A siete días de la desaparición de Micaela, y pocas horas después de que en una zona rural de Gualeguay hallaran su cuerpo, Concepción del Uruguay- su ciudad natal - salió otra vez a las calles a pedir Justicia y que los responsables del crimen cumplan condena. Todos los reclamos fueron para Carlos Rossi, juez de Ejecución Penal de Gualeguaychú, que nueve meses atrás decidió liberar de forma anticipada al principal sospechoso del crimen, Sebastián Wagner.
Por JORGE RUBÉN DÍAZ de EL MIÉRCOLES DIGITAL
Fotos: MARIO ROVINA y VALENTÍN BISOGNI
El asfalto aún olía a lluvia, unas horas antes había caído una intensa llovizna como lágrimas que arrojó el cielo gris tras una jornada muy triste en la ciudad.
Las campanadas de la Basílica Inmaculada Concepción parecían sonar más lúgubre que de costumbre acompañando un dolor colectivo que se hacía carne en muchos rostros, que cabizbajos y resignados se iban acercando desde todos lados de la hexagonal de la plaza principal Francisco Ramírez hasta su pirámide.
El silencio cortaba el aire, hasta que una pequeña batucada se ubicó atrás de la pancarta-bandera del “Ni Una Menos” para iniciar la marcha desde la calle Galarza. Mientras esperaban hicieron sonar sus tambores acompañados por las palmas de las miles de personas que ya se habían congregado y no paraban de sumarse; así fue durante varios minutos hasta que los tambores pararon dejando a solas las palmas que crecían en intensidad hasta volverse un espectáculo conmovedor. Los ojos rojos y caras inundadas de lágrimas eran el común denominador entre los presentes. Nadie podía mostrarse ajeno, hasta parte de la delegación profesional de fútbol de “Sol de América de Formosa”, que este domingo jugará ante Gimnasia por el Federal A, observaban asombrados la movilización: “Esto allá no se ve, aunque se está poniendo peligroso” comentó a este cronista un integrante del cuerpo técnico que no dejaba de aplaudir.
Mientras la columna avanzaba por Galarza hasta Congreso de Tucumán, la actitud de los comerciantes fue de destacar; por ejemplo en la confitería “La Ris” apagaron las luces y empleados como dueños salieron en gesto de solidaridad; en el resto de las casas comerciales pasaba otro tanto, con gente abrazada llorando, lo mismo en los balcones del Histórico Colegio del Uruguay y en los edificios de las cuadras siguientes.
La convocatoria, tal como ocurrió el martes 4 de abril, fue a través de redes sociales como medios de comunicación y se realizó a la vez en varios puntos del país. En La Histórica fueron más de 12 cuadras repletas de gente de lado a lado, a tal punto que cuando la cabeza de la manifestación ya regresaba por la 9 de Julio, aún estaba sumándose gente a la partida.
LAS CRÍTICAS A LA JUSTICIA
Tal como lo pidió Néstor Yuyo García la marcha fue respetuosa y en paz, aunque fueron inevitables los cuestionamientos hacia la labor de la Justicia. La Policía también recibió los epítetos de la cabeza de la manifestación, donde se ubicaron principalmente los/las amigos/as y compañeros/as de Micaela García: “¡Yo sabía, yo sabía, que a los violadores los cuida la Policía y la Justicia!”, ese estribillo fue el más repetido sobre todo cuando arribaron hacia los edificios de Tribunales de la provincia de Entre Ríos, allí se detuvieron unos minutos y dejaron las velas encendidas en señal de disconformidad con su labor. Luego partieron hasta la pirámide de la Plaza con otros estribillos que se repitieron en la concentración final: “¡La Negra no se murió, la Negra no se murió, la Negra vive en los barrios la puta madre que lo parió!”, y otro más “¡Vecino, vecina, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente!”.
Por último, en una especie de radio abierta, con un micrófono y algunos parlantes, se amplificaron las expresiones del grupo de personas que encabezaron la movilización.
Hicieron saber y dejaron bien en claro que: “A la Negra la mataron por luchar, por no someterse al machismo”; que Micaela “dejó un mensaje con mucha firmeza, y es que ¡si se puede cambiar la realidad!”; la recordaron con mucho cariño mencionando una de sus principales características, la solidaridad: “Prefería dar clases en Villa Mandarina, enseñando un deporte, en vez de salir un fin de semana” contaron. También se quejaron a viva voz por “un sistema judicial corrupto que permite la violencia de género y el femicidio”.
En consonancia con esa última expresión, desde el colectivo “Ni una Menos” leyeron un documento conciso y concreto donde- con firmeza- piden que haya cambios reales: “Queremos que se haga justicia, queremos dejar de ser un número más dentro de las estadísticas anuales de femicidios”.
Después apuntaron sus dardos contra el juez Carlos Rossi: “Creemos firmemente que el femicidio de Micaela, al igual que el de tantas otras mujeres en el país, son consecuencia de una Justicia corrupta y machista, que no responde a la violencia que sufrimos diariamente por el sólo hecho de ser mujeres. El accionar del juez Rossi es una clara muestra de ello, dejando en libertad a un triple violador y que hoy es el principal responsable de que Micaela no esté más. Exigimos que Rossi sea separado de su cargo y que también tenga la condena que le corresponda, ya que como funcionario del Estado debe bregar por la protección de toda la ciudadanía”.
Para concluir algunos vecinos y vecinas se despacharon recordando casos judiciales abiertos e inconclusos en la ciudad, como más cuestionamientos a fiscales y policías.
La desconcentración fue rápida y tranquila, tal como lo pidió el papá de Micaela.
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