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REFACCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN EL COLEGIO ENTRE 1935 Y 1942

Desde el año 1900, las quejas de los distintos rectores sobre el estado del edificio se acrecentaron, reclamando urgentes reparaciones debido al deterioro de la estructura, las múltiples goteras, las enormes rajaduras, en fin, al estado ruinoso en que se encontraba.

 

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Para enero de 1934, el Rector Dr. José Haedo dice a su Superior Jerárquico: “Sin exageración, puede afirmarse que en muchas aulas y dependencias del edificio el estado representa un verdadero peligro”. En agosto del mismo año dirá que “se notan grietas no solamente en los muros sino en los cielorrasos de yeso produciéndose desprendimientos… no sería del caso limitarse a simples reparaciones o retoques, pues se necesitan obras de consolidación, reconstrucción y ampliaciones”. Incluso la Municipalidad se dirigió al Rector solicitando la realización de obras por cuanto el edificio “es malo bajo el punto de vista de su estabilidad y requiere una urgente y prolija reparación”.

Sin duda que esta nota de la autoridad local debió apresurar una decisión por parte de las autoridades nacionales.

Fue así que en noviembre de 1934, en vistas de una gran reforma edilicia, el Ministerio de Obras Públicas indicó al Rector la conveniencia de desalojar la Institución y “(…) utilizar el local de la Escuela Normal (…)”. Desde marzo de 1935 y por siete años, las clases pasaron a desarrollarse en la “hermana luminosa del Colegio” durante el turno tarde, siendo depositados los muebles y útiles en galpones de la Aduana. Comenzará un largo batallar con la burocracia estatal para acelerar la reconstrucción.

La realización del proyecto llevó prácticamente dos años completos (1935-1936), iniciándose recién al año siguiente (1937), con mucha lentitud, la demolición total de tres de sus lados, quedando sólo el frente que se alza sobre Plaza Ramírez, y el Mirador, que fueron considerados de mayor valor histórico. Se estudiaron el color con que habían estado pintadas las paredes, se dejaron las puertas y ventanas con postigos y pasadores, como los techos del zaguán y galería interior con sus viguetas de madera a la vista. Fue en esta oportunidad, en la que agregará el primer piso de la planta posterior sobre calle Onésimo Leguizamón, y en la cual el Colegio adquirirá la fisonomía que hoy conocemos y transitamos, con sus salones, oficinas, laboratorios, actual biblioteca y salón de actos.

A la par, no cesaban las gestiones de los sucesivos rectores, para lograr la compra de nuevos muebles y útiles, más acordes a la estética del edificio. Tal fue el caso de Lucio José Macedo, quien se hizo cargo de la rectoría interinamente, y cuya preocupación inicial fue la reconstrucción del edificio y la provisión de mobiliario. En nota al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, informó que los muebles del Colegio, depositado en un galpón de la Aduana “en su mayoría, no servirán más debido a su mal estado y los pocos que pudieran seguir utilizándose, necesitan un arreglo importante de reparación y adaptación a las nuevas características del local”. Hacia 1939 estarán terminadas las obras del frente histórico, destinado a Biblioteca, Salón de Actos y Museos; el objetivo era habilitar esa parte del edificio para apresurar el retorno a casa. Sin embargo tardarán un año en llegar los muebles, sobre los cuales exigirá vengan provistos “del libro con la inscripción In Hoc Signo Vinces, símbolo oficial del Colegio”.

Llegará el rectorado del Dr. Luis E. Grienta y con él la finalización de las obras y la compra de materiales. En abril de 1940 llegarán 630 asientos y pupitres nuevos para 18 aulas, 22 tarimas, 21 escritorios, 59 pizarrones y 24 silloncitos tipo viena. Al año siguiente llegaron 80 escaños de cedro lustrado, de estilo, para el nuevo Salón de Actos. Con éstas y otras incorporaciones en años posteriores, de a poco el Colegio estuvo en condiciones de regresar a su antigua y remodelada casa.

El 27 de mayo de 1942 se procedió a inaugurarlo e iniciar las clases, con un acto formal, habiéndose meses antes, alcanzado la titularidad de Monumento Histórico Nacional. El Rector decidió también realizar la reinauguración oficial el 28 de julio de 1942 con motivo del 93° aniversario, preparando para ello un programa de actos con invitados especiales del ámbito nacional y provincial.

