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Nivardo Tenreyro: “Son mucho más de cien los abortos anuales en Concepción del Uruguay”

El coordinador de la carrera de Medicina es autor de un estudio sobre abortos provocados que llegan al Hospital en Concepción del Uruguay. Sostiene que hace más de una década que se modificó la modalidad: el Oxaprost cambió todo. Pero la escasa información hace que muchas mujeres terminen con graves complicaciones de salud. El profesional sostiene que debe haber ley, y que “parte de la sociedad lo condena en forma pública, pero lo acepta en privado”.

 

Por A.S.

 

Nivardo Tenreyro es médico especialista en Ginecología y Obstetricia. Fue jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Justo José de Urquiza de Concepción del Uruguay. Es profesor titular de las Cátedras de Obstetricia Patológica I y II de la Licenciatura Binacional de Obstetricia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNER y coordinador de la Carrera de Medicina en esa misma casa de estudios.

El profesional, que tiene una amplia trayectoria en la salud, es además autor de un estudio científico que relevó las características de 50 casos de abortos realizados en la zona, en su mayoría producto del uso del misoprostol.

En diálogo con el programa “En la víspera” (que se emite los martes de 21.30 a 23.30 por LT11 Radio Nacional Concepción del Uruguay  y por Radio Uner) sostuvo que hace más de una década que se modificó la modalidad con la que se realizaban esas prácticas en la zona: el Oxaprost (el medicamento conteniendo misoprostol que se vende en cualquier farmacia) cambió todo. Pero el estudio de Tenreyro muestra que las mujeres no saben cómo usarlo, lo cual produce que muchos de esos casos terminen en el Hospital con graves complicaciones de salud. 

Al contrario de lo que los sectores antiderechos quieren hacer creer, Tenreyro asegura que la legalización es necesaria para impedir que las mujeres sufran las consecuencias por el mal uso del misoprostol, pero además que “en los países que legalizaron está ampliamente demostrado que no aumenta la cantidad de abortos”.

 

TRAS UN RELEVAMIENTO

Usted realizó un trabajo científico que muestra lo que pasa en nuestra zona con la temática del aborto provocado ¿verdad?

Lo que yo hice hace ya algunos años fue una tesis dentro de la Maestría en Salud Familiar y Comunitaria donde trabajé sobre la nueva modalidad dentro de las formas de interrupción provocada del embarazo. Se trató de un relevamiento en el Hospital Urquiza sobre 50 casos de mujeres que habían utilizado el misoprostol, es decir que habían declarado ellas espontáneamente la utilización del misoprostol como método para interrumpir el embarazo. Mi tesis surgió de un dato de la realidad, porque quienes tenemos muchos años en la profesión, habíamos visto un cambio en la modalidad del aborto provocado.

¿Una modificación respecto de los métodos que se utilizaban antes?

Sí. Al principio cuando yo me inicié en mi profesión, lo que veíamos fundamentalmente como complicaciones eran infecciones derivadas de la colocación de diferentes elementos, que para buscar la interrupción del embarazo por métodos físicos o químicos, terminaban con procesos infecciosos que muchas veces llevaban a shock sépticos o a la muerte de las mujeres.

¿Esa era la modalidad tradicional que aparecía en los abortos en Concepción del Uruguay?

Eso era antes, estamos hablando de 20 años para atrás. La modalidad nueva era el uso de esta medicación, el misoprostol, que es una droga que provoca contracciones, la dilatación del cuello y la interrupción del embarazo. Las complicaciones que podemos observar son de otro tipo, diferente a lo que sucedía antes, ya no son las infecciones, sino que se trataba de cuadros hemorrágicos, anemias, anemias graves, a veces hipertensión, secundarias al mal uso de esa medicación.

“La sociedad condena el aborto provocado en forma pública, pero lo acepta en privado”.

¿En qué época fue esa modificación que usted detectó, es decir cuándo comienza usted, doctor Tenreyro, a verificar el uso del misoprostol en nuestra zona?

