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Aparte de la detención de Báez, en pocos días comenzará el desfile de personas y personajes por Comodoro Py, que será rutilante. (Foto: TN).
DETENCIÓN DE BÁEZ, CUENTAS OFFSHORE, DESFILE EN COMODORO PY

¿”Mani pulite” o “culo sporco”?

¿Están dadas, al fin, las condiciones para que la Argentina inicie un proceso histórico de develar el entramado que conecta a la política con las mafias narco, de lavado de dinero, corrupción estatal y tráfico de influencias? ¿Comenzará un "Mani Pulite" (manos limpias) como el que protagonizó Italia más de dos décadas atrás? ¿O la justicia federal argentina, producto de esa misma dirigencia, tiene el “culo sporco" como para afrontar ese desafío?

 

(*) Por AMÉRICO SCHVARTZMAN

 

La noticia de la detención de Lázaro Báez –emblema mayor de la corrupción en la década kirchnerista– llega justo cuando ponía punto final a una notita –con otro título– sobre el clima que se vive en la Argentina actual.

Es que este mes de abril desfilarán por los tribunales federales de Comodoro Py, en la capital argentina, varios ex funcionarios (empezando por la ex Presidenta) y personajes acusados de ser testaferros o cómplices en el lavado de dinero y otros hechos de corrupción. Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof (entre otros funcionarios) deberán declarar en indagatoria por la operatoria de los dólares a futuro, en la causa que investiga el juez Claudio Bonadio. Ese negociado (o en el mejor de los casos, esa "mala praxis", eso es parte de lo que determinará el magistrado) le cuesta al pueblo argentino nada menos que 5 mil millones de dólares, más que lo que se le paga al buitre mayor Paul Singer.

Pero no es ésa la causa que más preocupa a Cristina. La que la desvela es Hotesur, que la ata de manera muy fuerte a su socio comercial Lázaro Baez, cuya imagen detenido por orden del juez Casanello está recorriendo el planeta. Se ve que volvimos al mundo, como tituló Página/12, ese diario que después de 12 años redescubrió que la corrupción es mala: en menos de 48 horas, entre las cuentas off-shore del Presidente Macri –que motivaron ese título– y la prisión del ex socio comercial de la ex Presidenta, la Argentina acapara la atención mediática mundial como nunca.

En el medio, la burguesía beneficiada por (y en parte nacida en) el gobierno kirchnerista, había comenzado a despegarse: sorprendió que el mismísimo Lázaro dijera que Alicia Kirchner y Echegaray no pueden justificar sus patrimonios. Ahora que está detenido ¿qué más dirá el ex hombre de confianza de Néstor?

Al mismo tiempo, se conocieron las cuentas off-shore del Presidente Macri en Panamá (van dos y amenaza seguir...) y empieza a derretirse (¿irreversiblemente?) su pátina de honestidad. Una capa frágil, si se recuerdan las causas que pesan sobre él solamente por sus gestiones en la Ciudad de Buenos Aires, pero disimulada (o disculpada) por quienes lo votaron. Llamativamente, Daniel Scioli salió a defender a su ex competidor: no hay nada de malo en ser parte de una sociedad fantasma en Panamá. Una nueva decepción para quienes lo votaron a él.

Pero en algunos sectores menos sesgados por la llamada grieta, comienza a ser notorio un clima de creciente pesadumbre respecto de lo poco que diferencia al gobierno de Cambiemos de algunos de los peores rasgos del que se fue en diciembre, clima que se solapa (o se potencia) por el impacto de los ajustes brutales que Macri negó que fuera a realizar.

Para la anotación curiosa –amarga o irónica, cada uno dele el tono que prefiera– comienzan a usarse nuevas categorías analíticas para calificar a fánaticos kirchneristas. IndiKnados, destituyentes K, que suelen ser los mismos que acusaban de serlo a quienes se movilizaban contra el gobierno anterior. O hacen chistes sobre una eventual caída de Macri: que está preparando el helicóptero, que lo apodan "ciclo escolar" porque no llega a diciembre, y cosas así.

Otro importante grupo de la población, quizás harto de la grieta, siente cierta perplejidad ante lo que observa como una ironía simétrica: si antes las políticas de inclusión social fueron excusa para la corrupción, ahora la corrupción anterior parece la excusa para destruir las políticas de inclusión social.

Un diálogo en las redes sociales explicita a la vez el clima y el doble rasero: un “indiknado” comparte en su muro la noticia de movilizaciones en Islandia reclamando la renuncia del jefe de Estado cuestionado, y –emocionado– escribe: "Aquí se ve la diferencia entre una democracia en serio y esto que tenemos". Uno podría detenerse en preguntarle qué diantres se hizo en estos doce años en lugar de consolidar una “democracia en serio” y no "esto que tenemos". Pero dejando ese debate a un lado, un antiká le escribe debajo: "¿Y por qué en Brasil le llaman 'golpe'?"

