Desde hace cuatro años, César Pibernus, aficionado a la fotografía, retrata en la ruta a sus compañeras docentes (la abrumadora mayoría son mujeres). En diálogo con El Miércoles Digital, dice César: “La posverdad no tiene con qué darle a un mensaje de este tipo”.
Por A.S.
“Romina y Daiana viven en Feliciano, hacen dedo y son maestras en Colonia Ensanche Sauce y Colonia La Gloria, en el Departamento Federación. Recorren así, en estas inaceptables condiciones, 200 y 300 kilómetros cada día de la semana respectivamente. Salen hacia la escuela de madrugada y no saben a qué hora volverán a entrar a su casa. Hoy las encontramos en la rotonda de Los Conquistadores a las 13.30, empezaba a lloviznar. La sonrisa y la firmeza de ambas expresan el pleno orgullo de ser docente en estos tiempos, con la educación pública resistiendo mil embates y los trabajadores en el centro de esa defensa. Se despidieron diciendo ‘Estamos en lucha’.”
La foto y el texto que encabezan esta nota son una muestra del registro que César Pibernus, nacido en Concordia, viene realizado desde 2015. Un valioso trabajo –un poco artístico, otro poco político y con mucho de didáctico– de registro y difusión de las condiciones en que se realiza la labor docente en el norte de la provincia de Entre Ríos.
César tiene 40 años y es docente de Ciencias Sociales. Es profesor, licenciado y doctor, pero prefiere definirse como docente “porque es lo que soy y para evitar esa situación impertinente del chapeo”, explica. Con el tiempo, “sin querer queriendo”, se ha vuelto aficionado a la fotografía, aunque de nuevo aclara: “Mejor dicho, en uno de los tantos docentes que usa la cámara para serlo”.
Nacido en Concordia, se mudó a Chajarí para trabajar en las escuelas. “Hoy soy miembro de la Comisión Directiva de Agmer, secretario de Organización. Milito en Agmer desde los 22 años, soy miembro de la Agrupación Rojo y Negro. 1° de Mayo”.
Desde hace casi cuatro años, César retrata docentes en la ruta. Maestras y maestros que hacen dedo para llegar a sus lugares de trabajo porque no tienen otro modo de hacerlo: en algunos casos no hay transporte público para llegar hasta sus escuelas; pero si lo hubiera tampoco podrían pagarlo: el sueldo se les iría en el transporte. César registra y publica las imágenes en su muro en facebook, y las acompaña con breves textos, cargados de emoción pero también de demandas a las autoridades, y de reconocimiento a trabajadores y trabajadoras.
Rostros casi siempre sonrientes, mostrando el orgullo de ser docente y también de estar en tránsito, de estar en movimiento y en lucha. Rostros que reflejan una perspectiva diferente para quienes muchas veces, activando prejuicios o expresando intereses ajenos, prefieren repetir un discurso denigrante hacia el trabajo de educadores y educadoras, mientras ignoran todo (o casi todo) acerca de las condiciones en que ese laburo se realiza cotidianamente.
“Estas imágenes contrastan con el odio, las fake news y con el ‘timbreo’ virtual porque ponen una historia sencilla, verdadera e inaceptable en manos de todos”.
En estos años Ceśar lleva contabilizados unos 40 registros fotográficos, que incluyen a casi un centenar de personas, la mayoría docentes, mujeres y maestras, aunque en el registro también hay enfermeras que viajan a dedo por la Ruta 127, una carretera asfaltada nacional que nace unos 60 kilómetros al noreste de Paraná, y une las provincias de Entre Ríos y Corrientes.
¿Cuánto hace que retratás docentes entrerrianos? ¿Cómo surgió la idea?
Desde septiembre de 2015, en la entrada de Sauce de Luna. En aquella primera oportunidad surgió la idea de la misma charla con las compañeras, estaban haciendo dedo en Federal y compartimos el viaje hasta Sauce de Luna. Charlamos aquella vez sobre lo que implicaba hacer dedo, que se presentaba cómo la única forma de llegar a las escuelas en las condiciones actuales. Que era naturalizado por mucha población o directamente justificado. Les pregunté si les molestaba que publicara una foto de ellas en mi cuenta personal en las redes sociales con alguna referencia a la problemática y accedieron. Coincidió con el lanzamiento de una publicación desde la CDC de Agmer, el boletín “La lucha en la calle”, que tiene como principal línea editorial publicar la situación de docentes, escuelas y comunidades desde su propio testimonio en el marco de los posicionamientos de nuestro sindicato. Muchas de estas fotos fueron publicadas en el boletín. De allí en más, la mecánica ha sido prácticamente la misma. El tramo que hacemos juntos en el viaje se transforma en una pequeña asamblea en la que nos presentamos, charlamos sobre diversos temas y resolvemos, en definitiva, porque eso es lo que pasa cuando decidimos publicar estos posteos.
¿Te planteaste ese trabajo como una labor artística o política? ¿O crees que ambas son indisociables?
