Hace poco más de un mes cumplió cincuenta años de vida Casa de la Cultura. Ahora el edificio está en reconstrucción luego del incendio. Parte de su historia desde sus inicios en esta charla con Miguel López, protagonista vivencial de ese recorrido.
Por EQUIPO DE REDACCIÓN DE EL MIÉRCOLES DIGITAL
El 9 de julio pasado Casa de la Cultura de Concepción del Uruguay cumplió medio siglo de vida. Hace cuatro años se encuentra en una lenta reconstrucción del incendio que la devastó en enero de 2018.
De eso y mucho más habló el actor y director teatral Miguel López en el programa radial “En la Víspera”, que se emite todos los martes a las 21 por LT11 y Fm Arenas 92.9 y es producido por El Miércoles Comunicación y Cultura Cooperativa de Trabajo Limitada.
La charla giró en torno a los comienzos de la Casa de Cultura, sus inicios como actor teatral y obviamente el futuro que sueña para ese edificio dañado, e incluso anticipó algunas novedades al respecto.
¿Cómo se forjó lo que hoy es Casa de la Cultura?
En aquella época el teatro ensayaba en las casas de familia. Los cines no tenían función los días lunes y había que solicitar el cine para hacer una representación los días lunes. En esa época la actividad teatral era poca, entonces concurría mucha gente. Volvían a ensayar en las casas de familia durante tres, cuatro, cinco meses y volvían a hacer una función nuevamente en un cine.
La necesidad y el ingenio de Enrique “El gringo” De Michele y un grupo de amigos hizo que resolvieran pedir al intendente de turno - el profesor Miguel Ángel Gregori -un local que estaba vacío donde estaba la Maternidad Municipal, en 9 de julio 844. Fue una “locura” del intendente Gregori de darle ese lugar, pero ¿por qué lo hizo?, ¿por qué confió en tanta gente? Porque él, junto a otros “locos”, había creado el Club Rivadavia e hizo crecer una barriada de Concepción del Uruguay. Él sí podía confiar en aquellos que tenían ganas de emprender. Es rescatable la actitud de Enrique De Michele como cabeza de ese grupo y del intendente de ceder las instalaciones para este teatro.
¿Desde entonces la Casa de la Cultura ocupó la esquina de 9 de Julio y Congreso de Tucumán?
Exactamente. Nunca más se movió de allí. Resulta que cuando ceden las instalaciones muchos artistas de distintos rubros recalaron en Casa de la Cultura. En aquel momento yo pertenecía al Cine Club que funcionaba en la planta alta de Copul, cerca de La Bancaria, en calle Rocamora y también nos invitaron a participar en ese lugar
¿Vos no eras un amante del teatro? ¿Eso vino después?
Todavía no. Solamente había visto una obra en la que había conocido a “Negrita”, mi señora, pero de vista. Yo daba cine, proyectaba películas. Cuando Enrique estaba haciendo el escenario, yo estaba picando la pared para hacer el agujerito de proyección donde hoy es la cabina. Enrique De Michele me invitó a hacer teatro con ellos, el teatro se inaugura en julio y yo debuté con Eugenio Arlegui en octubre.
¿Llevas la cuenta en cuántas obras actuaste?
Habré actuado en 40 o 50 más o menos. Una vez que empecé, al poco tiempo se había puesto de moda en Buenos Aires el café concert con (Antonio) Gasalla y (Carlos) Perciavalle. Empecé a hacer café-concert y viajé mucho haciendo ese espectáculo: por toda la provincia, por la República Oriental del Uruguay, Corrientes. Capaz que con un espectáculo estaba dos años y medio. Y como dirigí en Rosario del Tala, Basavilbaso y Concepción del Uruguay -donde tenía talleres- debo andar en las 100 obras dirigidas, de las cuales 40 o 50 las hice en Casa de la Cultura.
Hay una anécdota que cuenta Enrique “Quichino” De Michele en el libro (que es) tan lindo, tan sentido, que le dedica al grupo de teatro de su padre y que está atravesado por la historia de la Casa de la Cultura y del teatro uruguayense; ahí contaba que para poder avanzar en los trabajos de la Casa de la Cultura se vendieron las butacas, es decir, la gente compraba las butacas como una manera de colaborar y asegurar que la Casa de la Cultura pudiera funcionar
Las instituciones no son las paredes, son un grupo de personas que trabajan en pos de, y esto es una circunstancia.
¿Recordás ese episodio?
Sí, se le ponía un nombre atrás. Posteriormente esta misma técnica cuando estaba dirigiendo “Filomena Marturano”, yo le hacía la parte de luces y sonido porque trabajaba María Galván en la obra, y entre bambalinas hablábamos y había un espacio que lo usaban como camarín porque no había camarines, y ese espacio lo usaban los varones, las mujeres se cambiaban en otra parte.
Fue muy gracioso porque le digo: “Qué lindo sería ambientar este lugar para reunirnos, por ejemplo, los jueves, a tomar café y hablar de teatro. Y ella me dice: “¿Y si ponemos una biblioteca?”. Y así surgió todo, a la semana siguiente empezamos a reunimos en la biblioteca. Gran idea de ella y nosotros apoyando. Las sillas que se compraron para esa biblioteca se hicieron del mismo modo, es decir, vendiéndoselas a alguien. Ese alguien compraba, donaba el valor de esa butaca y se le ponía el nombre atrás.