Con un edificio flamante, reconstruido salvo en su frente, desde los cimientos, con una segunda planta en el contrafrente y con un mobiliario casi nuevo, adquirió el Colegio el majestuoso porte actual, retornando a su Casa después de siete años de estar “agregada” en la Escuela Normal Mixta.

A fines del año 2017 por intermedio de la ex alumna y ex docente del establecimiento Virginia González, fueron donadas fotografías inéditas de aquel proceso de reforma y reconstrucción, tomadas por el Director Técnico de la Obra, Ing. Civil Osvaldo Luis Figoli. Las mismas fomentaron la realización de este trabajo de Archivo Histórico, que se presenta en el marco del 170° aniversario, con una excepcional exposición de planos, documentos escritos y la ampliación de estas imágenes nunca antes conocidas, gracias al aporte del Municipio. Puede visitarse en los horarios de los tres turnos del Establecimiento en la Biblioteca Alberto Larroque.

 

EL LEGADO DE HELENA MATILDE CLARK

Investigando en el archivo los documentos sobre esta reconstrucción nos encontramos con una nota del 15 de junio de 1938, donde el Rector del Establecimiento Lucio Macedo le escribe al Ministro de Justicia e Instrucción Pública Jorge Eduardo Coll pidiendo que se utilice el dinero del testamento de Helena Matilde de Clark de Pearson para la compra de los materiales necesarios para el nuevo edificio. Además de este pedido al rector le interesaba saber si habría posibilidad de cambiar el decreto por el cual este dinero que estaba depositado en el Ministerio de Hacienda de la Nación podía ser utilizado directamente por las autoridades del Colegio.  Macedo a cambio ofrece para la transparencia de este dinero formar una Junta integrada por el Rector, Vice-rector, Secretario, Presidente de la Cooperadora del Colegio y el Juez Federal de Concepción del Uruguay.

Este pedido no tuvo un final feliz pero si se puede observar en el libro de Memoria Anual del año 1941, detalla que con el legado de Doña Helena Matilde Clark de Pearson se compraron pupitres nuevos, tarimas, pizarrones, bibliotecas para diecisiete aulas y mesas especiales para las dos salas de dibujos por un monto de 27.316 pesos.

Matilde Clark de Pearson fue nieta del querido y recordado profesor, secretario y Rector interino del Colegio del Uruguay, Don Jorge Clark que debido a las deudas que adquirió para sostener el establecimiento a partir del año 1862, una época difícil y que luego de muchas idas y venidas recibe la negativa en forma definitiva del Estado Nacional en 1867 de hacerse cargo de estas deudas, se decide quitar la vida, un 30 de agosto de ese mismo año,  dejando a su familia en una pobreza total.

Quizás, por eso, Helena Matilde deja un legado luego de su muerte de 50.000 pesos para el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, para fines de compra de muebles, útiles y libros y demás elementos necesarios para la enseñanza. Lo hace en nombre de su finado abuelo. Esta donación fue aceptada en el año 1935 por el entonces presidente de la Nación Juan B. Justo por decreto 63890, quedado depositado en una cuenta especial del Ministerio de Hacienda. Hacer en forma rápida alguna compra de material con dicho legado, fue complejo para la Institución debido a la burocracia, como lo denunciara al principio el rector Macedo.

Resuenan entre nosotros aquellas palabras que luce su bronce en el Patio del Histórico, y que evidentemente Don Clark enseñara también entre los suyos, aprendidas en la generosidad de una vida y de una familia en favor del Colegio: “Hacer el bien siempre, y el bien por el bien mismo”.

Nota de:

Bibliotecaria Sonia Colombo; Licenciado en Museología Pedro Fruniz  y Profesora Lucía Gauna.

Archivo Histórico “Profesor Oscar Urquiza Almandoz”- Colegio del Uruguay

 

LA EXPOSICIÓN CONTINÚA DURANTE ESTA SEMANA

Puede visitarse en los horarios de los tres turnos del Colegio del Uruguay, en la Biblioteca Alberto Larroque.

TURNO MAÑANA: De 8 a 12hs.

TURNO TARDE: De 13.30 a 17.30hs

TURNO NOCHE: De 19 a 22hs

 

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