Este “autorretrato” de Pedro Urquiza fue construido con frases y conceptos de su autoría, extraídos de distintas fuentes, que se detallan al final de la nota.
Link a la nota central: A diez años de la muerte de Pedro Urquiza
“Había sido condenado por el arco iris. La Dicha era mi fatalidad, mi remordimiento, mi gusano: mi vida sería siempre demasiado inmensa para consagrarla a la belleza y a la fuerza”. Arthur Rimbaud
QUIÉN SOY. “Alguien que descubrió a muy temprana edad, entre las muchas cosas que descubrió, bodegones de mala fama, dipsomanía constante y a lugares nada aconsejables para un joven de su edad en esa época”.
LOS DOS AMORES. “Los dos amores más grandes de mi vida son William Shakespeare y Arthur Rimbaud, a los que leo y releo constantemente. Para mí, Shakespeare es pasado, presente y futuro, cambiando solo el decorado de fondo”.
LO MÁS HERMOSO DE LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA. “En una oportunidad yo le había regalado y dedicado a Porota (De Michele) un libro de Hermann Hesse, Demian. Cuando la policía le allanó la casa tomó ese libro y miraban a ver si encontraban algo raro... En realidad lo raro no era el libro sino yo! Porque tan luego en Hesse van a encontrar algo raro, que debe ser lo más puro y lo más hermoso que hay en la literatura contemporánea”.
EL TEATRO ES PARA PERTURBAR. “El teatro se hace para que deje alguna cosa, para perturbarte a la salida de la sala. No esa boludez que el público dice ahora: ‘Ah, no, yo no voy al teatro amargarme porque bastante amarga es la vida’. ¡Qué diablos! Para estar amargado hay que tener capacidad. Amargados son los grandes, amargado era Van Gogh, que el único que le compró un cuadro y creo que por lástima fue el hermano”.
LA VIDA. “Rilke dice que no hay que hacer poemas con acontecimientos, pero yo pregunto si la vida no es un acontecimiento, a veces terriblemente patético (…) Para otros que nacieron con el don de no pensar, la vida puede ser en toda su trayectoria placentera, liviana y llena de una futilidad que, al final, no les deja más que un saldo de incomprensión y censura, hacia aquellos otros que nacieron, como mi amado Arthur Rimbaud, condenados por el arco iris...”
EL TEATRO SE TIENE QUE ENTENDER. “Muchos dicen que la mejor obra que hicimos fue ‘Las sillas’ (de Eugene Ionesco). Pero para mí no. Yo tuve que hacer ese absurdo porque fui dirigido y uno es actor y respeta al director. Pero a mí no me gusta el teatro absurdo, me gusta el teatro que yo siento y que el público lo entienda, como la vida. Por eso tampoco me gusta (Federico) Fellini en el cine. No me gustan los elefantes volando. Será un genio, pero por más que me digan no me interesa Ionesco. Hice lo que me indicaron como actor, pero Ionesco no se entiende nada, y yo creo que ni él mismo entiende lo que quiso escribir”.
LA EDUCACIÓN. “Dedicado desde muy temprana edad a curiosear libros, fui entrando lentamente en el peligrosísimo mundo del pensamiento a través de la literatura. Fui un alumno más que mediocre, que no llegó a terminar el secundario, por las disputas que mantenía con los profesores, a los que lograba desconcertar con ciertas habilidades”.
CÓMO ES PEDRO. “Arbitrario, sensible, díscolo y bastante caprichoso, tiene un pensamiento más que pesimista de la vida. Sostiene que no debe haber nada más terrible que pensar y analizarlo todo constantemente. ‘Yo, dice, no me despierto a un nuevo día, sino a un día menos …’. La muerte lo atrae como el peligro, pero a ambas cosas les tiene un miedo irracional, aunque muchas veces juega con ambas”.
ESCRIBIR. “Tenía, tengo, pésima ortografía. Sostenía que la ‘h’ no debe usarse y muchas palabras las escribía tal cual las pronunciaba. Por ejemplo, asúcar, casa (de cazar) y muchas más. Estupideces, que hoy a pesar de mis lecturas constantes, no logro reparar. Razón por la cual llevo mis escritos para que me ‘arreglen’ este problema. (…) Mis poemas tienen una sintaxis deliberadamente desflecada, y carcen de términos rimbombantes, de frases incomprensibles y de símbolos, que otros que también escriben no llegan a comprender jamás. No tengo un diccionario a mi lado cuando escribo, buscando palabras difíciles que solo hacen del poema algo frío, intrascendente o carente de toda veracidad”.
