Residir en Francia, ser futbolero, y vivir la final allí mismo, es un cóctel que pocas veces se puede beber. Bueno, nuestro amigo Mario Daniel Villagra es de los pocos que puede prepararlos. A continuación nos convida para que degustemos su sabor.
(*) Por MARIO DANIEL VILLAGRA (Especial para EL MIÉRCOLES).
El informativo de la radio, en francés, dice que la selección ya llegó a la Argentina con la copa. Escucho y pienso: las alegrías, como las revoluciones, no se decretan. Ellas son espontaneas, nacen de las entrañas del pueblo. Por eso el domingo, a pesar de los 2° bajo cero, y la lluvia fina y constante, fuimos miles los que salimos a festejar. No solamente sabíamos que nos sumábamos a los millones en el país; queríamos estar allí, abrazarnos con familiares, amigos o desconocidos.
"...aprendamos también de lo que nos enseñó la final: el juego se abrió por la izquierda, y por allí es preciso avanzar".
Con la Torre Eiffel de fondo, el Obelisco (egipcio) que simbólicamente habíamos hecho nuestro para sentirnos más próximos a la Avenida 9 de Julio y Corrientes, o de cualquier plaza del país, se vistió de celeste y blanco. Fue un momento magnifico hasta que llegó la policía, y, a las voz de “aquí no hay festejos”, nos arrinconó hasta la boca del Metro más próximo. En la Plaza de la Concordia, la concordia brilló por su ausencia. Pero no así los cantos, las lágrimas de alegría, los gritos de desahogo. Pues, no por azar aquella letra de tango de Discépolo volvió. El cantico “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”, tanto allí como acá, nos ayudó a salir del “desengaño”. La tercera estrella era nuestra.
Espero que este hecho pueda ayudarnos a conjugar memoria y alegría. Porque esta selección sabe lo que es sufrir antes de llegar a una victoria colectiva. Ojalá este triunfo, que arrancó con una derrota, marque un punto cero en una nueva narrativa para el país. “Por lo pibes de Malvinas”, como dice la canción, por los que en otro 19 y 20 de diciembre dejaron la vida pensando en una sociedad mejor. Seamos consciente de que esta manifestación histórica nos enseñó a superar la “grieta” que muchos en todo el arco político pregonan. Ella nos mostró que esa distancia real que se vivió entre el pueblo unido en las calles y toda la dirigencia política, no es tal real. Este suceso es producto de un largo proceso histórico, que llega para coronar y decir: aquí estamos, el pueblo unido. Además, no solamente ganamos como argentinos, esto es parte de un triunfo como sudamericanos. Y, por último, aprendamos también de lo que nos enseñó la final: el juego se abrió por la izquierda, y por allí es preciso avanzar.
(*) Sobre el autor
Notas relacionadas:
¡Qué lindo, Mundial sin grieta!
Argentina campeón Mundial: Si estuviste en los festejos de la plaza Ramírez, buscate en El Miércoles
Pintó un cuadro de Messi en Caseros, se viralizó en los festejos y no paran de pedírselo
Carta al niño de la fotografía
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |