El docente y gremialista Víctor Hutt, quien habitualmente suele escribir sobre la situación que lo atañe en primera persona: la educación, en este caso se refiere a una situación en especial, partiendo de lo particular a lo general y viceversa.
Se refiere al caso de un chico que se desmayó en un campeonato infantil en Parque Sur, realizado días atrás en jornadas de extremo calor. Hutt se pregunta "¿es sólo responsabilidad del organizador?, ¿el organizador tiene la tutela total de esos niños y los obliga a hacerlo por la fuerza?", una reflexión argumentada que abre el debate y tal vez sirva para prevenir.
(*) Por VÍCTOR HUTT
Imagen: Archivo.
Hace unos días, se conoció en Concepción del Uruguay, la noticia del desmayo de un niño en un torneo de fútbol jugado en calurosas horas de la siesta.
A partir de la noticia en los medios de comunicación se comenzaron a observar comentarios, en los medios y en las redes sociales, observándose que cada uno que opinaba se ponía en rol acusador.
Se leyeron acusaciones de todo tipo, sobre lo que se debe o no se debe hacer en situaciones similares, sobre los horarios de partidos de fútbol infantil, sobre la presencia de ambulancias en el lugar y la mayoría de esos comentarios definía que la culpa era pura y exclusivamente del organizador del torneo, más allá de la responsabilidad que seguramente tiene, pareciera que los comentarios buscan rápidamente buscar un culpable y de paso quitarnos todas las culpas que podamos tener el resto de los y las ciudadanas, entre los cuales me incluyo a pesar de no tener ninguna relación con el fútbol infantil.
Un niño, muchos niños, corriendo en una cancha a la siesta con altas temperaturas, bajo la mirada de cientos de adultos que lo miran y lo permiten, ¿es sólo responsabilidad del organizador?, ¿el organizador tiene la tutela total de esos niños y los obliga a hacerlo por la fuerza?
Esos niños corriendo a la siesta con altas temperaturas están bajo la mirada del organizador del torneo, de los presidentes y comisiones de los clubes participantes, de los directores técnicos, de los padres y madres que los llevan a esas horas, de los jueces y fiscales que podrían actuar de oficio ante una acción de maltrato infantil, del municipio y los concejales que podrían reglamentar las actividades deportivas, de los partidos políticos que podrían tomar posturas públicas al respecto, de las instituciones de protección de la minoridad incluyendo jueces de menores, del público que concurre a presenciar esas competiciones y también de los transeúntes que pasan por las canchas y los ven, somos cientos de adultos que presenciamos el maltrato infantil y lo permitimos, claro que quién pone los horarios es el organizador, pero todos los demás convalidamos que ello ocurra y no decimos nada hace muchos años, no nos hacemos cargo, no nos importa, pero cuando nos enteramos que se desmayó un niño, rápidamente nos interesamos por el tema y lejos de hacernos cargo de nuestra responsabilidad como adultos, salimos a poner las culpas en un solo lugar y de esa forma la alejamos lo más posible de nuestra responsabilidad.
La lista de responsabilidades es muy larga y se puede comprobar cuando aparecen las opiniones y comentarios, todos parecen preocuparse por el desmayo y este involucramiento posterior es el que nos demuestra la responsabilidad que no asumimos antes de que ocurra.
Es una conducta reiterada en nuestra sociedad esta actitud de analizar situaciones de multicausalidad, de multiresponsabilidad y salir rápidamente a buscar un culpable que nos aleje de nuestra pequeña o gran parte de culpa, cuando pienso en esto me viene a la memoria el trágico recuerdo del incendio de Cromañón, rápidamente se buscó responsabilizar al organizador del evento, al grupo musical y al municipio que controló mal, pero en ese lugar y en cientos de boliches en todo el país había concurrencia de jóvenes y adultos que superaban las capacidades de los boliches, que nada decían de la falta de matafuegos y de salidas de emergencia, todos tuvimos nuestra responsabilidad para que suceda Cromañón, es cierto que hubo principales responsables, pero si no nos hacemos cargo de nuestras responsabilidades, éstas cosas seguirán ocurriendo.
"Somos cientos de adultos que presenciamos el maltrato infantil y lo permitimos, claro que quién pone los horarios es el organizador, pero todos los demás convalidamos que ello ocurra y no decimos nada hace muchos años, no nos hacemos cargo".
En estos tiempos hemos vivido miles de Cromañones, en el formato de fiestas clandestinas sin ningún tipo de seguridad y cuidado y ante las actuaciones de las autoridades para impedirlas y prevenir tragedias, han sido muchas las voces que reclamaron contra esas clausuras, me hace pensar que si en aquel 30 de diciembre de 2.004 a alguien se le hubiera ocurrido cerrar Cromañón por falta de garantías de seguridad, esas mismas voces hubieran reclamado contra la clausura, pero nadie se hace responsable.
Hoy veo en las noticias de la ciudad que el municipio clausuró una estación de servicio por no cumplir con las normas, ya salieron los opinólogos de medios y redes sociales a reclamar contra la clausura, “dejen trabajar” dicen algunos, así como dejaron trabajar a Cromañón, hasta que explote una estación de servicio por falta de control y salgan todos de nuevo a buscar culpables, pero poniendo la culpa lo más lejos que podamos de nosotros.
Volviendo al tema del fútbol infantil en horarios de la siesta en verano, ¿qué pasaría si se prohíbe disputar partidos entre las 10 y las 16?, que sería lo correcto, ¿no saldrían las mismas voces a reclamar que así se atenta contra la realización de torneos infantiles?
Finalmente, asumo mi responsabilidad por estar escribiendo este texto después del desmayo de un niño y no haberlo escrito antes y para subsanar mi error, asumo mi responsabilidad y convoco al Concejo Deliberante local a dictar una norma que regule los horarios de competencias deportivas en tiempos de calor, convoco a fiscales y jueces de menores a actuar de oficio ante el maltrato infantil y clausurar los torneos que se realicen en esos horarios, convoco a los familiares de los niños a no llevarlos a competir si no se respeta el horario de cuidado y me tomaré el trabajo de presentar denuncia por maltrato infantil si observo la realización de un torneo infantil en esos horarios, invitando al resto de adultos preocupados por los chicos a realizar la misma acción.
(*) Víctor Hutt. Docente
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