Aparte de la detención de Báez, en pocos días comenzará el desfile de personas y personajes por Comodoro Py, que será rutilante. La declaración indagatoria es un acto de defensa de un imputado en un proceso judicial, es decir que quienes declaren podrían quedar procesados si el juez entiende que hay razones suficientes. Entre ellos la propia Cristina. Repasemos cómo será abril: está previsto que declaren ante Casanello –el que investiga la causa conocida como “la ruta del dinero K”, y que acaba de ordenar la detención de Lázaro y de su contador Daniel Pérez Gadín–, el hijo de este último y Fabián Rossi (a ambos se los ve en los ya célebres videos). Rossi sería, además, clave en la creación de las empresas fantasmas en Panamá que facilitaban el supuesto lavado de dinero (no de Macri, sino de Lázaro). Pérez Gadin, además, administraba el Hotel Alto Calafate, emblema del grupo hotelero familiar de los Kirchner, Hotesur, a través del cual la Justicia supone que lavaban dinero. Esa causa está en manos de dos jueces diferentes: Julían Ercolini –quien acaba de detener a Ricardo Jaime en otra causa– y Daniel Rafecas. El 21 de abril será el turno de Martín Báez, a cuyo nombre figuran al menos 55 empresas fantasma en diferentes lugares del mundo (como Suiza, Panamá, Belice y Liechtestein). Otros que declararán ante Casanello son Walter Zanzot, y Gustavo Fernández, el reemplazante del procesado Federico Elaskar al frente de la financiera SGI. En todos los casos el magistrado dispuso la inhibición de bienes y la prohibición de salir del país.

Por su parte, el juez federal Claudio Bonadío tomará declaración (siempre en abril, al ritmo tibio) al ex titular del Banco Central Alejandro Vanoli, el ex secretario de Finanzas Pablo López, al ex ministro de Economía Axel Kicillof y a la ex Presidenta. La causa es en la que se investiga la venta de dólar futuro y el delito sería “defraudación a la administración pública”. El día más resonante será el 13 de abril, el miércoles que viene, cuando la ex Presidenta se presente ante el magistrado.

En medio de estos vaivenes judiciales, las medidas del gobierno de Macri siguen impactando a los más vulnerables, pero empiezan a afectar a las clases medias, que sin duda aportaron los principales apoyos para que llegara a la Presidencia. El cóctel es raro e inédito. Un gobierno no peronista pero con mucho apoyo peronista, como se vio en la votación a favor del acuerdo con los holdouts, donde el gobierno obtuvo una mayoría superior a dos tercios en el Senado de la Nación, algo que Cristina hubiera anhelado cuando aun soñaba con una nueva reelección vía reforma constitucional.

La pregunta que estas líneas querían plantear es la siguiente: ¿será que están dadas las condiciones para que la Argentina –al estilo de lo que está sucediendo en Brasil– inicie un proceso histórico de develar el entramado que conecta a la política con las mafias narco, de lavado de dinero, corrupción estatal y tráfico de influencias? ¿Comenzará un "Mani Pulite" (manos limpias) como el que protagonizó Italia más de dos décadas atrás? ¿O, por el contrario, la justicia argentina, hechura a imagen y semejanza de la corrupta dirigencia, tiene (con perdón) el culo demasiado sucio ("sporco") como para arriesgarse a una aventura como ésa?

Y si la justicia federal argentina lo hace ¿pasará en nuestra democracia lo que ya advirtió el eterno Miguel Pichetto, conocedor como nadie del alma peronista de la dirigencia argentina, en medio del debate de los holdouts, como para que nadie diga que no avisó: "Algunos se olvidan que después del Mani Pulite, en Italia llegó Berlusconi"? (Como es lógico, nadie en ese entorno le recordó a Menem, de cuya entraña salió Pichetto: como si Il Cavaliere hubiera sido demasiado diferente a nuestros propios líderes populistas). ¿Tendrá razón Pichetto, o sólo expresa el temor de que en efecto haya un Mani Pulite y los primeros en caer sean él y quienes lo escuchaban atentamente en el Senado?

Las próximas semanas nos darán indicios para empezar a responder estas preguntas. No obstante, si uno repasa los itinerarios de los jueces en cuyas manos (no muy "pulite") se encuentran las causas en cuestión, no parece haber muchas razones para ser optimistas, ni motivos para esperar que se dé un Mani Pulite criollo. Demasiado “culo sporco”. Pero estamos en la Argentina, donde todo puede suceder. En una de ésas, quién te dice, sea en abril.

 

(*) Periodista de El Miércoles Digital.Docente.Licenciado en Filosofía. Autor de Deliberación o dependencia. Ambiente, licencia social y democracia deliberativa (Prometeo 2013).

 

 

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