El docente Gustavo Blanc plantea en este artículo un tema que está en plena discusión entre sus pares, pero que también debería involucrar al resto de la comunidad educativa en general, principalmente el Estado: la forma y condiciones en qué se dan clases.
Por GUSTAVO BLANC (*)
Desde hace unos años desde las esferas de poder mediático y político se trata de instalar el concepto de que mayor cantidad de días de clases equivale a “mejor calidad educativa”.
Bajo esa premisa es que primero se puso como objetivo llegar a 180 días de clases y en los últimos cinco años se comenzó a plantear llegar a los 190 días de clases como si eso por si solo garantizará una mejor educación para niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos.
No alcanza al parecer con que quienes estamos todos los días al frente de las aulas sostengamos que sumar días no asegura por si solo una mejor educación. Parece que en este tema la voz de la experiencia, la voz de quienes estudiamos para docentes y llevamos adelante la docencia no es tenida en cuenta y si se toma en cuenta la voz de opinologos que se expresan en los medios de comunicación de alcance nacional, o de dirigentes que pretenden mostrarse preocupados por la educación de las alumnas y los alumnos
Para llegar a esos famosos 190 días de clases es que se decide comenzar las clases los últimos días de febrero o a más tardar el 1 de marzo. Año a año se adelanta el inicio de clases buscando más días bajo ese concepto erróneo de que más días significan “mayor calidad”.
A esto se suma que estamos en el marzo más caluroso de la historia, con altas temperaturas todos los días y con alerta naranja emitido por el Servicio Meteorológico Nacional
Como complemento de un combo absolutamente imperfecto nos encontramos con aulas que en muchos casos no tienen ventiladores; las hay que tienen ventiladores pero funcionan imperfectamente. De aire acondicionado ni soñarlos.
Incluso hay aulas que no tienen la ventilación cruzada -la misma que se hiciera famosa en pandemia-
Ante esto debemos decir claramente que si queremos mejorar la educación en nuestra provincia y en nuestro país se necesita una gran inversión para proporcionar a alumnos y alumnas condiciones dignas para aprender. Hay algo tan básico y simple que tal vez por simple y básico no se repite o no se tiene en cuenta: Para que se dé un proceso pedagógico exitoso es necesario que nuestros alumnos y alumnas no estén abatidos por el calor en verano, no tengan frio en invierno y estén bien alimentados todo el año. Si no se da esto es imposible que se dé una experiencia pedagógica satisfactoria, es muy difícil que los alumnos y las alumnas aprendan con sensaciones térmicas cercanas a los 40 ° sin ventilador o con un ventilador que tira a lo sumo un poco de aire caliente.
Año a año se adelanta el inicio de clases buscando más días bajo ese concepto erróneo de que más días significan “mayor calidad”.
Quienes deciden empezar las clases en febrero y quienes no deciden suspenderlas ante una ola de calor tan fuerte toman esas decisiones sentados en una oficina con aire acondicionado y no transitan en el cotidiano las aulas con más de 20 alumnos y sin siquiera las medidas adecuadas para albergar a esa cantidad de pibes y pibas.
Como conclusión planteo lo siguiente:
- Más días de clase no significan mejorar la educación.
- Para mejorar la educación se necesita indudablemente tener lugares cómodos para que nuestros alumnos y alumnas asistan a clases. Se necesitan aulas amplias, aires acondicionados, ventiladores en condiciones, instalaciones eléctricas aptas, gas para el invierno, vidrios en las ventanas, etc
- No tengo una oposición a los 190 días de clases. Más bien lo que hay que plantear es en qué condiciones queremos los días de clases.
(*) Docente. Ex Secretario General de Agmer Uruguay.
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