¿Por qué se celebran en esta fecha esos dos días (el Maestro el 11, el Profesor el 17)? ¿Y qué tienen que ver con Perón?
Por A.S. de EL MIÉRCOLES
Celebramos el Día del Maestro en homenaje a una figura que impulsó la educación pública y laica porque estaba convencido de que "nuestra raza" (gauchos+indios) era inferior e irrecuperable, y que eso se debía en gran parte, a la influencia católica e hispánica. Es decir: una escuela pensada desde una mezcla de anticlericalismo y una posición que hoy consideramos racismo, que se presentaba como "liberal".
Para compensar, celebramos el Día del Profesor en homenaje a otra figura que estaba convencida de que la escuela debía estar en manos de la Iglesia Católica, que se opuso al matrimonio civil, que creía que solo hay moral si hay religión y que calificaba a la Ley 1420 de educación publica como “una ley impía, tiránica, atea”. Un conservador (visto desde hoy) que se sentía republicano (e incluso "liberal", hasta que se convenció de que eso era incompatible con su catolicismo).
"Tal vez el día en que comprendamos que al progreso, a la historia, a lo que somos (para bien y para mal) no los hacen las grandes individualidades aisladas sino que son producto de la cooperación (y a veces del trabajo forzado) de miles, de cientos de miles, de millones de personas, que la mayoría de las veces no son ni siquiera registradas por las efemérides".
La curiosidad es que pese a esas diferencias (irreconciliables en apariencia) Sarmiento y Estrada eran amigos y se admiraban mutuamente. Lo que puede verse como virtud ("qué gran tolerancia y pluralismo"), o como expresión de otras coincidencias profundas ("puede haber dos o más proyectos, pero no se discute quién ni cómo manda").
Y lo más notable: ambos días fueron instituidos por el mismo gobierno: el de la Revolución del 4 de junio de 1943, ese golpe militar conducido por simpatizantes de Mussolini e Hitler, y del cual emergería como poderosísimo protagonista de la vida política argentina el general Juan Domingo Perón (y sobre quien siempre quedaría esa "marca de origen" girando como una acusación ominosa, que siempre vuelve pese a desmentidas rotundas como la notable obra del historiador Ranaan Rein).
Por supuesto que las tres figuras mencionadas tienen otros aspectos destacables y valiosos. Cada uno hará su balance, no es ése el motivo de esta columna.
El motivo es otro. Es comprender que de ahí venimos, de esas mezclas ideológicas, religiosas, prejuiciosas. Y básicamente de la idea (elitista, injusta y falaz) de que son las grandes individualidades las que hacen la historia y las que promueven el progreso.
Tal vez el día en que comprendamos que al progreso, a la historia, a lo que somos (para bien y para mal) no los hacen las grandes individualidades aisladas sino que son producto de la cooperación (y a veces del trabajo forzado) de miles, de cientos de miles, de millones de personas, que la mayoría de las veces no son ni siquiera registradas por las efemérides, y dejemos de celebrar como semidioses a las grandes personalidades, el día dedicado al y la Docente (sea profesor, profesora u ocupe cualquier otro rol) tendrá un sentido más fructífero y eficaz.
Y quizás en ese momento no será necesario seguir recordando que el lugar que se les da a nivel social no tiene nada que ver con esos pedestales falaces y sí mucho con el refrán popular que en mi tierra, hasta el día de hoy se escucha: "Tiene más hambre que maestro 'e escuela".
Ese día será un feliz día del Docente. Ojalá llegue algún día, de la mano de generaciones más sabias que las nuestras que las precedieron.
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