Aproximadamente unos 10 años atrás, entre 2006-2007. Y cada vez se ha ido propagando más. Entonces, como les decía, yo lo que hice fue una evaluación, durante un año, sobre 50 pacientes que habían declarado ellas espontáneamente que habían usado el misoprostol, y esto me permitió arribar a varias conclusiones. Primero, en cuanto a los grupos etarios: quienes más lo usaban eran mujeres entre 20 y 30 años. El nivel educativo del grupo más importante era el primario completo, es decir, no tenían secundario terminado. Algunas eran mujeres que ya habían tenido hijos, y que ya habían tenido otras interrupciones voluntarias del embarazo por otros métodos. También les preguntamos cómo se habían informado sobre el uso del misoprostol. El 80% nos dijo que se habían informado por amigas, es decir que no habían recibido ningún tipo de información de un facultativo, ni por un servicio de salud. Después  preguntábamos si conocían la existencia de otros métodos, y generalmente decían que sí. Cuando preguntábamos por qué lo habían elegido nos decían que fue por creer que tenía menor riesgo, porque creían que con eso lo iban a solucionar, y porque lo compraban en una farmacia, lo que le daba un carácter de seudolegalidad.

¿Sabían los posibles efectos colaterales?

Se lo preguntamos: el 80 por ciento nos dijo que no sabía. También les preguntamos por la dosis que habían usado y no la recordaban. Algunas se lo habían administrado por vía oral y otras por vía vaginal. Además les consultamos si el medicamento les había parecido caro. El 80% nos dijo que le había parecido carísimo. Y acá también vale recordar que esa medicación, en la Argentina no está avalada para esa función, sino que viene cubriendo un antiinflamatorio. Es una pastilla que tiene en su interior un componente que es diclofenac y está recubierto por misoprostol, porque supuestamente es para pacientes que tienen algún tipo de artropatía, por ejemplo artrosis o artritis y que tienen conjuntamente  con esa patología un proceso gástrico o una gastritis.

En farmacias aquí en Concepción del Uruguay, en la actualidad el Oxaprost (que es la versión mas difundida) cuesta alrededor de 3.500 pesos. Y ese altisimo costo responde precisamente a que todo el mundo sabe para qué se usa, sino no tendría por qué ser ese el costo.

Así es. Cuando salió a la venta este medicamento costaba unos 300 pesos, pero como en los años siguientes se fue usando para esta función, el propio laboratorio, que tiene el monopolio de este tipo de medicamentos, aumentó considerablemente el precio. Es más, se puede comprar por internet, si buscás en Mercado Libre te lo llevan a tu casa. En la Capital el envío es gratis y al interior te lo mandan por correo por OCA. Evidentemente hay mucha gente que lo usa. Tengo acá los datos: en 2014 el precio del misoprostol era de 452 pesos, que entonces eran 56 dólares. En febrero de 2018 costaba 2.800 pesos y ahora cuesta 3.500 pesos.

Unos 120 dólares actuales. Es decir que el misoprostol tuvo inflación en dólares.

Exacto. Además hay otra cosa: las mujeres que veíamos en el Hospital, como no accedían a comprar la caja completa, lo compraban en forma fraccionada, cosa que es totalmente ilegal. No se puede vender un medicamento en forma fraccionada en ninguna farmacia, pero por razones de costo compran el medicamento suelto.

¿Y solo se usan 12 unidades o se usa la caja entera?

Depende. La dosis son 800 miligramos y cada comprimido tiene 200 miligramos. hay una dosis que ya está preestablecida y determinada, y que está aconsejada incluso por la Federación Latinoamericana de Ginecología para la interrupción del embarazo. Si se modifica, la respuesta del misoprostol es muy variable: a veces las mujeres usan una dosis inferior a la necesaria y el embarazo seguía adelante con enormes riesgos, porque están demostrados los efectos teratogénicos del misoprostol, no es inocuo. Eso es lo que se ve en el Hospital en forma frecuente: aquellas pacientes que usaron misoprostol en forma inadecuada, en donde se interrumpe el embarazo parcialmente, lo que se denomina un aborto incompleto.

 Esos son los casos que llegan al Hospital.

Claro. Las pacientes llegaban solas, con un sentimiento de culpabilidad de haber incurrido en algo ilegal, con temor a la sanción punitoria, entonces llegaban solas al Hospital y sin documentos. Luego de la ecografía, de constatar que tenían un aborto incompleto, y de hacer el legrado terapéutico que se debe hacer en estos casos, si esas pacientes necesitaban transfusión se transfundían, y generalmente en un par de días se iban a su casa. Pero qué pasaba: cuando yo buscaba las historias clínicas muchas no existían, porque por esos temores no llevaban su DNI, falseaban su nombre, su dirección, su número de teléfono, y eso dejaba al descubierto una falencia a nivel hospitalario: después no se podía constatar demográficamente ni seguir los casos. Una fragilidad del sistema hospitalario en la recolección de datos personales.

¿Y hay casos en que el embarazo continúa?

