Este domingo se cumplirán 43 años del secuestro y posterior desaparición del uruguayense Carlos Oscar Godoy, en Córdoba. El Miércoles Digital dialogó con Ana Mohaded, quien fuera su pareja, y con Andrea Acquaroli, sobrina de Tito.
Por A.S.
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Este domingo 7 de julio se cumplirán 43 años del operativo en Córdoba que concluyó con el secuestro y posterior desaparición del uruguayense Carlos Oscar Godoy (ver link: Otro desaparecido...poeta y cineasta), quien estudiaba cine en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). El Miércoles Digital dialogó con Ana Mohaded, quien fuera su pareja en aquellos años, y con Andrea Acquaroli, sobrina de Tito.
Desde que nos enteramos de que había otro desaparecido oriundo de Concepción del Uruguay procuramos contactar a los familiares o conocidos. Aunque en la ciudad aun residen familiares de Tito, por esas cosas de la época en que vivimos, ubicamos primero a una sobrina que vive en España y a la ex novia que reside en Córdoba. La primera nos llevó a la segunda, y por eso primero compartimos su testimonio.
Andrea Acquaroli: “Crecí con Carlos en mi corazón”
“Yo no lo conocí, porque cuando lo secuestraron en Córdoba tenía 6 meses y además yo vivía en Buenos Aires. Él era hijo de un segundo matrimonio de mi abuelo, mi mamá es hija del mismo padre, pero nacieron primero tres hermanos, luego quedó viudo y al tiempo volvió a casarse y tuvo tres hijos más. Se criaron en Concepción del Uruguay, no sé cuándo con exactitud partieron a Córdoba, aproximadamente durante su adolescencia. Él hizo allá la secundaria, sé que era un alumno destacado, promedio de excelencia o al menos es lo que a mí me contaron, incluso dice mi mamá que hay una foto de él dando un discurso. Luego en la universidad estudió cine y además escribía. En la familia no es que se hablara ampliamente este tema, de hecho hay algunos hermanos que actualmente aunque no ha pasado nada, no tienen contacto. No obstante, recuerdo la casa de mi abuelo cuando iba de chica y entrar y ver la foto de Carlos, además de escucharle decir que volvería, de hecho murió esperándolo, nunca terminó de aceptar la desaparición (y no es para menos cuando es algo tan tortuoso de transitar)”.
“El papá de Tito decía que volvería, de hecho murió esperándolo, nunca terminó de aceptar la desaparición” (Andrea Acquaroli, sobrina).
“En Concepción del Uruguay actualmente hay una tía mía y prima, ambas tuvieron con Carlos muchísimo contacto y seguro pueden aportar muchas cosas más de información, no se si además alguna foto. Mi tía está bastante mayor, mi prima, se crió con él. Y tengo contacto con Ana Mohaded, ellos eran novios y compañeros de facultad. Todo mi contacto con ella ha sido a través de mails, ya que yo vivo hace 16 años en España, pero nos veremos en cuanto vaya y pueda viajar también a Córdoba. Es un ser increíble, no tengo palabras y no veo las horas de poder conocerla en persona”.
“Siempre he crecido con Carlos en mi corazón, porque mi mamá siempre habló de él, además de transmitirme desde chica que era igual a él en cuanto a su forma de ser y convicciones, por lo que esto es algo que me parece maravilloso de poder hacer, poder reconstruir esta vida truncada, esta vida que desaparecieron con 26 añitos y llena de ganas de vivir y de luchar por un mundo más justo”, dice Andrea.
Ana Mohaded: “Recuerdo las películas que hizo”
Ana Mohaded es en la actualidad decana de la Facultad de Artes de la UNC. Ana nació en Catamarca, estudió en la provincia mediterránea (donde conoció a Tito Godoy) y es sobreviviente de varios centros clandestinos. Licenciada en Comunicación Social y en Cine, es docente y autora de varios documentales.