Sería muy audaz si lo entendiese como una práctica artística, más allá de los elementos expresivos que se ponen en juego al registrar fotográficamente estas escenas. En este aspecto, sí he tratado de ir prosperando, aunque no soy artista, sobre todo por el peso que fui sintiendo cuando cada compañero deposita su confianza en la publicación, sobre todo porque ninguno ha planteado aceptar que la publicación destaque algún aspecto personal. Todos los trabajadores que han aceptado lo han hecho desde el lugar de testimonio sobre una problemática que es colectiva, desde ese lugar han aceptado y desde ese lugar asumen la postura que vemos en las fotos. Los rostros, las manos, el abrazarse, están narrados por ellos (que en su enorme mayoría son “ellas”) hacia ese mensaje. Y los datos que ofrecen para ser publicados tienen que ver con el caso en sí, con su carrera docente, con los trayectos, con las frustraciones y lo que los enorgullece.
“La posverdad no tiene con qué darle a un mensaje de ese tipo”.
En tus textos, que son breves pero de gran densidad y contenido, y muchas veces con un sesgo poético, nunca las presentás como si fueran “héroes”, sino por el contrario, las reivindicás como trabajadoras. Esa es una definición política.
Sí. Y nadie me pidió que publique su situación en términos de “héroe individual”, sino como parte de una problemática. Y yo entiendo, sí, como una tarea prioritariamente política en el sentido amplio, como un contenido construido por docentes –a través de los procesos que narré– para que sea puesto en el mismo medio en donde leemos noticias falsas, ataques a los trabajadores y miserias varias, como son las redes sociales en este preciso momento. Ante tanta posverdad, estas historias con nombre y apellido, con datos concretos y comprobables, con padres, madres, hijos, sobrinos, parejas, compañeros de trabajo, vecinos que las refuerzan terminaron transformándose en una saludable excepción. Contrastan con la sobreactuación, el odio, las fake news y también con la lógica del “timbreo” virtual (que ya no es posesión exclusiva de un solo partido político), porque ponen una historia sencilla, verdadera e inaceptable en manos de todos. O ante los ojos de todos.
En las redes, esas imágenes y los textos conque las acompañás, conmueven, producen comentarios, empatía y mucha reflexión. ¿Qué balance haces de esa intervención –que no dudo en calificar como virtuosa y didáctica– en un ámbito dominado a veces por la intemperancia, la intolerancia y el agravio?
Es sorprendente lo que producen en términos de debate. La inmensa mayoría son mensajes de afecto hacia quienes aparecen en el registro, no sólo de su familia, sino de muchos vecinos y compañeros de trabajo. Es norma, prácticamente, que esas intervenciones incorporan más datos sobre el caso u otros testimonios similares. Obviamente que esos posteos están expuestos a algunos agravios que van dirigidos a las retratadas, al planteo de la problemática o a mí (todos los que estamos en rol de representación gremial tenemos, por decirlo, una tribuna de odiadores aunque publiquemos la foto de un amanecer o de un gato, es el ataque menos relevante pero también aparece). Suelen ser atendidos por otros usuarios, y en algunos casos derivan en debates interesantes.
En tus textos ponés énfasis en el orgullo docente. La forma en que posan ante tu cámara es una expresión muy fuerte de ese sentimiento.
Sí, y es lo primero para destacar: la fuerza del orgullo docente, a pesar de las injusticias que nos atraviesan, y la claridad del mensaje que queremos enviar. Si uno ve las 40 fotos parecen sacadas el mismo día y no a lo largo de tres años y medio en distintos puntos de la provincia. La actitud de esos docentes porta la misma fortaleza, trasciende lo individual y se planta desde una identidad como trabajador o trabajadora que supimos construir. Al enfocarlos, suelen hacer el gesto típico de quien está haciendo dedo, aunque la foto sea en el punto de llegada o de destino. Lo asumen como un ponerse frente a quienes leerán el mensaje. Y creo que nadie hubiese aceptado ningún tipo de dirección para el registro, se paran como mejor les parezca, yo sólo observo y marco la relación con la luz ambiente.
Son imágenes que crean sentido desde el lugar mismo que ocupan los docentes, y muy poderosas. Y muy difíciles de cuestionar aun por quienes “compran” esas fake news o esa lógica de la que hablabas...
Si estas publicaciones son apenas atacadas, en relación a otras, es porque están sostenidas por un conjunto de personas reales, convocadas circunstancialmente por esa foto, que responden al toque y purgan instantáneamente a quienes intervienen para agraviar o dan debate a quienes publican diferencias desde el respeto. Por otro lado, creo que sí, que necesitamos producir como pueblo más mensajes de ese tipo, publicar situaciones concretas que denuncien injusticias con nombre y apellido, con las historias concretas, con los rostros de quienes las padecen y, a su vez, estén dispuestos a contarla al resto de los entrerrianos. La posverdad no tiene con qué darle a un mensaje de ese tipo.
Link al facebook a César Pibernus para ver todas sus fotos.
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