El 26 de marzo de 1991 se constituía el Mercado Común del Sur, que fuera alentado sobre todo por los entonces Presidentes Raúl Alfonsín (Argentina), Sarney (Brasil) y Sanguinetti (Uruguay), países a los que adhirió también Paraguay.
Por JULIO MAJUL
El cuarteto formaba un extraño binomio, con dos países grandes y dos pequeños: Brasil y Argentina, de un lado, y Uruguay y Paraguay por otro.
Se edificó sobre las mejores intenciones, como recordaba hace pocos días uno de los diplomáticos que negociaron cómo sería el Mercosur.
LO QUE QUISO SER, ABIA YALA Y NO BOTNIA BOTNIA
El Mercosur quiso ser una especie de gran plataforma de lanzamiento de la comunidad de países que querían liberarse del dominio estadounidense; por ello recibió el entusiasta apoyo de (por ejemplo) Liber Seregni y Oscar Alende. Una especie de granito de arena inicial para un gran territorio de Abia yala, la manera en que los indígenas llaman a lo que los europeos denominaron América.
Y quiso ser lo que consideraba un gigantesco impulsor de las economías y el bienestar de las cuatro comunidades involucradas.
El diplomático al que me referí antes ponía como ejemplo que si se hubiera concretado el ideal fundacional no hubiera existido Botnia, sino una gran empresa binacional argentinouruguaya, productora de celulosa.
Claro que nadie hablaba entonces de dramas ecológicos, pero era natural porque aún Europa y EE.UU., los países del centro, no habían decidido exportar las industrias sucias a los países de la periferia, como son los nuestros.
PERO LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON
Lo que no imaginaban, tampoco, esos Presidentes, y menos que nadie seguramente Alfonsín, es que todos estos ideales se harían polvo ante el poderío del capital internacional, venido de los países del centro.
Así, quienes mejor aprovecharon todos los reglamentos que querían beneficiar a los cuatro países fueron gente de extrazona, que supieron usufructuar las ínfulas nacionalistas que de vez en cuando se apoderan de estos países, para instalarse con sus grandes multinacionales, de capitales del centro, y hacerse los dueños, en realidad, de las economías de la zona. Y, en consecuencia, de la distribución del ingreso y de las condiciones de vida de los desdichados habitantes de esta parte de Abia yala.
Vemos, claramente, como los grandes fabricantes de automotores (todos) son de capitales extrazonas, no hay ni una sola empresa propia de los países del Mercosur; al contrario, los beneficios que se otorgan (de toda índole) sólo favorecen el enriquecimiento de estos monstruos de enormes capitales, que gozan de beneficios impositivos “exportándose” a sí mismos, y provocando que la distribución de los ingresos no sea como quieren las Naciones involucradas, sino como a ellos se les ocurre. Las empresas se instalan donde más beneficios se le otorgan, y nadie repara en que el beneficio de más mano de obra empleada en un lugar significará, a la larga, el desempleo en muchos otros, del mismo país.
Lo mismo podemos verificar en los grandes supermercados y cadenas de venta, también generalmente de capitales extrazonas, que a cambio de proporcionar empleo a unos pocos habitantes destruyen pequeños negocios regionales.
Últimamente se incorpora a Venezuela y Bolivia, con el fin de abastecerse de energía barata; algo que demuestra rotundamente el abandono del carácter esencialmente sinérgico y solidario de los fundadores.
UN BALANCE NEGATIVO
El balance de la existencia del Mercosur, en suma, significa un gran beneficio para empresas de capitales extrazonas, y la ruina de la potencialidad de desarrollo autónomo de los cuatro (o seis) países, estragados por sus dirigencias políticas, económicas, sindicales, que sólo apuntan a su propio beneficio, el de esas avariciosas dirigencias, olvidadas del bien común.
La creación de este ridículo “Parlasur” no hace sino ratificar el dominio de la avaricia y la corrupción, impulsadas por las grandes empresas de capitales extrazonas, para sólo su propio beneficio.
… PERO HAY ESPERANZAS
Contra todo esto, creo que hay razones para ser esperanzados, aunque (claro) mucho menos que cuando comenzó esta historia.
La aparición de la Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños (CELAC), por ahora sólo un anhelo de una OEA sin EE.UU. ni Canadá, pero que puede virar hacia una comunidad que privilegie los intereses de Abia yala, y no los de los capitales financieros extrazonas, nos permite el optimismo moderado con que vemos el futuro para nuestros nietos.
Claro que no habrá desarrollo posible de las potencialidades de Abia yala sin desarrollo de las potencialidades de cada uno de sus países, apoyándose unos a otros para poder librar la gran batalla que libre a nuestra tierra de la desnutrición, las guerras, el narcotráfico, la miseria; la corrupción cultural, que es la peor.
Se puede, si se quiere y se sabe.
Nada más. Nada menos.
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