Más autogestivo no podía ser la cosa
Lo que pasa es que Casa de la Cultura es autogestiva y todo lo que funciona allí adentro es así. Es algo único, se manejó durante muchísimos años sin subsidios de nada, los integrantes de la comisión no cobran un solo peso. Han dejado media vida allí dentro, trabajando, arreglando butacas, pintando paredes, cobrando entradas. Es muy loco ver que hoy pase eso.
Es a su vez una de las fortalezas de la Casa de la Cultura
Tal cual. Es apropiarse de eso, pero apropiarse sanamente. Lo defiendo como si fuese mío, aunque sé que no es mío, es de todos.
Luego del incendio
En el verano de 2018 se produjo el incendio de Casa de la Cultura ¿Cómo fue el impacto de ese momento?
Te voy a contar mi experiencia, no todos la vivieron del mismo modo. Nosotros estábamos mirando televisión con mi señora, recibimos un llamado de mi hija Carolina y nos dice: “Nos avisaron que se está quemando Casa de la Cultura”. Salimos corriendo en el auto, llegamos hasta allá, y ya estaban los bomberos allí. Te puedo decir que estuve tres minutos donde no entendía nada, pero más de tres minutos no estuve. No se me cayeron lágrimas, tenía un nudo en la garganta y lo único que sí me pasó fue que, pasado esos tres minutos, yo estaba pensando cómo hacía al otro día para empezar a trabajar para arreglarla. Creo que eso tiene que ver con el legado que nos dejaron quienes la hicieron: el “Gringo”, Eugenia, Osvaldo Neyra, toda le gente que trabajó tanto para tenerla. Hasta el día de hoy seguimos gestionando, intentando ver cómo podemos acceder a alguna cosa o alguna otra: que el comodato, la primera etapa, la segunda etapa, es decir trabajar como lo hicimos desde el primer día.
La misma receta de siempre. No hay modificaciones en eso, ¿no?
En ese sentido creo que no. Las instituciones no son las paredes, son un grupo de personas que trabajan en pos de, y esto es una circunstancia. Es una situación que se presentó y hay que solucionarla. Contamos con la ayuda del municipio porque nosotros no podríamos conseguir el dinero como para poder afrontar eso. Sí podemos afrontarlo con mucho trabajo y con voluntades y conseguir subsidios de otros lados. Pero también tenemos que responder a una realidad, el edificio pertenece a la Municipalidad. Si ellos están trabajando para restaurar, nosotros tenemos que estar codo a codo con el municipio. Eso es lo que está sucediendo ahora con el intendente (Martín) Oliva con el que hemos tenido una reunión fantástica, y él nos dijo “¿Qué aportan ustedes?” “¿Qué aportamos nosotros?”, y vamos a trabajar juntos para ponerla en marcha nuevamente. Ya antes, incluso, Lauritto había puesto también su parte.
¿En este momento en qué estado se encuentran las obras?
La primera etapa, que se hizo durante la gestión de Lauritto fue techo y paredes. Ahora vienen sub-etapas, es decir, la segunda y tercera etapa viene dividida en pedazos, en partes. Esta primera parte, que se inició ahora, es el escenario. Nosotros tenemos todas las instalaciones techadas, tenemos una nueva pasarela. Todo eso tiene un diagrama diferente a lo que era. Te vas a encontrar con un salón muy alto, muy grande que va a permitir un trabajo escénico mucho más importante con parrilla, con telones que se pueden subir y bajar, con el manejo de reflectores diferente, mucho más profesional.
Nosotros, por nuestra parte, con el dinero del seguro de lo que estaba dentro de la sala y una donación que hizo Argentores, por el buen trabajo que nosotros hacíamos en cuanto al cuidado de los derechos del autor, pudimos comprar todo el equipamiento técnico: reflectores, consola, todo el equipo del sonido, telas para vestir todas las paredes del escenario y a fin de año doña Álvarez nos donó 100 butacas de uso pero que están en impecable estado como para ponerlas adentro cuando esté listo.
¿Los avances de las obras permiten saber cuándo estará en funcionamiento la sala de la Casa de la Cultura?
Exactamente eso no te lo podría decir. Por ejemplo, en este momento se hizo en el escenario todo con concreto, antes teníamos un entarimado muy fuerte. Ahora se hizo todo absolutamente de concreto, se rellenó, se hizo una capa de hormigón y arriba van las planchas de madera, pero hay que esperar a que seque esa parte. Lo que siga después posiblemente sea la parte de iluminación, pintura y cielorraso. Hay que restaurar los dos baños para el público, los camarines, pinturas, instalación eléctrica y demás. Eso va a llevar un cierto tiempo. No sé si el año que viene estará lista, esperemos que sí.
¿Si alguien quiere colaborar con la reconstrucción por dónde se puede comunicar?
Con algunos de los miembros de la comisión directiva. El presidente es Mario Lorán, el vicepresidente Héctor Gobbi, yo soy un vocal, María del Carmen Galván es secretaria. Desde que se incendió, al mes, estábamos reunidos analizando cosas. Hoy en día no se puede hacer una función de teatro en Concepción y eso no deja de ser un inconveniente.
Concepción del Uruguay se ha destacado por su enorme actividad teatral y el parate de la pandemia tiene que estar influenciando muchísimo, ¿no?
Sí, realmente es así. Eso te deja un grado de incertidumbre mayor, porque si nosotros tuviésemos la sala disponible haríamos un protocolo para poder trabajar. No me cabe ninguna duda de que lo habríamos analizado, practicado y presentado a las autoridades para que las funciones se pueden hacer. En Buenos Aires lo están haciendo, ¿por qué no nosotros?
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