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Foto: Mario Rovina

Un cardenal como emblema

Te invitamos a conocer al cardenal copete rojo, una de las aves más distinguidas de los montes del litoral entrerriano y que ya forma parte de nuestra identidad uruguayense.

 

Por MARIO ROVINA de EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

En el año 2012 mediante una votación popular el cardenal fue elegido entre las más de 350 aves que habitan Entre Ríos, como nuestra "Ave Provincial", y desde 2014 esta emblemática ave forma parte de la bandera de Concepción del Uruguay y engalana con sus colores los establecimientos y actos públicos de la ciudad.

Inconfundible con su cresta y garganta rojo brillante que contrastan con su espalda gris y sus partes inferiores blancas, al cardenal copete rojo (Paroaria coronata) se lo puede ver en el monte y al recorrer los caminos rurales de la provincia, pero también se hace presente en algunos parques y paseos urbanos para deleitar con su canto las tardes de los afortunados visitantes.

Se lo suele ver en parejas, aunque durante el invierno forma bandadas numerosas que suelen pasar mucho tiempo en el suelo donde se  alimentan de semillas y también de insectos.

Es una especie de ave propia de América del Sur, lo encontramos en los países de Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y principalmente Argentina, donde es muy abundante, entre otras, en las provincias litoraleñas de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, y en el Delta del Paraná.

Para los cardenales la época de reproducción se inicia con la llegada de la primavera y en esta etapa se unen en parejas y allí, entre los dos, comienzan a construir su nido. Preferentemente, el lugar elegido para su instalación serán las horquetas y ramas de los árboles cercanos a cursos de agua. Con ramitas finas, palitos, raíces, cerdas, plumas y musgo entrelazados entre si, en pocos días quedará terminado un nido en forma de cuenco muy liviano y resistente.

La hembra pone de dos a tres huevos de color blanco verdoso, con pintas y manchas marrones y lilas. La incubación está a cargo de la hembra y dura catorce días. Dos a tres semanas luego de la eclosión, los pichones abandonan el nido y pasan a estar bajo el cuidado del macho.

Los juveniles se distinguen fácilmente porque lucen durante el primer año de vida, el copete de un deslucido color canela, en lugar del rojo intenso de los adultos.

Su canto fue admirado desde siempre a tal punto que fuera considerado por el escritor y ornitólogo rioplatense Guillermo E. Hudson, como la voz “tal vez más hermosa, entre las aves argentinas”.

Aunque lamentablemente, esta admirable característica, hizo también que sufriera la captura constante para ser enjaulado  y colgado de una pared con la sola escusa de tenerlo cerca para escuchar su hermoso canto.

Esta práctica llevo a los cardenales al borde de su desaparición en la naturaleza, aunque en los últimos años podemos ver cada vez grupos más numerosos de esta especie lo que indica su alentadora recuperación.

Es importante conocer nuestras aves y entender que su lugar es la naturaleza y no una jaula, las aves se disfrutan en libertar, donde pueden desplegar su vuelo y entonar su canto.

Juveniles de cardenal copete rojo - Foto: Mario Rovina

 

El cardenal como leyenda

Los calchaquíes eran un conjunto étnico que vivió en los valles del noroeste argentino, en lo que ahora son las provincias de Salta, Jujuy, Catamarca y Tucumán. Esta etnia fue muy rica en legado cultural y ahí se encuentran grandes leyendas, entre las más importantes la leyenda del cardenal.

Cuentan los calchaquíes que Mama Quilla (la Luna) le ordenó a su hija Chasca que ayudara a los hombres a cultivar y aprovechar las hierbas como medicina para sus males.

Chasca arribó a la aldea del bondadoso Punquillo, quien la recibió cariñosamente y como gratitud le dio a su propio hijo Ancali como esposo, junto a él ayudaron a sanar enfermos y a sacar excelentes medicinas de las plantas de la zona.

Machi, el brujo de la tribu, vio con poca alegría las acciones de Chasca y Ancali, pues él había sido siempre el curandero del grupo y movido por la venganza, invocó a Zupay (el Diablo) para conseguir envenenar a Punquillo, quien en poco tiempo enfermó gravemente debido a un misterioso mal que los conocimientos de Chasca no pudieron curar.

Su canto fue admirado desde siempre a tal punto que fuera considerado por el escritor y ornitólogo rioplatense Guillermo E. Hudson, como la voz “tal vez más hermosa, entre las aves argentinas”.

Al morir Punquillo, el Machi arengó a la tribu con falsas palabras: “Chasca y Ancali han causado la muerte de nuestro soberano - aseguró - para ascender al trono. Atémoslos en una elevada roca y dejémoslos abandonados”. Así lo hicieron: maniataron a ambos jóvenes y los dejaron en un alto peñasco, mientras varios soldados y guerreros les apuntaban con agudas flechas.

Chasca, al observar que Ancali era herido en la frente juntó su cabeza a la de él y pronto la sangre del joven tiñó ambas cabezas. Mama Quilla, compadecida de los jóvenes, los convirtió en dos pájaros de pluma grises azuladas y cabecita roja, a los que conocemos con el nombre de cardenales.

Fuentes: eBird  Argentina / Enciclopedia Digital de la Provincia de Salta / Misiones Online

 

 

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