Ese es otro problema. Algunas de las pacientes que habian usado misoprostol continúan su embarazo y pueden llegar a tener los efectos teratogénicos del medicamento: efectos en la reducción de miembros, malformaciones en los pies, síndrome de Moebius –que es una parálisis de los nervios de la boca y de los ojos–, malformaciones en dedos, hidrocefalia. Y esto fue nada más que en 50 casos, que, si bien no podemos sacar conclusiones muy grandes, porque no es más que un muestreo, evidencian una gran debilidad del sistema total.

E incluso como muestreo es importante porque según las cifras que obtuvimos (más de 100 abortos por año), una muestra de 50 conociendo el contexto y los métodos aparece como una información muy importante.

Sí, y son bastante más de 100 por año. Otra de las cosas que pudimos observar en las mujeres entrevistadas que, si bien pertenecían a los sectores sociales de clase media-baja, no eran de clase baja o extremadamente baja. Vivian generalmente, dentro de las que pudimos recabar la dirección, en barrios obreros no marginales. Lo que sí tienen es una red social y comunitaria precaria ante la aparición de las complicaciones, porque llegan solas al Hospital para evitar todo tipo de acción punitoria.

Este informe que usted realizó tiene más de 10 años, lo que revela la imperiosa necesidad de dejar de esconder  esta realidad debajo de la mesa...

Sin lugar a dudas, yo creo que sí. La sociedad condena el aborto provocado en forma pública, pero lo acepta en privado. Hay un Estado ausente y contradictorio y la industria farmacológica no es ajena a esto, entonces evidentemente revela que es una enfermedad social, familiar y comunitaria.

“En esta patología se reconocen múltiples factores y una sola victima que es la mujer”.

Y atravesada por un negocio también muy extendido, a esto se refería usted.

Por supuesto, en esta patología se reconocen múltiples factores y una sola víctima que es la mujer, que es la que padece las complicaciones del uso indebido del misoprostol.

¿Usted recomienda un uso debido del misoprostol o hay otro método alternativo?

En los países donde está autorizada la interrupción voluntaria del embarazo no se usa este medicamento solo, el misoprostol se debe usar con otro medicamento que garantiza la interrupción del embarazo. La asociación de los dos medicamentos asegura el 100% de interrupción del embarazo. Entonces, como tantas cosas en la Argentina, se hacen a medias y terminan mal, ésa es la realidad que tenemos y por la cual yo creo que algo hay que hacer. Así como estamos, estamos mal.

Hace pocos días la gobernadora de la provincia de Buenos Aires utilizó un argumento –a mi juicio falaz– cuando dijo que los hospitales de esa provincia colapsarían si saliera la ley, no podrían dar abasto ante la demanda. Obviamente no le voy a preguntar acerca de otra provincia, pero usted, con muchos años en nuestro sistema de salud y en el hospital de Concepción del Uruguay, ¿cómo cree que está el sistema para hacer frente a la posible legalización?

Miren, yo me fijo en las estadísticas. Y en los países que tienen autorizada la interrupción voluntaria del embarazo, está ampliamente demostrado que no aumentan la cantidad de abortos. La mujer debe recibir asesoramiento, e incluso muchas veces ese asesoramiento la puede hacer continuar con el embarazo. Es decir, no es cuestión de que todas van a abortar y mucho menos que alguien esté obligada a abortar. El tema es aquellas mujeres que han decidido abortar y que sí o sí, van a abortar, por más que uno les explique todos los riesgos. Esas mujeres son las que están hoy abandonadas. Fíjense que no se cumplen ni la ley 25.673 del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, ni tampoco el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, que es la ley 26.150 de octubre del año 2006 y tampoco se cumple. Independientemente de la postura que se adopte por la legalización del aborto, lo lo cierto es que el aborto provocado produce en sí mismo daño físico, emocional, moral de intensidad variable. Claro que lo ideal es prevenirlo y esto se logra con una adecuada educación sexual. Pero es necesario cuidar a aquellas mujeres que deciden sí o sí interrumpir el embarazo, y hoy se las está dejando solas.

“En los países que tienen autorizada la interrupción voluntaria del embarazo, está ampliamente demostrado que no aumentan la cantidad de abortos”.

La ultima, doctor Tenreyro: ¿cree que va a ser ley?

No lo sé, creo que lo más probable es que vuelva a Diputados, me parece a mí, porque en Senadores, si no la rechazan, van a modificar algunos artículos. Pero yo creo que debería ser ley. Para mí es evidente que algo hay que hacer.

 

Entrevista realizada por Américo Schvartzman y Analía Hernández. Colaboró Mario Rovina.

 

 

 

 

 

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