Una crítica a "Mi obra maestra". Se puede ver en el cine San Martín (Estrada 820), hasta este miércoles a las 20.30.
Por ANALÍA HERNÁNDEZ
Mariano Cohn, Gastón y Andres Duprat conforman el trio de productor, guionista y dirección con una formula ya probada en "El ciudadano ilustre".
Mismo realizadores y temática similar. Antes un escritor que vuelve a su pueblo natal. Ahora el mundo del arte plástico, la pintura en particular. Las galerías; el consumo de la industria cultural ambientado en Buenos Aires. Expone y refleja la contradicción de una disciplina artística particular, es una obra dentro de otra.
Arturo (Guillermo Francella) personifica a un galerista que representa el discurso del mercado y Renzo (Luis Brandoni ) es el pintor y artista crítico del sistema comercial, un bohemio anti mercado.
Ambos se necesitan. Son las dos caras de la misma moneda. Son puntos opuestos que se tocan. No coinciden en nada y aun así buscan convivir en las diferencias, de hecho se complementan y necesitan desde el afecto. Es un guion que juega con buen ritmo los estados de emoción profunda, humor inmediato e ironía .No espera al espectador en la narración, sigue su propia cadencia. Es un relato simétrico y equilibrado que rompe con habilidad el dramatismo para tratar temas elementales como muerte, vejez, soledad; eutanasia y el sentido de la vida misma.
La película propone risa, emoción, humor bien dosificado con la duración justa. Tiene dos excelentes actuaciones; supera la calificación de pochoclera ampliamente y es una elección atinada para el disfrute y posterior mensaje si se quiere. Es un acierto nuevamente de este equipo de realizadores.
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