“El Flaco tiene una hermana que vive en Córdoba, y un sobrino que estudia música en la Facultad de Artes. Hace un par de años hicimos un acto en la Facultad de Artes entregando los diplomas que no habían sido retirados, entre ellos el del Flaco, y que estaban en la Facultad, y se lo entregamos a la hermana y a su sobrino”, cuenta Ana.
“Íbamos al mismo curso. Nosotros conformamos lo que fue el primer centro de estudiantes de la Escuela de Artes, que ahora es facultad. Fue una cosa muy intensa, nos atravesaba la vida. Participamos de los debates sobre qué facultad queremos, formamos parte de la primera elección directa de autoridades de nuestra escuela, elegimos por asamblea al director de la escuela, que en ese momento fue Federico Bazán. Fue en el 73, año en el que en otras tres escuelas también se vivió un proceso similar, Trabajo Social, la Escuela de Comunicación y me parece que Arquitectura. Esos fueron los cuatro espacios académicos que tuvimos este tipo de procesos”, cuenta Ana, y parece que habla de una utopía: los estudiantes eligiendo directamente a las autoridades, el sueño de los jóvenes de la Reforma de 1918.
“Yo venía de la izquierda marxista y él era peronista, asi que en nuestra película los obreros discutían sobre Cooke, discutían marxismo y peronismo” (Ana Mohaded).
“Entramos los dos en el 73, él ya había estudiado antes Derecho y había dejado. Recuerdo las pelis que hizo. Él trabajó en un par de ficciones. Hay una que la hicimos juntos, que fue un trabajo práctico de segundo año, me parece. En primer año trabajamos en una propuesta en combinación de la Escuela de Arte con villas de emergencias. Estábamos en grupos distintos. Ocho grupos recorriendo distintas villas. La presentación final de esos trabajos, con diapositivas y con el sonido grabado por otro lado, fue una gran fiesta en la Coordinadora de Villas. En esa presentación, el Flaco –que siempre disfrutaba del cuarteto-- aprendí a bailar cuarteto. Con el Flaco y con la gente de las villas. Y él me hizo entender el divertimento y la esencia popular del cuarteto. A veces peleándome desde el lugar ‘los intelectuales no escuchan esta música’ y yo era muy del folklore, algo de música clásica, y el Flaco me pinchaba con eso de que había que acercarse a otros estilos musicales. Yo también, porque venía del norte. En aquel tiempo, uno escuchaba música a través de las radios o en algún disco. No todo el mundo tenía discos. Yo no tenía ni tenía tocadiscos. El Flaco tampoco. Entonces o era que ibas a los bailes o era que lo escuchabas en la radio”, recuerda Ana, contextualizando la época con algunas pinceladas descriptivas.
“En segundo año hicimos un trabajo en el que unimos una pequeña ficción. Nosotros muy influenciados por ‘Ladrón de Bicicletas’, de De Sica, el neorrealismo italiano, entonces armamos un trabajo sobre obreros de la construcción y un niño trabajador que era lustrabotas. Su padre era obrero de la construcción. Armamos una obra con protagonistas reales al estilo de De Sica y lo único que tuvimos que consensuar, como yo venía de la izquierda marxista y él era peronista, en nuestra resolución los obreros discutían (John William) Cooke. Es decir que discutían marxismo y peronismo”.
“Y un último trabajo que él hizo, que yo no pude ver, es un trabajo en el cual él elaboraba mucho la cuestión de la muerte. Era a principios del 1976 y la muerte nos estaba rodeando, y de alguna manera eso se notaba en las creaciones. No está ese trabajo. En realidad, ninguno de esos trabajos está. La escuela fue clasurada a finales del 75 y toda la dictadura quedó clausurada y no reabrió apenas la democracia se instaló, no se pudo restaurar el daño hecho. Ni siquiera hoy creo que se puede. En varios aspectos, en el aspecto cultural tampoco”.
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