Había colaborado con un estudio sobre el río Paraná con resultados impactantes: encontraron tres veces más glifosato en el agua que en los campos sembrados con soja. En los últimos días, posteó un cuadro de salud de alto estrés y se mostró preocupado por los becarios ante los anunciados recortes
El Conicet La Plata comunicó este sábado el fallecimiento del científico Damián Marino, quien se desempeñaba como investigador independiente en el Centro de Investigaciones del Medioambiente de la institución en La Plata y era reconocido como uno de los principales estudiosos de los efectos de los agrotóxicos sobre la salud humana y el medio ambiente.
Doctor en Ciencias Exactas y licenciado en Química con orientación en Química Orgánica por la Universidad Nacional de La Plata, Marino se especializaba en temáticas vinculadas a la contaminación ambiental, específicamente al estudio de la contaminación derivada de las actividades agropecuarias en la Región Pampásica. Fue autor de gran cantidad de trabajos reconocidos a nivel internacional acerca del impacto de la distribución de plaguicidas, pesticidas y fármacos veterinarios.
Marino era profesor asociado ordinario del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas en La Plata, donde dictaba materias de la Licenciatura en Química y Tecnología Ambiental. Desde esa unidad académica destacaron su labor en extensión universitaria y su activa militancia y compromiso por los derechos socioambientales de los pueblos. “Fue un formador de equipos de trabajo en docencia, investigación y extensión, y su legado será continuado por todas y todos quienes lo conocieron”, subrayaron.
Un malestar por lo que se venía
Marino había publicado un mensaje en su cuenta de Facebook donde comunicaba que había estado en un centro de salud por un pico de stress.
“Luego de estar hace 10 días mal y un fin de semana en cama, recién vengo de la guardia del sanatorio”, señaló en ese posteo. Y agregó que el diagnostico fue un “pico gigante de estres”. Sobre eso, explicaba: “¿Y cómo no voy a tener un pico de estres? Tengo equipamiento comprado a un dólar oficial que va a llegar el 12 (de diciembre) y no voy a poder retirar de la aduana por la devaluación que hará (el próximo presidente, Javier) Milei. Cuando ves caer los planes bianuales de proyectos a pedazos y lo peor y más conmovedor de todo, cuando becarios y pasantes brillantes con los que uno trabaja vienen a preguntarte si sus becas continúan o cómo sigue su futuro”.
Marino participó de numerosos estudios en el CIMA (Centro de Investigación de Medio Ambiente, de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata) y con la Red de Seguridad Alimentaria del Conicet.
El Paraná, con más glifosato que hierro
Uno de los trabajos de los que fue protagonista se realizó en el río Paraná y sus afluentes, con un monitoreo en 23 puntos que arrojó datos alarmantes para la provincia de Santa Fe. “Navegamos desde el Pilcomayo hasta su desembocadura en el Río de la Plata, tomando muestras en ríos y arroyos afluentes, del agua y sedimentos del fondo, para ver cómo se movilizaban materiales. Y claramente pudimos ver que a partir de la provincia de Santa Fe y bajando empezaban a aparecer en los sedimentos concentraciones de glifosato”, señaló hace poco.
“La concentración era de 8 miligramos por kilogramo, lo cual es similar en proporción a la presencia que tienen otros contenidos básicos naturales, como el hierro. Por eso el glifosato es relevante. Que un contaminante, una sustancia sintética hecha por el hombre, esté en el fondo del río al mismo nivel que otros componentes naturales es alarmante” agregó.
Esa proporción, señaló entonces, es tres veces mayor a la que se encuentra en un campo sembrado con soja, lo cual pone en evidencia la alta deriva de los químicos usados en el agro: “Hay más glifosato en nuestros ríos que en la tierra”, recalcó.
No hay “buenas prácticas” menos dañinas
Uno de los temas recurrentes en las reuniones que mantuvo Marino con referentes de productores y ambientales, dijo, era el de la promoción de buenas prácticas como alternativa a la prohibición del glifosato. Pero el investigador fue tajante en ese punto: “¿Cuántos productores que simultáneamente salen a aplicar estos productos podemos acompañar en el proceso? Las buenas prácticas son un mito. Hablamos de elementos y procesos físico-químicos incontrolables en condiciones ambientales variables. Lo único controlable es si abrimos o no el grifo. Si usamos o no usamos”. Y resumió: “El de las buenas prácticas es un argumento de las grandes compañías para no poner en cuestión el modelo productivo. Y estamos ante un modelo productivo que está desmadrado”.
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