El gobierno alemán ha decidido prohibir el uso del herbicida glifosato gradualmente, de manera que en los próximos años su utilización quede reducida a una cuarta parte hasta que la prohibición resulte completa a partir del 31 de diciembre de 2023.
Alemania se suma así a Austria, el primer país que, unilateralmente, se había adelantado a la UE, cuya moratoria para el producto de Monsanto, filial de Bayer, era hasta ahora la norma vigente para todos los países miembros. Esta decisión se toma después de que en EE.UU. hayan tenido lugar varios juicios en los que ha quedado judicialmente probado que Roundup, la marca bajo la que se comercializa este químico, es causante directo de varios tipos de cáncer.
La nueva normativa alemana ha sido presentada dentro de un gran paquete de protección de los insectos y la biodiversidad, con la que también pretende el gobierno hacer una aportación a la preservación del clima.
El paquete incluye, además, una modificación del reparto de los subsidios agrícolas europeos, de manera que en el futuro habrá menos dinero disponible por hectárea y serán mejor retribuidos los cultivos sostenibles, una medida largamente exigida por el Partido Socialdemócrata (SPD), socio menor de la gran coalición de gobierno de Merkel.
Las ministras de Agricultura, Julia Klöckner (CDU) y de Medio Ambiente, Svenja Schulze (SPD), han estado durante un año luchando por este paquete, hasta que el gabinete de ministros ha dado luz verde en el consejo celebrado esta mañana en la Cancillería de Berlín. No deja de ser un proyecto descafeinado, teniendo en cuenta que la ministra de Medio Ambiente había pedido desde un primer momento la prohibición del glifosato en 2022.
La controvertida prohibición progresiva se llevará a cabo extendiendo las áreas en las que se prohíbe el uso de insecticidas y herbicidas. A cambio de eso, el gobierno destinará cien millones de euros más cada año a la investigación sobre nuevas medidas de protección de cultivos y de insectos. Además entrarán de inmediato en vigor nuevas etiquetas de bienestar animal que deberán constar en todos los productos de cerdo, en una primera etapa, para después aparecer también en todos los productos elaborados con carne de ave de corral.
El objetivo es que el consumidor disponga de más información sobre el lugar de origen y sus características de los productos cárnicos. Lo cierto es que las cadenas de supermercados alemanas ya incluyen este tipo de información en sus etiquetados de manera mayoritaria, pero la etiqueta estatal garantizará además condiciones de cría y cebado, como por ejemplo el número de metros cuadrados de que los cerdos hayan dispuesto en vida, usos de sacrificio y condiciones de transporte.
El presidente de la Asociación Alemana de Agricultores, Joachim Rukwied, ha reaccionado de manera muy crítica con la nueva normativa. «Sabemos que debe haber cambios hacia un mayor bienestar animal y protección de los insectos, pero este paquete es tóxico para los agricultores», ha dicho, «la redistribución de los subsidios agrícolas significa recortes dolorosos en los ingresos y si este paquete de leyes se implementa de esta manera, generará más frustración y falta de perspectivas en el sector».
Nota de Rosalía Sánchez, corresponsal en Berlín para ABC. Publicadoel 4 de septiembre de 2019
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