La autora feminista que se llevó el Fray Mocho de poesía es docente en secundaria y tiene 33 años. "La palabra literaria tiene que estar ahí como una herramienta de la que podamos apoderarnos", dice en esta entrevista, donde también asegura que se siente "muy inspirada por mis alumnas y alumnos. Los veo muy valientes, muy convencidos y convencidas, y muy participativos con la igualdad de género”. Compartimos además, algunos de los poemas de su obra premiada.
Entrevista de A.S y V.B.
Colaboraron: M.S. y M.B.
Oriunda de Gualeguaychú, Pamela De Battista tiene 33 años, es profesora de literatura y acaba de ser reconocida con la distinción literaria más importante de las letras entrerrianas: el premio Fray Mocho de Poesía. Pero no de cualquier poesía. Bajo el nombre “Cuaderno para Brujas”, el poemario aborda una temática de corte netamente feminista. Este martes en el programa “En La Víspera”, que se emite por LT 11 y Radio Uner, y es producido por la Cooperativa El Miércoles, Pamela contó detalles del premio y de su obra.
Es digno de destacar que es la primera vez en cuarenta y siete años que en el rubro poesía gana una mujer. Dicho al revés, hacía casi medio siglo que una mujer entrerriana no ganaba el principal galardón entrerriano en materia de poesía.
“Está bueno aclarar que es en este género, porque en el resto de los géneros han ganado mujeres. Es bastante llamativo ese tema y para mí obviamente es muy emocionante que esto suceda justo en este momento que la lucha feminista ha logrado que las mujeres podamos ocupar más espacios y mostrarnos cada vez más en donde nos corresponde. Ocupar este espacio en las posiciones del Fray Mocho justo ahora es bastante fuerte” explicó de entrada Pamela.
¿Por qué se llama “Cuaderno para Brujas”? ¿Cómo se vincula con esta problemática y este cambio de mirada que las mujeres particularmente en la Argentina vienen llevando adelante con una potencia irrefrenable?
El título surge de un poema que está dentro de una serie de varios poemas, que se titula “Poema de la Bruja”. Esa serie es bastante viejita, ya tiene como dos o tres años. La incluí dentro del libro que preparé para mandar a Fray Mocho, junto con otros textos que más o menos siguieran la misma temática, un poco hablando de una frase bastante conocida -que desconozco de quién es- que dice “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”. A raíz de esta frase surge este Poema de la Bruja, un poco hablando de lo que es ser mujer hoy, lo que es encontrarse con una misma (…) El hilo conductor que yo le di a ese libro para enviarlo como una unidad, que no sean poemas tan dispersos, tan sueltos, tiene que ver con el ser mujer actualmente. Está súper atravesado por el discurso feminista porque yo soy feminista, pero trato de que no se encasille en eso, que no sea el único espacio donde se haga hincapié con respecto a lo que es el libro. Hay otros poemas donde le escribo a mi hija, otros donde le hablo a la poesía. Siempre aparece ese tinte, en algunos más explícitos, en otros no tanto, pero también tiene otras cosas que uno puede interpretar o leer. Tendrán que leerlo para saber qué sale de cada cabecita que se encuentre con el libro.
La literatura siempre ha sido una herramienta para expresar, que sirve para vernos reflejados muchas veces y -en ese sentido- puede llegar a impulsar que estas cosas sigan pasando. Es una manera de darle voz a la mujer, la misma voz de la que se apodera a la hora de animarse a hablar.
En estos días, en Concepción del Uruguay, ha habido un caso muy impactante: una denuncia que involucra a un entrenador de un club, que tiene que ver con una toma de conciencia, porque se trata de chicas que ahora son mujeres, pero que, cuando ocurrieron los hechos que denuncian, eran niñas. En estos días, están presentándose en la justicia para dar sus testimonios y, al mismo tiempo, generando en un notable trabajo que es mucho menos conocido: redes de contención para poder procesar todo lo que les ocurrió y para poder contarlo. ¿Qué rol juega, en esa construcción de empatía, de solidaridad, de sororidad como le llama el movimiento feminista, la palabra literaria? ¿Hasta dónde te parece que la palabra aporta o que puede proveer a este movimiento?
