En medio de un severo contexto de ajuste, el movimiento de mujeres y disidencias salió a la calle en una nueva marcha Ni Una Menos. En Concepción del Uruguay, la jornada tuvo lugar en Plaza Ramírez donde se realizó una radio abierta y luego movilización en donde distintos espacios y organizaciones visibilizaron la realidad: hambre y desocupación, una violencia de género en crecimiento y el desmantelamiento de políticas apuntadas a la igualdad de derechos.
Por CLARA CHAUVÍN de EL MIÉRCOLES
Fotos: EL MIÉRCOLES
Otro junio de esos fríos que anticipan el invierno inminente. Pero la fecha del 3 de junio se ha vuelto tan poderosa que el calor de la lucha activa a los cuerpos a encontrarse para marchar. Nueve años pasaron desde esa primera e histórica marcha Ni Una Menos en 2015, gobiernos de distintos colores políticos pasaron en el transitar, pero los feminismos nunca dejaron de estar en las calles para hacer escuchar sus reclamos.
Toda esa marea hizo posible enormes avances en materia de derechos, desde la aprobación de leyes como el cupo laboral trans y la Interrupción Voluntaria del Embarazo, además de lograr instalar muchos de esos debates en torno a las desigualdades históricas que necesitan revertirse y repararse. Pero en este 2024, la motosierra del gobierno de Javier Milei se convirtió en el contexto más peligroso y hostil de los últimos años, amenazando con la destrucción de todas esas conquistas que fueron posible tras muchos décadas de activismo feminista en cada rincón de la Argentina, y continuar profundizando esas desigualdades.
Pese a que la convocatoria no fue como la de años anteriores, y el contexto de crisis lleva a una sensación generalizada de cansancio cuando las cuentas no cierran para llegar a fin de mes, la potencia feminista no dejó de estar en cada cuerpo y palabra de quienes participaron. Esa fuerza que fue la mejor lección que dejó Nora Cortiñas: se marcha como sea.
“Con el retroceso que venimos pasando de diciembre hasta ahora, hay mucha bronca. A pesar de la lucha que venimos llevando adelante con las compañeras y compañeres en la calle, conquistando muchos derechos, el nuevo gobierno nos llevó a muchos retrocesos con su DNU. Nos da mucha impotencia ver que las estadísticas de femicidios no bajan y nos preocupa mucho. En especial con esta política de Estado que no destina ningún recurso. Es una jornada de lucha pero con enojo, pero tenemos que seguir peleándola y no bajar los brazos”, dijo Carolina Aguiar, integrante de la Comisión Directiva de ATE Entre Ríos.
Hacerle frente al ajuste
En este escenario de hambre, ajuste y retrocesos, el movimiento de mujeres y disidencias se hizo nuevamente presente para repudiar la crueldad institucionalizada como política de Estado. Los recortes, despidos y el desempleo en aumento fueron uno de los principales puntos destacados entre las consignas de esta jornada. Trabajadoras del Copnaf visibilizaron su reclamo respecto a los contratos que no fueron renovados, afectando al trabajo de abordaje territorial y programas que se venían desarrollando y que en este momento se encuentran frenados. Asimismo, desde Agmer remarcaron cómo la docencia se vio afectada con la eliminación del Fonid y conectividad por parte del gobierno nacional.
Por otro lado, denunciaron el desfinanciamiento de la ESI (Educación Sexual Integral) en la provincia con el desarme de los equipos que la llevaban adelante. En la actualidad hay una sola persona designada para el desarrollo del programa en todo el departamento Uruguay, quien también debe estar a cargo del Pasec (Programa para el Abordaje de Situaciones Educativas Complejas) y el de prevención de consumos problemáticos.
A diferencia de otros años, en esta jornada se vivió un clima de mucha frustración y enojo. Florencia Rojo, abogada e integrante del Observatorio Ahora que sí nos ven, expresó: “No puedo creer que después de 9 años sigamos marchando y reclamando lo mismo. Los números de femicidios no bajan, las políticas públicas están cada vez más desfinanciadas, tenemos que seguir explicando qué es el femicidio, qué es la violencia de género y que sí existe, que no es una ocurrencia nuestra. A todo esto se suma el hambre, que las maternidades tienen que elegir si comen ellas o si comen sus niños, los progenitores siguen sin pagar la cuota de alimentos. Ser mujer es cada vez más complicado. Por eso espero que con esta marcha se nos escuche, que no se nos ridiculice como movimiento”. En la Argentina de hoy, de diez hogares monomarentales solo tres perciben cuota alimentaria y sólo uno de ellos lo hace de forma suficiente, además que las posibilidades de desarrollo personal, profesional y económico quedan reducidas en las mujeres que deben criar solas.
A su vez, los comedores barriales, uno de los principales bastiones de cuidado en tiempo de profunda crisis económica y que son posible gracias al trabajo de muchas mujeres, fueron otro de los espacios más afectados ante la política de la motosierra y muchos pelean diariamente para poder mantenerse de pie. Asimismo, se demandó a la provincia la entrega de 1500 porciones para los comedores de la ciudad.
Resistir aunque parezca imposible
El reciente crimen en Barracas fue uno de los hechos que más ha conmocionado al movimiento de mujeres y disidencias y un ejemplo de cómo distintas violencias se conjugaron en un mismo hecho. En ese sentido, integrantes del colectivo Orgullo Cdelu remarcaron: “Se propone poder pensar el contexto actual desde lo colectivo, reflexionar que no hay acciones aisladas desde el gobierno. La violencia está en las calles y se ejerce sobre nuestres cuerpes. El lesbicidio de Barracas fue una muestra de ello, los discursos de odio se convierten en acciones. Por año contamos 133 crímenes de odio”.
Milagros Basgall todavía era estudiante del secundario del Colegio del Uruguay cuando asistió a la primera marcha Ni Una Menos en 2015. Hoy, ya docente e integrante de la fundación Micaela García, sigue presente como en cada 3 de junio. Para esta jornada manifestó: “Las primeras sensaciones son de angustia. Somos pocas, estamos sin Norita Cortiñas, el contexto político es horrible. Volvemos a debatir cuestiones que en el 2015 estaban en la calle como el aborto, la Ley Micaela que se quiso modificar, el acoso callejero que reapareció. Pero por otro lado también siento alegría y esperanza. En 2015 yo estaba en el Colegio como estudiante y hoy estoy acá con la Fundación Micaela. Hay compañeras dentro de las instituciones, en la política, en los medios de comunicación, en las escuelas. Todas aportando su grano feminista. La participación no está sólo en las calles sino también estamos aportando en los distintos espacios a los que queríamos llegar. Me agarro de esa esperanza, no es una derrota aunque nos quieran vender eso”.
Pese a que la convocatoria no fue como la de años anteriores, y el contexto de crisis lleva a una sensación generalizada de cansancio cuando las cuentas no cierran para llegar a fin de mes, la potencia feminista no dejó de estar en cada cuerpo y palabra de quienes participaron. Esa fuerza que fue la mejor lección que dejó Nora Cortiñas: se marcha como sea.
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