Los fenómenos meteorológicos extremos se multiplican por todos lados al mismo ritmo que el negacionismo climático y el precio de la inacción lo pagaremos todos.
Por MARIO ROVINA de EL MIÉRCOLES
Cada vez vemos con menos asombro como las inundaciones arrasan pueblos y ciudades mientras nuestras infraestructuras obsoletas colapsan ante fenómenos meteorológicos inusualmente frecuentes.
Y a pesar de los evidentes riesgos que esto implica no estamos preparados: nuestro sistema socioeconómico no está preparado, porque está basado en un clima que ya no existe.
Si las tendencias de crecimiento de la población, la industrialización, el uso de recursos y la contaminación continúan al ritmo desenfrenado actual vamos a sobrepasar la capacidad de carga de nuestro planeta, nos advertía ya en 1972 “Los límites del crecimiento”, el primer estudio científico que exploró los impactos del Antropoceno en nuestro planeta.
Pero parece que nadie escuchó o mejor dicho, no se quiso escuchar, porque adecuar nuestra sociedad al clima actual y al que vendrá implica pérdidas billonarias para las grandes empresas dueñas de todo y de todos, que siguen perpetuando en el poder al Dios Dinero por sobre los límites que le marca la física, la geografía y el sentido común.
Cada verano es el menos caluroso del resto de nuestras vidas.
Nuestro sistema económico capitalista se apoya sobre la mentira de que es posible crecer indefinidamente en un planeta finito. Y para esconder esta realidad el mismo sistema nos conduce al crecimiento del fascismo para perpetuarse y disimular sus propias mentiras dentro del negacionismo.
Pero las evidencias están a la vista, cada año que pasa se superan los registros de temperaturas máximas y cada verano es el menos caluroso del resto de nuestras vidas.
Como sociedad debemos aspirar, y exigir, un cambio radical de nuestro sistema socio-económico actual por uno que contemple el cambio climático y tome medidas para mitigar sus impactos en nuestras ciudades, nuestras industrias, en nuestra forma de vida.
Los fenómenos meteorológicos extremos van a seguir ocurriendo en nuestro país y en todo el mundo. Y al hacerlo, generan que vivamos continuamente en una tormenta perpetua para la que no estamos física ni psicológicamente preparados.
Después de cientos de años en el que el capitalismo moldeó nuestra sociedad estamos llegando a un punto donde necesitamos cambiar el rumbo y encontrar alternativas, antes de que sea demasiado tarde.
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