La literatura siempre ha sido una herramienta para expresar, que sirve para vernos reflejados muchas veces y -en ese sentido- puede llegar a impulsar que estas cosas sigan pasando. Es una manera de darle voz a la mujer, la misma voz de la que se apodera a la hora de animarse a hablar, que es algo que es nuevo, no es fácil hablar cuando te pasa algo así. Creo que la literatura va por ahí. Y creo mucho que la poesía tiene que ser también, sin perder esta cuestión de la búsqueda, del trabajo con la palabra, del lenguaje poético, transmisora de cosas para el pueblo, tiene que llegar a la gente, no solo a los intelectuales, a los poetas, sino que también tiene que llegar al asunto. Me parece que hoy en día, con todo esto que nos está pasando a nosotras como mujeres, que estamos animándonos a denunciar, a hablar, que ya no tenemos los miedos que teníamos antes, la palabra literaria tiene que estar ahí como una herramienta de la que podamos apoderarnos.
Al ser profesora de literatura ¿cómo se referencia esa carga en la actividad cotidiana?, al tener ese doble lugar de poeta y al mismo tiempo de formadora, debés tener un registro muy interesante con lo que está ocurriendo con las y los jóvenes en la secundaria, que son en buena medida protagonistas del cambio del que hablábamos.
Esta cuestión de los mandatos impuestos, de no cumplirlos, en ese sentido no me he sentido incómoda porque todo mi entorno, mis amigos y mi familia, es afín a mi manera de pensar y de vivir. Veo mucho en escuelas secundarias a las mismas adolescentes reclamando la ESI cuando ven que no se la estamos enseñando. Muchas con pañuelos verdes, a pesar de que saben que tienen muchas profesoras que les van a decir algo -porque se dan esas cosas en el ámbito de la docencia-, tienen el coraje de ir a la escuela con el pañuelo puesto y no se lo sacan. Como docente me siento muy inspirada por mis alumnas y mis alumnos, los veo muy valientes, muy convencidos y convencidas, y muy participativos en estas cuestiones de lo que es la igualdad de género. Estoy más que satisfecha y siempre tratando de dar. Trabajamos mucho con Sor Juana Inés de la Cruz, con Alfonsina Storni, literatura que los lleve a reflexionar. Si bien no voy y les digo: “-Miren gurises, esto es así y así”, presentándolo como una verdad absoluta, por ahí sí les presento diferentes miradas con respecto al tema a través de textos literarios. Se arman debates y la verdad que he tenido experiencias muy satisfactorias.
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"De esta unión ya no se vuelve"
Compartimos aquí algunas de las poesías que integran ese trabajo, que fueran publicadas en el diario El Dia de Gualeguaychú.
La costurera
I
Contra todo silencio
que íntimo
mar
se mueve danza,
contra toda lágrima
que piedra,
aquieta,
soy la costurera.
Se hamaca el pie
se ensaña la mirada
se concentra.
Contra toda la noche despierta
enhebro la letra
hilvano el pensamiento
doy la primera puntada;
el hilo en la tela
abre puertas,
punta con punta
palabra con palabra.
De esta unión ya no se vuelve
ya no
hay vuelta atrás.
Canta el vestido
abre los volados
cae la voz,
su sombra se sacude
se aprieta contra el muro
desespera.
Canta la aguja
se clava
sabe exactamente dónde
sabe exactamente cuándo,
gime el rojo retazo
entregado al relámpago puñal
que lo penetra
que lo transforma.
De esta unión ya no se vuelve
ya no
hay vuelta atrás.
Contra toda la lluvia
que crece en la ventana
como si el vidrio
o mis ojos
fueran una lupa,
triste,
contra toda tristeza
canto
compongo los huecos,
las bocas de la tela,
las yemas se juegan
en una apuesta filosa
punzante
por la forma.
Canto
me detengo
sorbo el agua del poema
pruebo
la temperatura,
adivino
el espacio que ocupa
en la garganta,
canto de nuevo.
Los hilos saben
la tela sabe
la aguja sabe
con qué lenguajes me erotizo,
con qué gesto
el ruedo me conduce
sola
por los bordes.
Canto.
De esta unión ya no se vuelve.
De esta unión
ya no
hay vuelta atrás.
