Algunos apuntes tras la votación, con algunos datos y algo de opinión. La nula incidencia del voto en blanco. El miedo no es zonzo y achicó diferencias. La gran fragmentación del peronismo (y del poder). Unos y otros deberán cuidarse: los que ganaron y los que perdieron: la ciudadanía tiene claro lo que hay que conservar y cambiar. La calma puede ser una buena señal, está por verse. La democracia no es sólo el voto de hoy, sino lo que se hace todo el resto del tiempo.
Américo Schvartzman*
Uno. La banal discusión sobre el voto en blanco. El voto en blanco no incidió. Ese voto, principista o escapista (cada uno califíquelo como desee) no rozó el 1,5%. Las fuerzas que lo impulsaron o que se expresaron en ese sentido habían obtenido, sumadas, cerca del 7% de los votos. Ni siquiera llegó a dos puntos. Nueva ratificación de que nadie es dueño de la decisión de la ciudadanía. Y de que fue tiempo perdido el que dedicó buena parte del oficialismo a ese debate, al santo botón, en lugar de concentrar energías en otras vías más provechosas.
Dos. El miedo no es zonzo. La campaña del miedo no resolvió el balotaje, pero estuvo cerca: los 10 puntos de diferencia que se esperaban a favor de Macri no se vieron, y la diferencia final fue menor a la mitad de esa cifra. Algunos piensan que eso perjudicó a Scioli. Creo que no: no era un candidato potente, se lo despreció y depreció (no es lo mismo) desde las filas del propio oficialismo, se parecía demasiado al candidato opositor, era poco "sentido" por los militantes... En definitiva, no tenía muchas otras opciones que la de intentar convocar al voto por esa vía, la del miedo, la azuzar sobre la pérdida de los derechos. Y hay que reconocer que estuvo cerca. Como dice el refrán, el miedo no es zonzo.
Tres. Peronismo, fragmentación y después. Macri ganó los principales distritos. Pero Scioli ganó en más provincias: 15 contra 9. Datos, datos duros: la enorme disparidad (distritos donde hubo paliza, en uno u otro sentido); el Congreso con un oficialismo débil; el Senado con mayoría del FPV; el incierto futuro del PJ, cuyo candidato no mencionó a Cristina en toda la campaña; el hecho de que la provincia más importante que gobernará el FPV es Tucumán; la notoria presencia peronista en las tres fuerzas principales que fueron a la elección (no se olviden de Massa, que salió veloz a reconocer el triunfo de Macri, para no peder protagonismo). Todos esos elementos ratifican la inédita fragmentación del poder en la Argentina. Del peronismo, que es sinónimo de "poder" en nuestros pagos. Creo que eso anticipa un tiempo interesante. De diálogo y sensatez. Pero también de reordenamientos difíciles de prever.
Cuatro. A cuidarse, unos y otros (I). Los números finales dicen que Macri ganó por tres puntos y algo. 51 a 48. Es decir que casi la mitad de los votantes le dijo al Presidente electo, con toda claridad, que quiere cuidar lo que se ha hecho bien. Pero ¿qué es lo que se ha hecho bien? Da para otra nota, pero no es difícil coincidir en una lista de diez o quince puntos: a mi juicio, la abrumadora mayoría de la sociedad los tiene muy claros, y por eso el propio Macri debió incorporar algunos de ellos a su discurso para llegar hasta acá. Si quiere cuatro años tranquilos deberá leer correctamente ese mensaje.
Cinco. A cuidarse, (II): a mirarse para adentro. El Presidente electo sabe que en agosto y octubre dos de cada tres no lo votaron. Deberá ser muy cuidadoso, ya lo dije. Pero lo mismo vale para los que perdieron –que están poco habituados a esa sensación– y ahora deberán evaluar si se serenan o salen a los gritos a hablar de "resistencia". Para pensarlo. Quizás debieron haber "resistido" antes. Quizás debieron resistirse a los graves hechos de estos años, principales causantes de este ahora. Esos que fueron empujando a dos de cada tres votantes a rechazar al candidato del "proyecto". ¿Y cuáles son? Como en el punto anterior: no es difícil borronear una lista de diez o quince que la mayoría social tiene bien claros, tanto que el propio Scioli se los apropió –aunque tímidamente– para llegar hasta acá. Si los hoy perdedores quieren seguir juntos, en un mismo partido, y no ser historia (como pasó en su momento con Menem) deberán sopesar adecuadamente su accionar inmediato.
Seis. Calma, todo esté en calma. Si era verdad la "hipótesis Bachelet" (cada uno tendrá su opinión sobre eso) el de hoy sería el resultado deseado por la Presidenta: Macri ganador, el FPV como opositor feroz, y Cristina preparando su regreso triunfal en cuatro años. En poco más lo sabremos: bastará ver ver qué actitud toman ella y el FPV. Pero los demás también juegan, como escribí en una notita anterior (ver la Ley Ciocca). En cualquier caso, es valiosa la calma con la que la ciudadanía tomó este cambio. Porque no se termina nada grave. La democracia es más que elegir al que administra. La cobardía y la valentía no se juegan en un voto cada dos años, sino sobre todo en la pelea cotidiana. Y no sólo por los "sagrados intereses" individuales sino también por los postergados derechos de los otros. Lo mejor que tienen en común las dos opciones que compitieron es que (hasta el inicio de la campaña) ambas eran voces moderadas que no demonizaban al otro. Eso cambió, pero esta noche volvió a ser como antes. Por eso no da para aterrorizarse por el resultado. Calma, y respeto por la decisión, aunque uno haya decidido otra cosa. De eso se trata la democracia, básicamente. De eso. No del voto de hoy, sino de lo que se hace todo el resto del tiempo, cuando no estamos votando.
Ojalá el futuro inmediato sea más parecido a lo que ambos candidatos dijeron en los pocos momentos en que lo describían, y en cambio no se parezca en nada a lo que decían que pasaría si ganaba el otro.
* Periodista de El Miércoles Digital. Docente. Licenciado en Filosofía. Autor de Deliberación o dependencia. Ambiente, licencia social y democracia deliberativa (Prometeo 2013). Director de La Vanguardia.
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