La historia de una abuela que evitó ser secuestrada por Hamás al invocar que era de la tierra de Lionel es otra muestra de cómo los dos astros del fútbol "protegieron" en casos extremos.
Sus nombres despiertan pasiones. En la Argentina y en el Mundo. Son un orgullo nacional. Y cruzaron todas las fronteras. De países, de culturas y de ideologías. Se convirtieron en una suerte de dioses paganos. Y, como seres con cierta divinidad, no pudieron evitar que les adjudiquen increíbles "milagros". Diego Armando Maradona y Lionel Andrés Messi no sólo son -para muchos- los dos más grandes futbolistas de la Historia, sino que su reconocimiento a nivel planetario ha generado que incluso, sin saberlo, salven vidas.
Sólo mencionar sus nombres y la pertenencia en común a un lejano país llamado Argentina, resultó ser un salvoconducto para personas que se encontraban en una situación extrema. De vida o muerte. Y así quedó demostrado en el caso de Ester Cunio quien se salvó de ser secuestrada por Hamás cuando mencionó que venía de la tierra de Messi. Fue el pasado 7 de octubre cuando la abuela de 90 años se encontraba en su casa del kibutz israelí Nir Oz, en el momento en que dos terroristas irrumpieron en el lugar, en medio de la embestida de ese grupo. Tras la amenaza de ser llevada a la Franja de Gaza, secuestrada junto a ocho miembros de su familia, Ester le dijo al hombre encapuchado -que la apuntaba con un arma larga- que ella no entendía árabe ni hebreo, que hablaba "argentino".
Fue entonces cuando el terrorista, que no conocía el país, le preguntó "¿Qué es Argentina?". Allí la mujer le preguntó si le gustaba el fútbol, a lo que el encapuchado le respondió afirmativamente. Y cuando le dijo "Yo soy de donde es Messi", la historia cambió por completo. El terrorista bajó el arma, se la dio a la abuela y pidió que le sacaran una foto juntos. "Me gusta Messi", dijo el miliciano y el momento quedó retratado para siempre con Ester, con el arma sobre su falda, y los dedos en "V" y el terrorista saludando amistosamente con su dedo en alto y el brazo izquierdo sobre el hombro de la abuela argentina.
Las historia de Ester Cunio, retratada en un documental, se viralizó en todo el Mundo y sirvió para volver a colocar sobre el tapete que aún hay alrededor de 130 personas secuestradas por Hamás aquel 7 de octubre y que aún no regresaron a sus hogares, entre ellos una decena de argentinos -de un total de 21- que fueron llevados forzosamente a la Franja de Gaza. Y, de hecho, es lo que ocurre con parte de la propia familia de Ester, ya que sus dos nietos, los gemelos Ariel y David Cunio, permanecen secuestrados. “Si él (por Messi) sabe que yo lo mencioné y me salvé, ahora le pediría por mis nietos que están ahí encerrados. Le diría que por favor ruegue a Dios porque son chicos que valen oro”, señaló en el documental llamado "Voces del 7 de octubre", realizado por Fuente Latina, en el que se vuelcan historias de supervivencia que detallan la masacre en boca de latinos israelíes que sufrieron el ataque de Hamás.
El joven ingeniero intentó explicarles a sus captores -que no hablaban inglés- que era argentino, de Sudamérica, pero ellos entendieron que era norteamericano y se pusieron mucho más violentos, por el odio que profesaban a los EE.UU. Entonces, Santiago empezó a gritar desesperadamente “¡Messi, Messi, Messi!” y fue recién allí, cuando escucharon la palabra mágica, que tranquilizaron sus ánimos. Así consiguió que los hombres bajaran el nivel de agresión que hacía peligrar su vida, mientras estuvo secuestrado por tres días. Cuando finalmente fue liberado -tras el pago de un rescate consumado por la empresa agropecuaria Flour Mills, donde trabajaba- le dieron refugio en la Embajada de Argentina en Abuja, la capital de Nigeria. Allí fue donde aseguró: "Messi me salvó la vida".
"Hoy, en uno de los controles de la ruta, la Policía nos requisó documentos, cámaras, teléfonos, y nos escoltaron a la comisaría. Los primeros interrogatorios fueron tensos: es un país en guerra y se sospecha de espías o saboteadores", indicó el corresponsal de Chilevisión a través de historias de Instagram. "Hasta que uno de los policías vio los pasaportes de mis colegas argentinos y entre un montón de palabras en ucraniano, dijo dos que entendimos ‘Messi’ y ‘Maradona‘. Ahí todo cambió. Nuestro gran camarógrafo Juan Zamudio mostró que tiene un tatuaje de Diego Maradona en la pantorrilla", contó el periodista chileno. Y eso se tradujo en la salvación colectiva.
Así como existe una "Iglesia Maradoniana", originada en la ciudad argentina de Rosario pero que se extiende día a día por otras geografías, los devotos de "San Diego" se multiplican por todo el Mundo. Y a algunos de ellos, su figura les salvó literalmente la vida, aunque el "Diez" ni se enteró. Ese fue el caso de Franco Ezequiel Costanzo (35) quien -en abril de 2019- fue detenido en Irán, por estar acampando con otros dos turistas, un hombre y una mujer, algo que está prohibido entre personas de diferente sexo. En la rigurosa y poco amigable cárcel iraní, Franco fue acosado y hostigado por los otros 70 reclusos, hasta que nombró a Diego Maradona. Y pudo comprobar como en Lotfabad, a 130 kilómetros de la frontera con Turkmenistán, en esa improvisada cárcel de Irán donde ni siquiera entra un haz de luz, su suerte cambiaba para siempre.
Otro "milagro" de Diego lo vivió el periodista, humorista y productor de tv Diego Korol, cuando en el año 1999 le tocó ir a cubrir -junto con el equipo del programa Showmatch- el Mundial Juvenil en Nigeria. Una noche, trasladándose de una ciudad a otra por una inhóspita ruta, fueron emboscados por una banda de hombres armados. “Eran tipos que tenían escopetas. Se sube uno al auto, doblan en el camino, no entendíamos qué carajo estaba pasando. Van, golpean una puerta. Sale uno de una casa, con calzones blancos como los que usábamos cuando éramos chicos, nos bajamos y el que sale me agarra la credencial: 'Miren, mi nombre es Diego Armando”, subrayó Korol., en una clara alusión a la coincidencia con Maradona.
Y continuó: “Ese nigeriano en calzones, comenzó a decir, 'Diego Armando, Diego Armando'. El de la escopeta me miró, no sabía si yo era Maradona pero era muy futbolero, amaba a la Argentina, qué se yo… y le decía al de la escopeta ‘dejalo pasar’ y el de los calzones dijo: ‘Diego Armando pasa’“. Así Korol y su equipo no sólo se salvaron de una muerte casi segura sino que incluso los raptores, como gesto de buena voluntad, hasta le llenaron el tanque de nafta. Otro "milagro" redentor del "Diez".
(*) Artículo originalmente publicado en mundonews.com.ar. Se reproduce por gentileza de su autor.
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