x ni la @ y que me da terrible paja (acá RAE, incorporame la acepción de sinónimo de pereza) desdoblar todo el tiempo los, las, les, pero cuando utilizo el masculino para referirme al conjunto diverso de personas, me suena una alarma que vino para quedarse hasta que encontremos una forma más amable e inclusiva de expresarnos en nuestro idioma, tan rico, tan variado, tan dinámico.
Así que gracias RAE, pero tu coronadiccionario me parece innecesario, no veo que aporte a la economía del lenguaje y tampoco me parece que incorpore palabras de uso general. Voy a seguir puteando con mis viejos insultos, tanto más gráficos y económicos.
Sigan velando ustedes por el buen uso de la lengua española, que nos seguiremos pasando por el orto (que según la RAE es la salida o aparición del sol por el horizonte) vuestros diccionarios, informes, respuestas a consultas, al menos hasta que incorporen otra acepción de la palabra “choto”, porque para nosotres les argentines nunca significó ni va a significar “cría de la cabra mientras mama”.
Otro artículo de la autora: Los fundamentalistas de la felicidad (2012)
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