Sororidad
I
Tres perros durmiendo al sol,
los yuyos a la vera del camino,
una calle de tierra que rasca el aire,
hay olor a otoño y todo está quieto
a las tres de la tarde.
Verde pulmón, el baldío,
donde pasta inocente
un viejo caballo,
un paisaje como aquellos
aparentemente apacibles
que bordaba mi abuela,
allí la encontraron.
Camino en silencio para no perturbar
esa antigua sensación
que une con un hilo a punto de cortarse
un cuerpo roto de mujer
con su infancia.
La pollera me roza las piernas,
las sandalias no me protegen los pies del polvo,
(nada me protege).
Escucho el quejido de las piedras que piso
y siento el olor a mate recién preparado
en una casa
tras una amplia ventana
porque alguien no pudo dormir
esperándola,
y puso el agua.
Sólo el ruido de mis pasos
que avanzan
levanta las voces de las muertas,
las tiende en la cuerda y las pone a secar, limpias,
las enhebra y las dispone,
las riega en las plantas huérfanas,
las deja sentadas en la vereda
cantando.
Es nueva la noticia en esta siesta provinciana
es vieja la noticia en esta siesta provinciana.
Las voces de las vivas suben como un tornado
en medio de las voces de las muertas
que se abren
dejando espacio.
Porque lo que siempre es
nace mientras muere.
De la serie Poema de la bruja
La bruja no duerme.
Pinchan
los grillos de la noche
el silencio constelado,
están bordando su amor
sobre el aire,
costureros anónimos
del imsomnio.
La bruja no duerme.
Es medianoche
y el cielo profundo la abre como un ojo.
Será la luna,
el gigante silencio de la sombra,
aquello que se sacude debajo,
otra mirada,
o tal vez la propia
ardiendo
sobre ella misma.
II
Llueve con sol
apenas entendemos esa urgencia,
ese revés con que sucede,
esos pequeños peces
temblando en el aire.
La piedra se lava luminosa
y si miramos mejor
vemos de cerquita
la bruja que se casa.
Se casa
en una celebración misteriosa
un aquelarre protegido por el río.
Pero no de blanco,
como todas las otras brujas que proliferan en el mundo
que se meten en las iglesias para cuidarse de la culpa
que mienten con albor.
Esta hija del diablo ríe con todo el cuerpo
con una carcajada
desde la boca hasta el sexo
con los pechos galopantes de tanto carcajeo
porque llueve con sol y va a casarse desnuda
con sus demonios,
con sus amantes.
Le voy a regalar una montura
de tierra, hierba y rocío
para que su entrepierna huela a monte o a patio,
un abrazo de mil años
sanador de inquisiciones,
la raíz de un silbido creciendo a boca tendida;
le voy a regalar
una cama donde se enreden las estrellas,
también mandrágoras
y amapolas,
un beso en la libertad,
una música vieja,
pero, sobre todo, mi lealtad,
porque
también soy una bruja
y va a llegar el día
en que me llueva con sol
y yo tenga que casarme
coserme
con mis bestias,
con la muerte,
conmigo misma.
De la serie La espera
III
Hoy descubrí que cantando
se asemillan las palabras
pequeñas semillas condensando un íntimo infinito:
el verde
siempre haciéndose
el aroma a albahaca
de tu nombre.
Mientras no estés voy a plantar mi voz
por toda la casa
a ver si así venís
también cantando.
IV
Los abrazos que no nos dimos
se quedaron en nuestra casa,
los siento caminar por las noches
moviendo las cortinas,
los escucho rugir su frustración
escondidos en los rincones
más oscuros.
Temo
que cualquier noche de estas
terminen por despedazarme.
V
Tendré que sacar tu ropa de las perchas
acomodarlas,
delicadamente,
para que tu olor no se asuste.
Sentarme a su lado y contarle aquel cuento
del fantasma que iba empequeñeciendo,
empequeñeciendo,
empequeñeciendo,
hasta dejar de estar molestando el aire
con su ser de aire.
Y que este relato sirva de advertencia
para que regreses,
porque así
vestida de murmurado vacío,
todas las cosas de esta casa,
fantasma de mi corazón,
todas la cosas
empezarán a olvidarte.
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