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¿Se puede comer bien y barato?

Los precios que no paran subir, el tiempo para elaborar, la educación alimentaria, entre otros puntos, son un combo que atentan contra nuestra forma de comer. La nutricionista Irene Schvartzman (UNLP- MP 5731), da algunos consejos útiles para tratar de mejorar pese a nuestros castigados bolsillos.

 

Por IRENE SCHVARTZMAN  (Colaboración Especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL).

Si entendemos “comer bien” como incorporar frutas y verduras, cereales integrales y legumbres, frutos secos y semillas oleosas, carnes, huevos y lácteos estamos en problemas.

En principio yo eliminaría la leche, el yogur y el queso untable de la definición de “alimentación saludable”. Pero a eso lo dejamos para otro día.

Calculando a ojo la compra de estos alimentos, para una persona por semana, podemos tener gastos mínimos de alrededor de 3000 pesos.

Ahora, sabemos que los factores que se tienen en cuenta a la hora de comer no son sólo el costo del producto; es también el tiempo de elaboración, la facilidad en el acceso a los alimentos, la disponibilidad física y el conocimiento para elaborar comidas.

Todo esto sin mencionar otros básicos como tener utensilios de cocina, electrodomésticos para la conservación de los alimentos e ingresos fijos mensuales para la planificación alimentaria.

Planteándolo así nos damos cuenta de que para tener una alimentación saludable se precisan varias cuestiones; pero no tan difíciles de resolver. El verdadero conflicto está en la contraoferta: los ultraprocesados.

Calculando a ojo la compra de estos alimentos, para una persona por semana, podemos tener gastos mínimos de alrededor de 3000 pesos.

Los ultraprocesados son productos hechos con ingredientes como harina, azúcar, grasa o manteca y sal con aditivos que le dan color, sabor y los conservan en el tiempo. Ejemplos de esto son las galletitas, panes, sopas industrializadas, golosinas, snacks, cereales para desayuno, productos de panadería, productos lácteos, y más.

"El verdadero conflicto está en la contraoferta: los ultraprocesados", dice la profesional.

Los ultraprocesados vienen a resolver el conflicto de la alimentación muy fácilmente: son baratos en porciones chicas, son más saciadores que una lechuga, están en cada almacén de barrio y hasta en farmacias –a veces 24 horas- y encima no se echan a perder por la cantidad de conservantes que tienen.

Por todo esto los ultraprocesados se adaptan muy bien a esta vorágine cotidiana en la que no tenemos tiempo ni siquiera para sentarnos en el inodoro a hacer nuestras necesidades fecales.

¿Le estoy haciendo el juego a los ultraprocesados? No. Estoy siendo realista. La verdadera dificultad a la hora de tener una alimentación saludable es lo fácil que resolvemos con comida de mala calidad.

Veamos uno por uno los factores que influyen en nuestras decisiones alimentarias:

- Saciedad: pienso qué me va a “llenar” más. ¿Será un ultraprocesado o una verdura, una fruta, una legumbre, un fruto seco? La respuesta no sorprenderá: el ultraprocesado.

- Precio: para una persona que resuelve la alimentación en el día a día, los precios de alimentos como frutas, verduras, carnes y frutos secos son exacerbados.

- Tiempo: para una persona que planifica con anticipación la compra a granel es excelente pero implica tener los conocimientos y el tiempo para preparar esos alimentos de manera que no se echen a perder.

- Disponibilidad y accesibilidad: hay partes de la provincia donde el camión de frutas y verduras llega solo una vez por semana, o sea que si queremos conseguir productos ricos y frescos tenemos que organizarnos más y mejor. En contraste, los ultraprocesados están en todos lados, todo el tiempo, y no son muy caros.

- Educación alimentaria: no todas las personas contamos con una educación alimentaria básica donde podamos combinar varios alimentos y pensar en nuestra nutrición. De hecho, muchas personas aún no tienen un celular inteligente donde googlear recetas de comida.

No desesperéis. Así y todo, creo que hay chances de hacer lo mejor posible en un mundo que va muy rápido. Se me ocurren varias cosas:

✓ Arranquemos por empatizar con quienes no pueden llevar una alimentación saludable. No todo es cuestión de voluntad.
✓ Se pueden comprar productos listos o casi listos para consumir que no estén industrializados. Ejemplo: medallones de legumbres o de carne caseros, panes caseros e integrales, casas de comidas preparadas en el momento.
✓ Importa mucho la combinación: si no pudiste zafar del ultraprocesado, agregale cualquier fruta o verdura de estación y ya vas a estar aportando calidad nutricional.
✓ En relación al precio podemos elegir lugares de compra que sean más alejados del centro urbano, pequeños productores, elegir frutas y verduras de estación y hacer compras a granel.
✓ Y por último, en mi opinión, la falta es más problema que el exceso. Es una buena idea, aunque no podamos eliminar del todo el consumo de ultraprocesados, asegurarnos la presencia de alimentos mínimamente procesados. ¡Se hace lo que se puede!

 

 

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