LA POESÍA. “Mi vida no es retórica ni académica, yo estoy parado en el centro de la vida (…) La poesía pone un manto de congoja y oscuridad sobre mi ser (…) Entre vasos, madrugadas, desazón y poesía teminaré con mi pregunta inicial: ¿para qué más palabras inútiles?”
LUZ Y OSCURIDAD. “Nací con la mala estrella con la que nace un escritor, pegada a su corazón, al cerebro o su propia alma (si es que el alma existe) para desparramar sobre el papel una serie de acontecimientos personales que convierten la vida de este desgraciado ser (lleno de una gracia sucia) en algo oscuro, oscuridad cargada de una luminosidad que muchas veces logra enceguecerlo, sembrando a su alrededor un caos que lo lleva a situaciones arbitrarias tremendamente peligrosas, en que la verdad, que muchas veces pretende extraer de esa enrarecida claridad, aparece dudosa o inocente”.
MI ALMA. “Mi alma es una casa habitada por los pájaros de la nada”.
EL DRAMATURGO. “Con Cecilia (Porota De Michele) hicimos sólo obras mías. Ella actuó en La pareja y en El pájaro en la garganta. La dirigí en esas dos obras. Son textos muy fuertes, muy bravos. La hicimos en el 76 y después las repusimos en teatro leído. (…) Había escenas terribles. En el estreno de El pájaro en la garganta se desmayó una chica de la platea. En esa pieza había rituales para espantar a la muerte, comenzaba con los personajes totalmente vestidos de negro y blanco, maquillajes blancos y luz azul, todo el escenario en azul. Cuqui Silva había hecho la escenoarquitectura y comenzaba con ruido de pájaros. Ella estaba vestida de negro y tiraba incienso. Una cosa muy densa. También escribí para ella La ceremonia y el perfume, pero este último texto se me perdió. Era un monólogo largo y difícil”.
LA COMEDIA. “Pienso, quiero, hacer una comedia brillante. Para mostrar lo que puedo hacer. Y porque no quiero que piensen que soy un personaje trágico, oscuro. Soy medio retorcido, pero soy claro. Y me gustan los personajes raros, con una vida no tan vulgar. Jamás un personaje mío va aparecer tomando mate o escuchando fútbol. Eso no me interesa”.
EL ACTOR. “A mí me gusta estudiar los personajes en sus detalles y no podía encontrar la forma de caminar del personaje que tenía en El cuarto de Verónica, de Ira Levin. Una noche estábamos con Mona (Gastiasoro) saliendo de un ensayo y le digo: ‘Estoy preocupado porque no encuentro la forma de caminar de este personaje’. En ese momento entra una persona y nos pide sentarse a nuestra mesa, un señor muy mayor, y va hasta el bar a buscar un vaso de vino. Lo miro caminando de espaldas y le digo a Mona así es cómo camina este personaje. Lo tomé de ese señor. Las cosas del teatro se toman de la vida”.
DE DÓNDE SOY. “Por desgracia soy de acá. Porque si por mí fuera sería de Nueva York, la ciudad más bella del mundo. Aunque acá hay más poetas que en Nueva York. Acá hay como 20 poetas, hay más poetas qué árboles como dice Carlitos Vecchio, hay 30 pintores, 400 artistas de no sé qué. Por suerte hay pocos autores de teatro. Escribir teatro es un poco más difícil”.
MIS POEMAS. “En mis poemas la belleza se viste con deshilachado traje de fiesta. Ellos no encierran una tesis retorcida ni intelectualizada, más bien son gritos de un ser solitario que pide la clemencia de un condenado a muerte, quien se supone inocente”.
Fuentes: Declaraciones de Pedro de Urquiza en “Breve historia del Grupo 69”, de Enrique de Michele y otros (1997); notas preliminares del propio Pedro en su trabajo “Poemas rotos” (2001) y en el “Poemario” de Nenúfar Panizza (1992).
Imágenes: Tapa del poemario, gentileza de Gastón Mercanzini. Invitación a "El pájaro en la garganta", archivo de Laura Evequoz.
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